martes, 5 de febrero de 2008

CATALUÑA NUNCA FUE INDEPENDIENTE.



CATALUÑA NUNCA FUE ESTADO INDEPENDIENTE.



El recientemente aprobado estatuto de Cataluña contiene una afirmación que ha sido enarbolada durante décadas por los partidos nacionalistas, la de que Cataluña es una nación. La inclusión ha venido además refrendada por el Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero y por el PSOE, en un comportamiento sin precedentes. Semejante pronunciamiento (que colisiona frontalmente con el articulado de la Constitución) se sustenta no sobre la realidad de la Historia, sino sobre una mentira histórica de notables dimensiones. Y es que Cataluña jamás se consideró una nación, sino una parte más de una nación llamada España.

En fecha tan tardía como 1893, Francesc Cambó inició la tarea de predicar el catalanismo por las tierras de Cataluña. Sería él mismo quien, en sus Memorias, describiría el ambiente con que se encontró.

En su conjunto, el catalanismo era una cosa mísera cuando, en la primavera de 1893, inicié en el mi actuación (…) Organizamos excursiones por los pueblos del Penedés y del Vallés, donde había algún catalanista aislado (…) no creo que hiciéramos grandes conquistas: los payeses que nos escuchaban no llegaban a tomarnos en serio (…) Aquél era un tiempo en el que el catalanismo tenía todo el carácter de una secta religiosa. Puede decirse que todos los catalanistas se conocían entre sí.

Las palabras de Cambó serían confirmadas por Josep Pla, que añadiría:

Los catalanistas eran muy pocos. Cuatro gatos. En cada comarca había aproximadamente un catalanista: era generalmente un hombre distinguido que tenía fama de chalado.

Francesc Cambó.Desde luego, no dejaba de ser una situación peculiar la descrita por los dos ilustres catalanes si se tiene en cuenta que, de acuerdo con los postulados del nacionalismo, Cataluña es una nación oprimida por España. Por el contrario, lo que escribían sobre la situación de hace más de un siglo Cambó y Pla resulta lógico si se tiene en cuenta que, en términos reales y no míticos, fidedignos y no mentirosos, la historia de Cataluña y de los catalanes siempre ha sido la historia de España.

Desde luego, los romanos –que crearon el término Hispania– siempre incluyeron en sus límites los territorios de la que, ya muy avanzada la Edad Media, sería Cataluña. No en vano Tarraco, la actual Tarragona, fue capital de una de esas Hispanias. Lo mismo sucedió cuando, deshecho el Imperio Romano, se estableció en la Península un dominio visigodo que cristalizaría en un reino de España.

Significativo resulta, por ejemplo, que la primera capital de ese reino, con Ataúlfo, estuviera en Barcelona. Sabido es que muy pronto la capital, con lógica irrefutable, se trasladó al centro de la Península, y más concretamente a Toledo, pero a esas alturas los escritores visigóticos, con Isidoro de Sevilla a la cabeza, hablan de una nación llamada España cuyas raíces son romanas y cristianas y a la que han llegado recientemente los godos. Semejante visión no quebró –todo lo contrario– cuando la invasión islámica de 711 pulverizó el reino visigótico. El reino, no España, que se aprestó inmediatamente a la resistencia frente al invasor musulmán.

En un intento de protegerse de un ataque islámico, los reyes francos se apoderaron de unos territorios situados al sur de los Pirineos, a los que denominaron Marca Hispánica (nombre, ciertamente revelador,) y a los que convirtieron en zona de salvaguarda. Sin embargo, de manera bien significativa, los monarcas francos fueron conscientes de que aquel territorio que siglos después sería Cataluña era ya entonces España.

En abril de 815, poco después de la creación del condado de Barcelona como separación entre el reino de los francos y los musulmanes, Ludovico Pío, rey de Aquitania y soberano de Septimania, promulgó un precepto destinado a la protección de los habitantes del condado de Barcelona y otros condados subalternos. En el texto se habla, literalmente, de los “españoles” Juan, Chintila y un largo etcétera, y, sobre todo, se dice algo enormemente interesante sobre los habitantes de lo que ahora denominamos Cataluña:

Muchos españoles, no pudiendo soportar el yugo de los infieles y las crueldades que éstos ejercen sobre los cristianos, han abandonado todos sus bienes en aquel país y han venido a buscar asilo en nuestra Septimania o en aquella parte de España que nos obedece.

