miércoles, 24 de enero de 2024

LIBERALES Y CONSERVADORES (Y 3º)

 

Liberales y Conservadores (y 3º)

Por Sebastián Urbina

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Repito, una vez más, el dicho del economista K. Galbraith. ‘No votamos entre buenos y malos sino entre malos y peores’. Siguiendo lo que dice, creo que ‘los malos’ serían los defensores de la economía de mercado, con liberales y conservadores. Y ‘los peores’, el socialismo, comunismo, fascismo y nazismo. O sea, los intervencionistas estatalistas. Los que restringen la libertad individual, la propiedad privada, y magnifican el poder estatal. Que nunca les parece bastante. Todo por nuestro bien. Bajo el manto del ‘progresismo’. Palabra preferida de Pedro Sánchez. Aunque luego venda España a sus enemigos declarados, para seguir en el sillón. Los socios del socialismo son, el prófugo de la justicia Puigdemont y el condenado por terrorismo, Otegi. Entre otra basura.

Los ‘peores’ siempre han hecho lo mismo. Siempre que han podido. Con las habituales catastróficas consecuencias. O sea, ruina económica y restricción- o eliminación- de libertades. Aunque hay mucha gente que no aprende de los errores pasados y se deja engañar por bonitas y falsas promesas de los demagogos. Por eso suelen controlar los medios de comunicación, porque los convierten en medios de manipulación. A favor de su falso ‘mundo feliz’.

Recuerde. Los antiliberales y anti conservadores, suelen llamarse a sí mismos ‘progresistas’, y califican de ‘fascistas’ a liberales y conservadores. Es algo parecido a lo que dijo (algunos dicen que no lo dijo) Winston Churchill: ‘Los fascistas del futuro se llamarán a sí mismos, antifascistas’. En España tenemos muchos ejemplos de turbas ‘antifascistas’. Que son los verdaderos fascistas. Habitualmente blanqueados por las criadas mediáticas subvencionadas.

Pues en eso estamos. Aunque no hay peor sordo que el que no quiere oír. Para comportarse como un buen ciudadano, hay informarse bien (lo que incluye buenos libros y buena prensa), tener criterio para escuchar/dialogar con el que vale la pena escuchar/dialogar, y luego decidir responsablemente. Y desconfiar de la acumulación de poder. Esto siempre es peligroso para la libertad.

Nos podemos preguntar por el objetivo de todo lo que he dicho hasta ahora. ¿Por qué esto y no otra cosa? Porque, en mi opinión, el objetivo de la política debería ser el de fomentar y facilitar el desarrollo de las capacidades de los ciudadanos para que puedan dar lo mejor de sí mismos, y no ser fácilmente manipulados por los demagogos de turno. Si se caen por el camino, y necesitan ayuda, la sociedad debe ayudarles a volver al camino por el que transitaban. Y seguir adelante. No acunarles como si fueran menores de edad, sino animarlos y empujarlos a seguir. O sea, primar su libertad y responsabilidad, no su dependencia del Estado, que es lo que hacen los totalitarios y progresistas de variado pelaje.

Podré un ejemplo final para no extenderme demasiado. El amor de una madre es impagable y beneficioso para sus hijos. Pero una sobreprotección no es beneficiosa. Les perjudica, porque los hace más débiles. Flores de invernadero.

Si el hijo ha vivido exageradamente el ‘mamá me mima’, no estará preparado para apretar los dientes y enfrentarse a la tormenta vital, que es inevitable. O sea, la vida real. Las flores de invernadero son más propensas a caer en brazos de ‘Papa Estado’. Terminan siendo súbditos de ‘sopa boba’, aunque no se enteren de que lo son, porque el autoengaño es habitual.

Frente a los liberales, tipo Ayn Rand, que se oponía al Estado del Bienestar y a los colectivismos, en general, y defendía el egoísmo racional y un capitalismo laissez faire, yo defiendo que haya un núcleo reducido de ideas clave (au-dessus de la melée) que hagan que una sociedad sea digna y deseable de ser vivida. En mi opinión. A título de ejemplo diría: democracia, libertad, pluralismo, servicios sociales básicos, y España. O sea, nación española. Esto no debería ser puesto en cuestión. Si no es así, lo que hoy tenemos (un gobierno de socialistas, comunistas, golpistas y filo terroristas), terminará en una Confederación de Repúblicas Progresistas Ibéricas. La Argentina europea, antes de Milei.

Imagino lo que supondría una Confederación de Repúblicas Progresistas Ibéricas y no me gusta absolutamente nada. Por eso, no deberíamos olvidar la importancia de una ‘batalla cultural’ que sea capaz de desafiar la actual hegemonía cultural de una izquierda infame, por estatalista, colectivista y dirigista. Un gravísimo error/cobardía de la derecha española acomplejada (Mariano, Alberto…), salvo algunas honrosas excepciones, es no dar una ‘batalla cultural’, que enfatice la primacía que debe tener el individuo frente a los colectivismos, primacía de la sociedad civil, y un Estado pequeño pero fuerte y eficiente.

Batalla cultural, por cierto, que debería afectar a toda Europa. Recordemos las palabras del historiador Juan Eslava Galán: ‘Dentro de cincuenta años, Europa será islámica’. Ya antes lo anunció, dramáticamente, la periodista Oriana Fallaci.

Si le parece bien, brinde por ello, aunque el alcohol está prohibido para los musulmanes. Si le parece mal, no bastará sentarse en el sofá, ver la tele y quejarse de vez en cuando. Despierte, y haga algo por lo que cree que vale la pena defender. Por ejemplo, la libertad, la democracia y España, frente a sus enemigos declarados, como el socialista Pedro Sánchez y sus socios.

Resumiendo, el liberal conservador debe defender a capa y espada, la libertad, que siempre está en peligro. Rechaza la obsesión planificadora, que trata a la sociedad como un laboratorio; respeta las tradiciones, salvo que violen los derechos humanos. Respeta la propiedad privada. No se opone a los cambios, pero requiere prudencia y justificación. Defiende los gobiernos limitados. Tiene una responsabilidad moral hacia la comunidad de la que forma parte. Por eso es patriota, pero no nacionalista. Familia tradicional. Y cree (como reclama Jordan Peterson, a veces llamado liberal, otras, conservador) que hay que decir la verdad o, al menos, no mentir.

La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida’.

Sebastián Urbina.

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