Y a pesar de este -casi obligatorio- reino de la felicidad, cada día son más las personas (de todas las edades) con problemas de ansiedad, FOMO (Fear of Missing Out), depresión, dismorfia, y trastornos psicológicos asociados al uso de las redes sociales. No por nada, ocupamos el segundo puesto en la Unión Europea con mayor consumo de antidepresivos.
Y muchos de vosotros pensaréis: «Si el problema son las redes, ¿por qué no las dejan?». Pues resulta que, al igual que cualquier droga, las redes generan dopamina, un neurotransmisor que activa nuestro sistema de recompensa cada vez que hacemos algo placentero.
(Liliana Acosta/OkDiario/2/3/2024.)
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