(La
peligrosa estupidez socialista.)
ECOLOGÍA Y NACIÓN DE NACIONES.
La propuesta
supuestamente socialista de Don Pedro Sánchez refrendada por quien fue
Ministra de Medio ambiente, Doña Cristina Narbona, es clara y taxativa:
España es una "nación de naciones", y como tal debe constituirse en
un futuro inmediato.
Queda así
aclarada la indefinición del expresidente, el también socialista Don José
Luis Rodríguez Zapatero, cuando trató a España de "concepto discutido
y discutible".
La Historia, y no solamente la
remota, nos ofrece suficientes ejemplos de resultados desastrosos cuando se ha
tratado de trazar fronteras imaginarias para dividir territorios en función de
criterios políticos más o menos imaginativos, pero cuando se pretende actuar
poniendo líneas divisorias en el seno de la nación más antigua de Europa, la
intentona provoca verdaderos escalofríos.
Las fronteras trazadas en el
continente africano por los mandatarios europeos al terminar la Primera Guerra Mundial son
un buen ejemplo de los desastres a que puede conducir la incomprensión de los
problemas reales que afectan a un territorio.
Tales fronteras se establecieron sobre mapas sin tener en cuenta ni las
etnias, ni las culturas, ni las realidades ambientales de las
diferentes zonas. Las guerras y las hambrunas son consecuencias naturales de
estos procesos.
También Europa es pródiga en
ejemplos de divisiones arbitrarias basadas en criterios políticos o
supuestamente culturales. El Siglo XX debería servirnos de escarmiento, pero al parecer no es así.
Porque las
secesiones culturales, históricas con base real o ficticia, o de cualquiera
otra naturaleza, deben necesariamente superar la prueba a que las somete de
manera inexorable la Naturaleza. Nos
preguntamos sobre qué criterios ecológicos se sentarían las bases de la España
de la "nación de naciones".
La prueba del agua.
Fundamentalmente
son dos, aunque no las únicas, las pruebas ecológicas que debe superar una
estructura tan uniforme como el territorio español peninsular ante su presunto
reparto nacional: la prueba del agua y la prueba de la energía.
Los
socialistas seguidores de Sánchez vienen a estar obligados a explicarnos cuáles
son sus previsiones para el abordaje de estas dos cuestiones. ¿Cómo se lograría solucionar los problemas hidrológicos y energéticos de cada uno de los territorios en que
dividirían la actual España?
No valen
ambigüedades porque es mucho lo que nos jugamos. Si a nivel autonómico no se ha
sabido gestionar el reparto equitativo del agua entre los diferentes cuadrantes
peninsulares, ¿cómo se llegaría a una solución si los grandes ríos tuvieran
que atravesar fronteras más radicales que las autonómicas?
Que no nos
hablen ahora de desaladoras más que para las zonas costeras, porque subir el agua desalada ramblas
arriba hacia las "naciones de secano" sería energéticamente costosísimo, y en la práctica absolutamente
utópico.
Trasvasar
agua, por pequeñas que fueran las acometidas entre ríos o entre pantanos, se
vería asimismo imposibilitado. ¿Cómo
creer en unos "Planes Hidrológicos Plurinacionales" cuando se ha
desechado, y de manera tajante, por parte de los socialistas el viejo proyecto
del Plan Hidrológico Nacional?
No estamos
hablando de Naciones, o mejor llamarlas Cantones, que de eso ya tenemos
experiencia, con desigualdad económica, sino de zonas sedientas y ruinosas
frente a otras que acumularían las riquezas hidrológicas planificadas para el
conjunto de esa Nación que pretenden fragmentar. Y los pantanos, por añadidura,
en franca decadencia y sin proyecto de nuevas construcciones.
Energía.
Por si el agua fuera poco, vamos con
la energía: como afirma el prestigioso economista Profesor Don Juan Velarde Fuentes, un
país no puede abordar la lucha contra el paro y la construcción de riqueza si
no tiene solucionado el problema energético, y esta solución siempre deriva de
tener energía barata y diversa. ¿Cómo
se conseguiría tal objetivo en las diversas naciones que propone el delirante
sueño socialista?
Casi todos
los españoles sabemos que nuestro país es deficitario en fuentes energéticas
y que la mayor parte de la energía que necesitamos de manera imprescindible
procede de Argelia. También se sabe que llegan a nuestras costas mediterráneas
barcos cargados de gas licuado, pero lo que no se suele conocer es la magnitud
de las obras de ingeniería submarina que conectan los yacimientos argelinos con
el puerto almeriense de Pedregal conduciendo el combustible en estado gaseoso.
Desde el
yacimiento de Hasso R´mei el gas circula por enormes tuberías a través
del desierto. Posteriormente el conducto
describe 200 kilómetros de trazado
submarino hasta llegar a territorio español.
Un esquema
energético de este tipo está proyectado para que desde los puertos de
recepción, sean por vía de gas en tubería o de gas licuado en transporte por
barcos, el gas, más o menos transformado,
circule por todo el territorio nacional a través de una red capilar
estratégicamente trazada para que
llegue a todos. ¿Nos podemos imaginar controles de dicho transporte a
través de fronteras de diversas naciones?
El futuro
energético choca también con estos planteamientos plurinacionales. Muy
pronto Europa necesitará el gas del Magreb, que a su vez recogerá el de
zonas más profundas de África, y la Península Ibérica será zona obligada de
paso para las conducciones pertinentes. Volvemos a imaginar con horror las
fronteras internas "pluriespañolas" que actuarían de barrera para
la distribución del combustible energético.
Si además
desnuclearizamos al habitante de las zonas interiores para dejarle sólo los
restos de los pantanos del pasado y los molinillos destructores del paisaje, no sólo estaremos abocados a una España de
ricos y pobres en un modelo socialista, sino en unas Españas ruinosas e
inviables frente a otras que disfrutarán, no sabemos por cuánto tiempo, de la
herencia del trabajo de todos durante
tantas décadas de esfuerzo.
Así que cabe
reclamar que antes de recabar un solo voto o de pronunciar un discurso más, los
que propugnan la división de España en diferentes naciones expliquen cómo tienen previsto
resolver los repartos hidráulico y energético; y deben hacerlo sin dilación
alguna, es una lógica exigencia nacida del sentido común, y también del
patriotismo.
Miguel del
Pino Luengo es biólogo
y catedrático de Ciencias Naturales./LD.
(El PSOE sanchista sigue dando asco. Merece hundirse en la miseria. ¡Qué bajo han caído los socialistas sanchistas!)
(El PSOE sanchista sigue dando asco. Merece hundirse en la miseria. ¡Qué bajo han caído los socialistas sanchistas!)
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