Cada vez que Sánchez abre su corazón, o la víscera que sea que abra, ciertas palabras se llenan de diferentes significados. Porque existe el idioma que hablamos todos, y luego está el pedrosanchés. Todo lo que le sucede a Él tiene una dimensión desconocida para el ser humano, su sufrimiento es inédito en la historia.
Hablamos de alguien que padece lo mismo que el primer ministro eslovaco, tiroteado esta semana y que se debate entre la vida muerte, sin haber recibido un rasguño.
Los embates y ataques de sus adversarios políticos —todo aquel que no respalda sus acciones— son de tal calibre que equivalen a balas.
Sánchez ha afirmado que no quiere trasladar la imagen de víctima, sólo quiere decir que de las cosas que dicen contra Él a sufrir un atentado como el de Fico hay un paso. Es lo mismo, todo es violencia política. No quiero pensar qué calificación habría tenido su padecimiento si el ínclito hubiera sido objeto de un atentado como el de Aznar a manos de sus socios —los de Sánchez—. Ahora mismo sería el primer santo ateo. Todos contra Él.
La oposición
El presidente está muy dolido porque los partidos de derecha, ya sea centrada, extrema, ultra o plusultra le critican. Sánchez quiere una democracia sin oposición. A esto se le llama de forma habitual dictadura, pero según Él no es el caso.
(Carmen Alvarez Vela/La Gaceta/18/5/2024.)
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