Estatua erigida a Ramón Berenguer IV en el Retiro madrileño.En el documento –como era de esperar– no aparece la palabra “Cataluña” ni la palabra “catalanes” porque eran ideas aún inexistentes, pero sí se hace referencia a cómo esa zona territorial formaba parte de España y a que sus habitantes eran españoles.

Hasta el año 1096 la familia de los condes de Barcelona –que seguían siendo vasallos del reino franco– fue de origen extranjero, y, con la excepción de Berenguer III, que se casó con María, hija del Cid Campeador, los matrimonios siempre se contrajeron con mujeres procedentes de algún lugar situado al norte de los Pirineos.

En el año 1137 un conde de Barcelona llamado Ramón Berenguer IV rompió con esa tradición, seguida durante siglos por sus antecesores, y contrajo matrimonio con la princesa Petronila de Aragón. De esta manera, el condado de Barcelona –que ni era Cataluña, ni era una nación catalana, ni tenía pretensión de serlo– volvía a reintegrarse en el proceso de reconstrucción, de reconquista, de una España que había estado a punto de desintegrarse por completo a causa de la invasión islámica. Y lo hacía como parte no de una confederación catalano-aragonesa, como dicen los nacionalistas, a pesar de que jamás aparece tal nombre en las fuentes históricas, sino como parte de la Corona de Aragón.

Esa conciencia de que Cataluña era tan sólo una parte de España y no una nación independiente la encontramos también en los reyes que ejercieron sobre ella su soberanía. Citemos algunos ejemplos. Cuando, en 1271, Jaime I salió del Concilio de Lyon, tras haber ofrecido la cooperación de sus hombres y de su flota para emprender una cruzada, exclamó: “Barones, ya podemos marcharnos; hoy a lo menos hemos dejado bien puesto el honor de España”. De la misma manera, cuando socorrió a Alfonso X de Castilla en la lucha contra los moros de Murcia, Jaime I sostuvo que lo hacía “para salvar a España”. De manera semejante, el rey Pedro III afirmó que había salvado el honor de España al acudir a Burdeos para batirse con Carlos de Anjou, manteniendo su palabra.

Y si esto pensaban los monarcas que reinaban –entre otros territorios– sobre Cataluña, no otra cosa pensaban sus historiadores. En el siglo XIV, el catalán Ribera de Perpejá escribió la Crónica de Espanya, en la que señalaba precisamente cómo Cataluña era una parte de esa España despedazada por la invasión musulmana pero ansiosa de reunificación. Y el gran historiador catalán Ramón Muntaner reclamó una política conjunta de los cuatro reyes de España, que son, escribió, “d’una carn e d’una sang”.

Nada de esto puede extrañar, si se tiene en cuenta que guerreros tan catalanes como los almogávares se lanzaban al combate gritando no Cataluña, sino “¡Aragón! ¡Aragón!”. ¿Hubieran podido gritar otra cosa, cuando Cataluña no era sino una parte de la Corona de Aragón y no una nación independiente?

Batalla de las Navas de Tolosa.Por su parte, Bernat Desclot, un autor cuya lectura sería más que sobrada para desmontar la mayoría de las mentiras históricas del nacionalismo catalán, nos ha dejado referencias bien significativas. Por ejemplo, al mencionar la batalla de las Navas de Tolosa (1212) señaló, en su Crónica, que en dicho combate habían intervenido “los tres reyes de España, de los cuales uno fue el rey de Aragón”.

De la misma manera, al narrar un viaje del conde de Barcelona a Alemania para entrevistarse con el emperador, Desclot relató que aquél se había presentado ante su majestad imperial diciendo: “Señor, yo soy un caballero de España”. Acto seguido, ese mismo conde de Barcelona había dicho a la emperatriz alemana: “Yo soy un conde de España al que llaman el conde de Barcelona”. No resulta extraño que el emperador, según nos cuenta el mismo Bernat Desclot, dijera a su séquito: “(…) han venido dos caballeros de España, de la tierra de Cataluña”.

