(No
tengo palabras para manifestar mi desprecio al PSOE, Podemos y los separatistas
antiespañoles.
Esto
no pasa en ningún país del mundo.Como dice Jon Juaristi, no hay dos pesoes, uno de garrafón y otro de botella limpia. Hay un solo pesoe siniestro, capaz de aliarse con la peor gentuza- antiespañoles incluidos- con tal de obtener el poder.)
PSOE, Podemos y nacionalistas
rechazan defender por ley los símbolos nacionales.
( Marisa Cruz/El Mundo/13 nov. 2018.)
3 comentarios:
El problema, yo creo, es el propio sistema que hemos adoptado. Sorteando la voluntad popular, determinados partidos pueden unir fuerzas y conseguir lo que el pueblo no votó. Muy legalmente, por supuesto. En Cataluña, en las primeras elecciones habidas tras la ascensión de Franco, o de su caída a los abismos, vaya usted a saber, hubo más de 1.300.000 abstenciones pero se declaró ganador a CiU con menos de la mitad de esa cifra y un par. Desde entonces, solos o en coaliciones catalanistas, siempre gobernaron los mismos a una mayoría inmigrante, los actuales nuevos indígenas catalanes y castellanohablantes, quieran o no, esa es la realidad. Similarmente, en Andalucía siempre mandaron los mismos. ¿Tan buenos son? ¿No hay maneras democráticas de impedir la creación de regímenes autonómicos? ¿No hay forma democrática de evitar la creación de coaliciones, especialmente después de celebradas las elecciones? Y, por último, ¿realmente nos representan y están a nuestro servicio? ¿Nos son necesarios y provechosos, de utilidad?
Yo también creo que el sistema autonómico no funciona. En realidad, mi último libro se titula 'El fracaso autonómico'. Pero, dicho esto, creo que el nivel moral y educativo de la sociedad es el que, más importantemente, determina el resultado de un sistema político. A pesar de que, como dije, no me gusta el actual. Aceptaría que siguiera si, como mínimo, se recuperasen para el Estado central las competencias de sanidad, educación y justicia. Y no se pudiesen delegar por mandato constitucional.
De vez en cuando, alguien propone reescribir la Constitución; suelen ser catalanistas-independentistas. Imagino que soñarán con ver, negro sobre blanco, que una autonomía pueda desgajarse del resto de España cuando así lo quiera. Otros ilusos le introduciríamos diferentes modificaciones, p. ej., que no pudiera gobernar una autonomía o desde la Moncloa, ningún partido enemigo de la Nación Española. Ahora habré de pagar por unas plusvalías y por un aumento de patrimonio. Se me va a requisar una morterada que va a contribuir al sueldo de sujetos que se desviven por un partido que en sus estatutos, art. 2. Objetivos, proclama que aspiran a separarse del resto de España, o al salario y pensiones de otros que no lo proclaman abiertamente pero lo practican o se comprometen con quienes aspiran a jibarizar este país. Me parece, más que injusto, un desatino. ¿Para esto corrí delante de los grises de Franco en su día? ¿Ya, por fin, sin el Caudillo, tenemos democracia y libertad? ¿Quién? ¿Nosotros, el pueblo?
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