(PRINCIPIOS ADOPTADOS POR EL SOCIALISTA SÁNCHEZ.)
Principio de simplificación y del enemigo único
Consiste en la adopción de un único enemigo, mediante la creación de una idea. En el caso de Sánchez esa individualización es la «ultraderecha» referida a Vox y conectada al PP.
De ese modo sus rivales políticos forman un todo. La idea también es la
«ultraderecha» o la «extrema derecha», ese es el concepto, la
simplificación, el único enemigo también simplificado. La constante
mención a la rendición del PP, su mayor rival, a los postulados de Vox
(la «extrema derecha») abundan en esta noción claramente goebbelsiana a la que ya se refirió (a estas y a las demás) Ramón Pérez-Maura en una columna publicada en El Debate.
Principio del método de contagio
Para
el líder nazi (Goebbels), adorador de Hitler, este principio consiste en reunir a
todos los rivales en una sola categoría o individuo: una suma demagógica
que hace un todo. La superación o el segundo aspecto del principio
anterior, ya mencionado. En el caso de Sánchez, el objetivo es reunir en una única categoría, la «ultraderecha», a todos sus rivales.
Todo lo que no está con él está contra él y es malo por deducción.
Todos son «fachas». Hasta se permite englobarla en un mundo imaginario,
pero real, sin tapujo alguno: la «fachosfera».
Principio de la transposición
«Si
no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan»,
escribió el escritor frustrado convertido en apóstol de la ideología
fanática y asesina. Se trata de cargar sobre el oponente los propios
errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Parece una
broma, pero no lo es. En el caso de Sánchez es una realidad impepinable.
Ya casi no es posible recordar los escándalos que se han ido tapando
con otros durante las legislaturas sanchistas. El último de ellos, el
caso Koldo, con las implicaciones de Ábalos, Illa o Armengol, ha sido
respondido de forma salvaje con filtraciones a la prensa de la propia
Fiscalía, controlada por el Gobierno, sobre el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
Principio de la exageración y desfiguración
El
objetivo es convertir cualquier anécdota en un caso grave. El mismo
caso de la pareja de Díaz Ayuso es un buen ejemplo de este principio
seguido a rajatabla por Sánchez. Lo mismo sucede con las declaraciones
de los rivales políticos, desfiguradas y tergiversadas (mayormente si
son de Vox) por el presidente y sus aliados, su Gobierno, como Urtasun, por ejemplo, repitiendo una y otra vez que la «ultraderecha» le quitó la subvención a la Fundación Miguel Hernández:
la anécdota administrativa y presupuestaria convertida en consigna y
«verdad» («la mentira repetida mil veces...») ideológica a fuerza de
insistir en la falacia y en la deformación.
Principio de la vulgarización
Dijo
Goebbels: «Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al
menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más
grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental
a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su
comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar». La
máxima es de turbadora exactitud con las prácticas del Gobierno de
Sánchez. La recurrencia, por ejemplo, a la simple, por insultante,
idea de la «unidad» y el «reencuentro» para justificar la amnistía da
buena cuenta de esto. Sobre la «gran facilidad para olvidar» de las
masas casi no hace falta ni hacer referencia. Esa misma masa votante de
millones de españoles, que han votado al presidente a pesar de sus
constantes mentiras y engaños o a pesar de la negación e incumplimiento
de su propio programa de Gobierno.
Principio de orquestación
«La
propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas
incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes
perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin
fisuras ni dudas». De aquí viene también la famosa frase: «Si una
mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad»,
dijo Goebbels. No hace falta repetir las consignas que repite sin
cesar este gobierno sin solución. Son fácilmente reconocibles cada día.
La primera de todas ellas «la ultraderecha». La amnistía como solución,
por no ir más lejos, es la más actual y clara. La orquesta que repite la
melodía sin importarle los principios, ni la ejecución. Todo está
orquestado en esta delirante y exacta utilización de los preceptos de la
propaganda nazi.
Principio de renovación
Es
dar constantemente informaciones para que cuando el adversario responda
el público esté ya interesado en otra cosa. Sánchez se lanza, desde el
Gobierno, a una espiral de acusaciones a sus rivales, la oposición a la
oposición, como táctica para no dar cuentas nunca de nada. A las
preguntas se responde con acusaciones que silencian mayormente la
sospecha o la indignación. Las acusaciones de vuelta, dichas en alto, en
el mismo Congreso y en el Senado, como se pudo ver en estos días,
silencian cualquier interpelación, que queda en el aire. Un ejemplo, el modo de no responder del presidente a las acusaciones por el caso Koldo en la Cámara Alta refiriéndose a Aznar y al 11-M.
Principio de la verosimilitud
La
información parcial y la manipulación que para Goebbels era sustentar
toda información en una base de fuentes «fidedignas» o argumentables se
representa en la España del XXI en la utilización, por ejemplo, del ente público, RTVE (o de cualquier otro órgano para hacer propaganda partidista, como el CIS),
como herramienta para hacer «digeribles» noticias contrarias o para
magnificar noticias positivas. La selección de los detalles que elegir y
que destacar es otra de las características, perfectamente
identificable, por ejemplo, en las entrevistas, ya clásicas, donde
Sánchez negaba con contundencia que haría lo que al final ha acabado
haciendo.
Principio de la silenciación
Se
trata de omitir noticias negativas de uno mismo y de acallar las
positivas sobre los rivales utilizando los medios afines. En el caso de
Goebbels eran todos, y en el caso de Sánchez son muchos. El sesgo de la información como clave,
el tiempo, o el tempo, para informar o para decidir, como la
extraordinaria convocatoria de elecciones en pleno verano para intentar
influir en su resultado, impidiendo un mayor desgaste electoral y
«silenciando» de algún modo a los votantes, o tratando de hacerlo en el
hecho de la mayor dificultad para acudir a los colegios electorales
debido al traslado de los ciudadanos por las vacaciones.
Principio de la transfusión
Se trata de reavivar los odios atávicos en propio beneficio, para desunir y sobre ello construirse. Lo hizo Zapatero despertando a los dos Españas, el guerracivilismo, y lo ha continuado Sánchez, mayormente con la Ley de Memoria Democrática, que visibiliza a unos y oculta a otros con su esencia inequívocamente sectaria.
Principio de la unanimidad
El
último de los principios de Goebbels es quizá uno de los más claros en
relación a la estrategia política del actual Gobierno español: intentar
convencer de que sus postulados cuentan con el mayoritario apoyo de la
población, a pesar de que sea visiblemente incierto. Es el
adoctrinamiento masivo basado en la debilidad de pensamiento de los
ciudadanos. La demagogia por la que asegura que ha ganado las
elecciones. Es el principio también, por ejemplo, de los separatistas,
quienes intentan hacer ver en sus regiones que su postura es la
general, que la independencia la quieren todos, cuando no es así. La
constante referencia de Sánchez a sus rivales (PP y Vox) de que «ustedes
están solos» confirman la utilización de este principio, el último
de 11 íntimamente relacionados y asombrosamente empleados en pleno siglo
XXI por un Gobierno que se dice democrático.
(Mario de las Heras/El Debate/15/3/2024.)
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