(En el dibujo se puede ver al egregio catedrático Ramón Cotarelo.)
(Piltrafas
universitarias.)
Ramón
Cotarelo, catedrático emérito de Ciencia Política y de la Administración de la
UNED.
‘NO HAY NACIÓN ESPAÑOLA’.
La Gaceta.
ESPAÑA NO ES UN MITO.
Agapito Maestre.
(LD)
2005-11-24
El
presidente del Gobierno de España, negando la nación, sin duda alguna, cuando
niega la exclusividad del término "nación" para referirse a España,
no es menos indecente que la opinión de un intelectual al que, según sus palabras,
"se la suda España". Ahí estamos. Detenidos en lo soez cuando no queremos pensar.
Resulta más grave, en términos intelectuales, la
posición de Savater que la de un presidente del Gobierno con escasos conocimientos para
distinguir la diferencia entre Nación y Estado. La posición de Savater es
fiel reflejo de una de las escisiones más graves que ha vivido España en los
últimos siglos. Lo veíamos venir: el desprecio a la patria española en los
últimos treinta años terminaría también con el desprecio al Estado-nación
España, pero pocos quisieron percatarse del asunto. Al final, la expresión
soez de Savater lo aclara todo con nitidez.
Savater defiende, por un lado, a "España como una
nación de ciudadanos constituida como Estado de Derecho"; pero, por otro
lado, se la suda –cito sus palabras– España como una "entidad eterna, platónica,
invulnerable al paso del tiempo, que lo mismo vale para la dictadura
franquista que para la democracia actual…".
A Savater, pues, se la suda la realidad histórica de
España; sí, se la
sudan, para ponérselo fácil, todos los elementos de inercia, estabilidad y
permanencia de la sociedad española; sí, se la suda todo ese conjunto de
tradiciones, usos y costumbres que cambian muy lentamente en la historia de las
sociedades; sí, a Savater, por decirlo en términos de Ortega, se la suda la
creencia o creencias en España. Se la suda, en fin, que la Legión
española cambie su mascota, la cabra, por un mono…
A Savater sólo
le interesan las "ideas"; más aún, a Savater sólo le interesa la idea
de España como un conjunto de ciudadanos vertebrados en torno al Estado de
Derecho. Vale. El problema, y sospecho que Savater lo sabe
tan bien como yo, es que una nación de ciudadanos no es nada sin la carne de un
pueblo, de una sociedad, de unas costumbres, de unas creencias, de una realidad
que se mantiene al paso del tiempo.
Es terrible,
casi patético, que quienes defendimos, por encima de todo, la nación de
ciudadanos –más aún: tuvimos que esforzarnos por enseñar su poderío racional a
quienes no creían en el Estado nada más que para matarlo– tengamos ahora que
defender la carne de la nación, el sentimiento de amor, digno de ser
racionalizado, por la patria. Uno y otro
son inseparables.
Sobre la
alianza, o mejor, la capacidad de aliar estos dos asuntos, el primero
contingente y cotidiano, y necesario y excepcional el segundo, hasta el punto
de mostrar que pueden ser la misma cosa,
hay una inmensa y grandiosa literatura en España, de la que vendría a formar
parte este libro de Gustavo Bueno.
Bienvenido al club, del que, sin ánimo
exhaustivo, quizá convenga recordar algunos nombres: baste recordar a
Feijoo, por no citar antes al gran Quevedo, después a Donoso Cortés y a Menéndez
Pelayo, también a los siempre actuales Unamuno y Ortega; y, más recientemente,
a Sánchez-Albornoz y a Américo Castro; y ahora, ya, cómo no citar a Jiménez
Losantos y a César Alonso de los Ríos como autores que han precedido a Gustavo
Bueno en este esfuerzo, siempre
renovado en España, por vincular la carne y el espíritu, la nación y la
democracia, en fin, el destino y la razón de España.
Originalidad,
orden y sistema pone Gustavo Bueno en sus valiosos argumentos, pero, a pesar de
todo, sería ingenuo olvidarnos de que es, precisamente, su voluntad de
insertarse en esa tradición intelectual lo que otorga grandeza a España no
es un mito. Un magnífico resumen de
los argumentos que desde 1998 viene desplegando el autor contra quienes niegan
España. Un genuino contraataque "filosófico", o sea, una serie de
argumentos objetivos contra quienes consideran que España es un mito,
"algo" a lo que atribuimos, según la acepción cuarta del Diccionario
de la Real Academia Española, cualidades o excelencias que no tiene, o bien una
realidad de la que carece.
Siete
preguntas –¿España existe?, ¿España amenazada?, ¿desde cuándo existe España?,
¿España es una Nación?, ¿España es Idea de la Derecha o de la Izquierda?,
¿existe, en el presente, una cultura española?, ¿España es Europa?– y un
epílogo, titulado 'Don Quijote, espejo de la nación española', estructuran una
obra que puede servirnos, a veces con brillantez, para defendernos de aquellos
a quienes se la suda España.
Gustavo
Bueno: España no es un mito. Temas de Hoy, 2005, 302 páginas.
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