(Ahí lo tienen, momentos antes de saltar a la yugular de Albert Rivera, cuando dijo que su tesis era 'muy dudosa', o algo parecido.
El 'okupa', añadió, 'os váis a enterar'. Si tuviera mayoría absoluta Rivera tendría que huir a Bélgica. Por lo menos.
Socialismo es libertad.)
UN GOBIERNO INSOSTENIBLE.
Las señales que sigue
emitiendo el Gobierno sobre su voluntad de cesión a los independentistas
catalanes son cada vez más preocupantes. La reciente reivindicación de Quebec como un ejemplo útil para dar
soluciones a Cataluña, la asunción por el Estado del 60 por ciento de la deuda
a corto plazo de la Generalitat o la sistemática campaña en favor de la
excarcelación y los futuros indultos para los políticos presos son indicios de
que la Generalitat está doblando el pulso al Ejecutivo central.
Esos mensajes de debilidad se complementan además con el silencio de La
Moncloa ante el permanente chantaje y las amenazas de desobediencia en el
Parlament manteniendo el derecho a voto de Carles Puigdemont. Pedro Sánchez
es consciente de que su supervivencia en el poder está condicionada en gran
medida a la aprobación de los Presupuestos, y que ello depende, entre otros
partidos, de ERC y del PDECat. Y estar a
merced de los separatistas con la manifiesta endeblez que le conceden sus 84
diputados socialistas ha convertido a Sánchez en un riesgo para la estabilidad
de España.
Nada, absolutamente nada, ha mejorado desde su llegada al poder. Ni
cumple con su promesa de «normalizar» España ni con su compromiso de convocar
elecciones. Sánchez no solo está
desacreditado después de que ABC haya demostrado que plagió su tesis doctoral,
o de que haya tenido que destituir a dos ministros en tres meses, o de que
mantenga con respiración asistida a la titular de Justicia pese a mentir
públicamente.
Sánchez está desacreditado porque ni su
Gobierno es de «expertos», como presumió, ni está coordinado ni piensa en
fortalecer al bloque constitucional para la defensa de la unidad de España, muy
mayoritario en nuestro arco parlamentario. Las gestiones subrepticias del socialismo para mantener
viva entre los separatistas la esperanza de que los golpistas serán indultados
si son condenados por rebelión son dañinas para nuestro Estado de Derecho.
Si permanecen encarcelados a la espera de juicio es porque hasta siete
procesados huyeron de España, y el riesgo de fuga no es una elucubración
judicial, sino una evidencia. «Hacer
política» no consiste en arrodillarse ante el independentismo o en reducir,
como hizo ayer, el desafío golpista a «una crisis de convivencia», sino en
respetar las normas del Estado de Derecho, la separación de poderes y las
decisiones independientes de los jueces sin presiones indecentes.
Ayer Sánchez se empecinó en no sacrificar a la titular de Justicia para
no verse forzado a dar por concluida la legislatura, algo que por cierto no se
entiende si el CIS le atribuye hoy más del 30 por ciento de los votos. Sin
embargo, Sánchez sabe que es un dato sobredimensionado, y hasta sus socios de
Podemos y ERC han exigido la salida de Delgado. Sánchez prefiere huir hacia adelante con un Gobierno noqueado y en el
que los ministros que le sugieren elecciones son ignorados.
(Edit.ABC/27/9/2018.)
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