viernes, 13 de noviembre de 2020

DESPACITO (a 20 Km/h.)

 

 Seguridad Vial - Tránsito lento en la indigestión vehicular

 

 DESPACITO (a 20Km/h.)

“El matrimonio es la primera causa de divorcio”, decía Groucho Marx. “La velocidad es la primera causa de muertes por accidentes de tráfico”, dicen nuestras autoridades, y es bien cierto. Así que desde ahora vamos a ir despacito, como ya presagiaba la célebre canción del verano 2017.

Es verdad que Groucho lo decía en broma, confiando en que el absurdo saltara a la vista. Sin matrimonio no habría divorcios, claro, pero no por eso vamos a dejar de casarnos. O sí, que ya hemos superado cualquier cosa que hubiera podido imaginar el bueno de Groucho. Nuestras autoridades, desde luego, se lo toman literalmente: si la velocidad es la causa de todas las muertes de tráfico, vamos a movernos despacito. Muy despacito.

Sí, eso generará algunos efectos secundarios: no sé si alguien habrá calculado el coste del tiempo perdido en los desplazamientos, o los efectos en vehículos diseñados para mayor velocidad. Pero eso no importa a nuestros próceres: en el fondo, les molestan los coches, y las víctimas del tráfico son la excusa. Igual que les molesta el matrimonio, y la violencia machista y la homofobia son otras excusas.

En realidad, el alcalde de Palma, José Hila, ha resultado un auténtico temerario: nos acababa de anunciar muy ufano que convertía Palma en “ciudad 30”, con una limitación general de la velocidad a 30 km/h, cuando a los dos días sale la Dirección General de Tráfico ¡y la baja a 20! ¿A dónde ibas, Hila? ¿Cuántas muertes habrás causado autorizando esa velocidad vertiginosa, un 50% superior a la fijada por la DGT, seguro que por criterios científicos? (lo habrá dicho Su Sanchidad, o sea, la Ciencia encarnada).

La verdad es que incluso 20 km/h se me antoja una barbaridad. Hagamos una cosa: les propongo quedar a José Hila y a Pere Navarro, director de la DGT, y les atropello a 20 km/h, ni uno más, a ver qué opinan. Estando ellos parados, porque si por un suponer corrieran en sentido contrario al mío a idéntica velocidad, el atropello equivaldría a 40 km/h. Los desgracio seguro. Nota: convendría regular que cuando uno se mueva, nadie más pueda moverse en un radio suficiente alrededor, para prevenir ese riesgo.

El objetivo, intuyo, es favorecer el uso de bicis y esos grandes inventos que han denominado “vehículos de movilidad personal”, aka patinetes del demonio. Una cosa buena tiene la norma, y es que prohíbe su circulación por las aceras. Aunque como eso no se va a cumplir, pues nada. En fin, que coches, motos, bicis y patinetes podrán circular todos juntos por las calzadas, en feliz y pausada armonía. La pacificación del tráfico, por fin.

Claro que si el objetivo es igualar la velocidad de todos los súbditos y súbditas (una actitud muy socialista, dicho sea de paso), me pregunto por qué no dan ya el paso definitivo e igualan vehículos y peatones. Ahí dejo esa idea. Ya se atisba el futuro paraíso progresista, donde igualemos aceras y calzadas, y todos podamos desplazarnos por la vía pública a idéntica velocidad, ya sea a pie, en coche, patinete o en mulo.

Aunque recuerdo una vez un joven padre con dos niños pequeños, uno de cada mano, a los que observaba embelesado, la cabeza gacha. El golpe contra una farola en toda la cabeza fue fenomenal. También los niños fueron bastante cabrones, pero el riesgo de colisión está ahí. Si fuera contra otra persona desplazándose en sentido contrario, el choque equivaldría a 6 km/h. Hagamos una cosa: les propongo quedar a José Hila y a Pere Navarro, y les doy con una barra de hierro en la cabeza a 6 km/h, ni uno más, casi seguro, a ver qué opinan. Definitivamente, lo mejor es estarse todos quietos. Riesgo cero.

Hablando de igualar: saben que la concejal(a) de Palma Dª. Sonia Vivas, consciente de que en nuestra política espectáculo prospera quien más da la nota, ha logrado saltar a la fama con su teoría de que los hombres beligerantes tienen penes pequeños, o viceversa. Estoy muy de acuerdo: no en vano, como me apresuré a comunicarle en Twitter, me considero bastante pacífico, lo que confirma su aserto. El caso es que, para prevenir esa desagradable beligerancia causada por la desigual dotación masculina, se me ocurre aplicar la universal solución socialista: igualar a la baja. Pablo e Irene seguro que nos pueden dejar alguna guillotina. Todo por la igualdad.

 

(Gabriel Le Senne/MallorcaDiario/12/11/2020.)

 

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