EL SÁBADO A CIBELES.
El sábado tenemos que asistir a la manifestación de Cibeles contra Sánchez.
Y, de paso, aplaudamos a los Jueces, la Guardia Civil y la Prensa libre que están haciendo un trabajo excelente. No todo está perdido.
Busquemos la novedad de la corrupción del régimen sanchista. Busquemos lo que diferencia este caso de otros anteriores. Busquemos con inteligencia el final del sanchismo. Pero no nos volvamos locos. Seamos extremadamente realistas. Ciento son las diferencias de esta trama de corrupción con otras anteriores. Pero, cuidado, nadie venda la piel del oso antes de cazarlo. La buena gente sueña un mundo sin sanchismo y exterroristas, separatistas y comunistas en el Gobierno. Yo también tengo a veces esa tentación, pero seamos realistas; estamos lejos de que el sueño se convierta en realidad.
Motivos les sobran a los pesimistas, generalmente personas bien informadas e inteligentes, para mantener que el gobierno no caerá de momento por la corrupción asociada a la compra de mascarillas. Y enseguida te recuerdan los cientos de casos en los que el PSOE ha estado relacionado con la corrupción, pero los dirigentes de esa organización política han seguido como si la cosa no fuera con ellos. No digo yo que en este caso —el de Koldo, Ábalos, Armengol, Torres, o como se llame—, no vuelva a suceder lo mismo que en el pasado, porque el PSOE, reconozcámoslo, es una organización que gestiona, como lo prueba su historia, con inteligencia uno de los mayores sistemas de corrupción que jamás se implantaron en una democracia.
Son tan buenos en el manejo de la corrupción que dirigentes de otros partidos, e incluso intelectuales críticos del socialismo, piden que no entren en la cárcel dirigentes del PSOE condenados por la justicia. ¡La leche!
Por lo tanto, también ahora podría pasar algo similar. Caerán ladrones del PSOE, sin duda, pero la organización sigue. Por lo tanto, no confundamos los deseos con la realidad. Es posible que vayan dimitiendo uno tras otros los colaboradores de Sánchez. El núcleo de su equipo fundacional puede romperse, pero él resistirá, o mejor dicho, su debilidad lo hace fuerte. Eso es todo su manual de resistencia: los separatistas reinan en el caos sanchista.
Cualquier cosa que venga, será para los separatistas peor que apoyar a Sánchez. De hecho, sacarán adelante la ley de amnistía para tapar sus delitos y crímenes y, seguramente, también los que pudiera cometer o haber cometido Sánchez. Las salidas, pues, a esta situación agónica del sanchismo son claras: movilización, movilización y movilización.
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