Liberales y Conservadores (2º)
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Las tecnologías de la Información y de la comunicación se califican como DH de cuarta generación. Un aspecto de estos DH, lo hemos visto, por ejemplo, en las protestas de los jubilados contra la digitalización de los bancos. Mejor dicho, la eliminación, por parte de los bancos, de las facilidades y usos habituales de clientes de avanzada edad- como es el caso de las libretas- en aras de una completa digitalización. Clientes que han estado depositando sus ahorros, en estos mismos bancos o cajas, durante décadas. Este comportamiento es injusto y abusivo. Porque muchas personas de esta edad avanzada no saben manejarse bien con la digitalización. Y se los quitan de encima cuando han aprovechado sus ahorros durante décadas. Es vergonzoso.
De momento, tal vez debería llamarme ‘liberal’. Un liberal algo ‘impuro’, porque valoro mucho las tradiciones, siempre que no atenten contra los derechos humanos. ¿Me aceptarían los liberales ‘puros’? Aunque esto es más complejo, porque- como dije- hay diversos tipos de liberales.
Los que no me aceptarían- ni yo a ellos-, son los canallas dirigentes actuales, o sea, filoterroristas (Bildu), comunistas (Sumar) y golpistas (ERC/Junts), coordinados por el golfo mayor del reino, el socialista Pedro Sánchez. Dicho en términos políticos. Cuadrilla de golfos sin escrúpulos que, como dice Araceli Mangas, llevan a cabo una ‘Autocracia parlamentaria’, que consiste en apoderarse poco a poco de todos los poderes del Estado, retorciendo o violando de lleno la Constitución.
¡Hay que ser muy miserable – o de izquierdas- para tragar que lo que hace el golpìsta/traidor Sánchez es progresista! ¿Qué decir de los que votan a este tipejo socialista sin escrúpulos? Hablemos claro, o son estúpidos/fanáticos, chupatintas, o tontos del culo. O sea, plebe, populacho. No diré lo que pienso de Alberto, que sigue ofreciendo pactos y acuerdos al golpista/traidor Sánchez. ¿Merece llamarse líder de la oposición, o es un acomplejado esperando turno?
Se suele decir que una de las principales diferencias entre liberales y conservadores está en que los liberales quieren cambios que favorezcan la libertad individual. Y esto redundaría en el progreso social. También suele decirse que los conservadores prefieren mantener las normas y las tradiciones para defender los valores colectivos.
Dicho así, me acerco más a los liberales. Sin embargo, ya he comentado que no se trata de mantener las tradiciones, sin más, o rechazarlas, sin más. De modo que sigo defendiendo la importancia de las tradiciones, con las advertencias ya estipuladas, pero también quiero que se favorezca la libertad individual, siempre que sirva para progresar. ¿En qué sentido ‘progresar’? ¿Tienen algo que enseñar nuestras tradiciones para ‘progresar’? ¿Hay un solo sentido de ‘progreso’? Y si hubiera varios sentidos ¿cómo elegimos? Creo que viene a cuento una cita de Alexis de Tocqueville: ‘Cuando el pasado ya no ilumina el futuro, el espíritu camina en la oscuridad’.
Esto exige interpretación. Ni somos, ni debemos ser, esclavos del pasado, ni deberíamos creer que podemos empezar de cero. Sólo las mentes simples, o fanáticas, lo creen. Es típico de las mentes totalitarias- especialmente de la izquierda- hacer ‘limpieza general’. Y empezar de cero, porque todo el pasado es basura. Lo que siempre ha implicado brutalidades e injusticias sin cuento.
Otra diferencia habitual- se dice- es que los conservadores serían proteccionistas y defensores del nacionalismo, en concordancia con sus ideas de mantener los valores, las tradiciones y la identidad nacional. En cambio, los liberales rechazarían las restricciones comerciales y estarían a favor del internacionalismo. También hay que matizarlo.
Estoy en contra del nacionalismo. Un ejemplo sería el catalanismo realmente existente y sus colegas vascos, como Otegi y, también, los del PNV, que ‘recogen las nueces’. En marzo/abril 2023, unas niñas se suicidaron en Cataluña. Por lo visto se reían de ellas porque no hablaban bien el catalán. Eran argentinas de doce años. Es un ejemplo de enfermedad nacionalista. Hay muchísimos más casos de intolerancia y fanatismo catalanista (socios de Sánchez), pero este artículo no está dedicado a esta lacra identitaria. Dicho esto, no estoy en contra del patriotismo, que es otra cosa. Además de hueso, necesitamos carne. Además de formas, necesitamos contenidos. Por eso, el ‘patriotismo constitucional’ de Habermas, me parece insuficiente. Aunque la desmesura suele ser mala. Una cita de Fernando Savater puede ayudar a entender lo que quiero decir. ‘Todos tenemos apéndice, pero no todos tenemos apendicitis’. Para el buen entendedor… O un ejemplo de mi cosecha. Querer a tu madre es lo normal, pero no es normal estar enamorado de ella. Es enfermizo.
Por otra parte, sí estoy, en principio, en contra del proteccionismo. ¿Por qué digo ‘en principio’? Porque si bien creo que el proteccionismo no es bueno, tengo dudas de lo que se debería hacer si ‘los otros’ actúan como proteccionistas. Haría lo más conveniente a los intereses de mi país. O sea, España. Me dejaría aconsejar por economistas competentes. ¿Me hace esto liberal, o conservador? ¿O es irrelevante? ¿O soy las dos cosas?
Del Dictionary of Economics de Donald Rutherford, traduzco la voz ‘Protection’. ‘…sin embargo, la protección temporal ha sido aceptada por muchos economistas, ya que sería útil como medio para animar a las industrias nacientes’.
Si aceptamos esto, el problema a discutir sería la dimensión e intensidad que debería alcanzar la ‘protección temporal’. Además de tener en cuenta las circunstancias de la sociedad concreta en el momento concreto. No es conveniente hablar en abstracto, despreciando el contexto. En todo caso, nadie, o casi nadie, se salva de haber sido proteccionista durante un tiempo equis. O sea, con cuidado, pero sin criminalizar el proteccionismo temporal. Y atenerse a los efectos, queridos y no queridos. Si pueden preverse.
Los liberales y conservadores defienden la economía de mercado y se oponen al socialismo y al comunismo. Porque, los últimos citados, están en contra del libre mercado y contra muchas más libertades. Como han demostrado reiteradamente- y dramáticamente- en la Historia. Los liberales y conservadores, también se oponen al fascismo y al nazismo, por razones que deberían ser obvias. Y que, por ello, no voy a comentar.
Me parecen muy sugerentes las palabras del filósofo Higinio Marín, en relación al conservadurismo: «Estado sin estatalismo; nación sin nacionalismo; lo social sin el socialismo; el pasado sin la nostalgia fetichizante; el futuro sin utopismo». ¿Lo podría firmar un liberal? No creo que un liberal se opusiera a estas propuestas, aunque exigen interpretación. De momento, me apunto.
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