(Tenemos la peor izquierda de Europa. Lamentablemente, gracias a las leyes educativas- todas socialistas y los medios de comunicación, mayoritariamente de izquierdas- se retrasa el momento de que pierdan más votos y se conviertan en un partido irrelevante.
Como ya pasó en Italia y, más recientemente, en Francia.
Tenemos una derecha que es mala y una izquierda que es peor. ¡Qué pecado habremos cometido!
Mientras tanto, si dura mucho, Sánchez arruinará España, como ya lo hizo su amigo Zapatero.
¡Biba el sosialismo!)
LA PEOR IZQUIERDA DE EUROPA.
LA COMISIÓN DE LA VERDAD (UNO)
El presidente Sánchez acaba
de anunciar en Sudamérica la creación de una extravagante Comisión de la Verdad cuya
misión última sería fijar una versión canónica de la historia de España que
abarque desde el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 hasta la muerte del
dictador, el 20 de noviembre de 1975.
Extravagante, decía,
porque esas llamadas comisiones
de la verdad obedecen casi exclusivamente al ámbito político
latinoamericano, más en concreto a Argentina, Uruguay y Chile, los países del
Cono Sur que sufrieron la barbarie militar a finales del siglo pasado. Allí, esas figuras tenían sentido en la
medida en que con ellas se trataba de llevar a cabo una pesquisa judicial
para esclarecer decenas de crímenes
cometidos en un pasado muy inmediato por sus respectivas dictaduras
castrenses.
Así, ni en Chile ni en Argentina ni Uruguay se pretendió en
ningún momento fijar desde el Estado, y en concreto desde su Poder Ejecutivo,
un relato oficial de la historia contemporánea de sus respectivos países. Esa misión, como no puede ser de otro modo,
se les deja a los historiadores, los únicos competentes en la materia. Nada
que ver, pues, con nuestro caso, el español. Entre otras razones de peso,
porque la represión violenta contra los vencidos en la guerra civil de 1936 se
concentró, como es lógico, en la inmediata posguerra, y de aquello pronto hará
un siglo.
¿Una Comisión de la Verdad con
enviados de la ONU para establecer quién mató a Durruti? ¿Qué sentido tiene
eso? No
ha habido comisiones
de la verdad en
Europa; en ninguna
Europa, ni en la Occidental ni en la Oriental. No la hubo en Portugal,
donde la ruptura con el orden autoritario fundado por Salazar se produjo de un
modo brusco y revolucionario, esto es, sin contar para llevar a cabo la
transición con el concurso del personal político de la dictadura.
Pero tampoco se produjo en
ninguno de los antiguos países del socialismo real,
incluida la llamada en su día República Democrática de Alemania, el territorio
donde nació y vivió hasta la primera madurez la canciller Ángela Merkel. Y la
razón fundamental de que no las hubiese obedeció en todos los casos al mismo
motivo.
Porque tanto en el Este como en Portugal, la longevidad de sus
respectivas autocracias, al igual que sucedería en la España de Franco, llevó a
que el Estado y el régimen se mezclaran y confundiesen entre sí de modo
inextricable. Ante esa realidad ingrata pero insoslayable, proceder a
una depuración política a fondo tras la caída del sistema implicaría
desmantelar el Estado.
Porque las sociedades
polaca, húngara o checa no eran comunistas, pero las columnas vertebrales de
sus Estados sí lo eran y hasta el tuétano, además. Y lo mismo sucedía en
Portugal y España con sus respectivos autoritarismos de derecha.
La fantasía de la ruptura frente a la reforma de Suárez, el mito
que alimenta la frustración de esa parte de la izquierda española que aún hoy
sigue soñando con lo que pudo ser y no fue tras la muerte de Franco, se
sustenta en una incapacidad crónica para entender eso; para entender que la ruptura habría sido
imposible en cualquier caso, como imposible fue también en Portugal, porque nos
hubiera llevado a una situación como la de Irak tras el derrocamiento de Sadam,
cuando los norteamericanos incurrieron en la supina estupidez de crear el
caos más absoluto por la vía de licenciar a todos los funcionarios estatales
que procedían del partido Baaz.
La verdad histórica, y sin
necesidad de comisión ninguna, es que en la Transición ocurrió lo mejor que nos
podría ocurrir. Continuará.
(José García Domínguez/ld/1/9/2018.)
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