No cabe duda de que los catalanes medievales –mal que les pese a los nacionalistas– tenían las ideas muy claras, y éstas no eran formar parte de una nación independiente.

Con esos antecedentes repetidos vez tras vez no puede sorprender que, durante los siglos siguientes, Cataluña y los catalanes se sintieran hondamente españoles. Como el resto de los españoles, participaron en la guerra civil de inicios del siglo XVIII, que algunos pretenden presentar falsamente como un conflicto independentista catalán, cuando fue un enfrentamiento dinástico. Defendían –con personajes como Casanova, convertido en icono nacionalista– no la independencia de la nación catalana, sino al pretendiente austriaco frente al borbónico.

Como el resto de los españoles, los catalanes también resistieron al invasor francés en el Bruch y en el asedio de Gerona, y no deja de ser significativo que una de las heroínas españolas más famosas de la guerra de la independencia fuera la catalana Agustina de Aragón.

Como el resto de los españoles, también los catalanes combatieron en Marruecos en 1859, a las órdenes de un general catalán llamado Prim, y desfilaron por las calles al sonido de Los voluntarios, una marcha militar que se interpretó entonces por primera vez.

Como el resto de los españoles, los catalanes sufrieron también el desastre de 1898. Cuatro de los 33 últimos soldados de Filipinas fueron catalanes.

Enric Prat de la Riba.Como el resto de los españoles, en suma, sufrieron las alegrías y tristezas de la historia de España, sin excluir la guerra civil de 1936, en cuyos dos bandos participaron. Nadie puede olvidar, por ejemplo, al Tercio de Montserrat, que, encuadrado en el ejército nacional, dejó su sangre, por ejemplo, en la batalla del Ebro.

No puede extrañar que, como señalaba Cambó, no hubiera apenas catalanistas antes de él, o que, como dejó escrito Pla, los pocos que existían tuvieran fama de chalados. ¿Cómo iba nadie a creer en el nacionalismo con ese pasado histórico? A día de hoy, una mentira histórica tan monstruosa como la del nacionalismo pretende cerrar los ojos de los catalanes a la verdad. Para ello ha seguido la consigna de Prat de la Riba:

Había que saber que éramos catalanes y que no éramos más que catalanes… Esta obra no la hizo el amor… sino el odio.

Tristes son las palabras de Prat de la Riba, pero no pueden ser tachadas de falsas. Durante décadas, los nacionalistas han inoculado en sucesivas generaciones de Cataluña ese odio a España, una España a la que se ha pintado no como la madre común, sino como una opresora; no como el tronco que sustenta las diferentes ramas nacionales, sino como un árbol odioso y extraño.

Además, los que han sembrado el odio se han empeñado en usurpar el nombre de Cataluña, como si fuera de su propiedad exclusiva, y se han permitido tachar de catalanófobos a los que no comparten los delirios del nacionalismo y tan sólo aspiran a que Cataluña sea una tierra en la que ni se asalte ni se agreda a los que no son nacionalistas; en la que la lengua catalana no sea barrera de separación sino instrumento de unión; en la que los padres puedan educar a sus hijos en su lengua madre, en la que no se vea al resto de España como enemigos sino como hermanos y en la que la ley sea la misma para todos, independientemente de que sean o no nacionalistas.

Para impedir tan nobles metas, para implantar el nacionalismo en centenares de miles de corazones, el nacionalismo catalán ha tenido que recurrir al uso sistemático e ininterrumpido de la mentira, una mentira que, entre otras cosas, afirma que Cataluña es una nación.



Mentiras de la Historia, capítulo VII, César Vidal.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Soy de los que opina que efectivamente Cataluña nunca fue reino independiente, no obstante me gustaria se rebuscase en libros de historiadores extranjeros de los siglos XV y siguientes para que por fin podamos cotejar todo, ya que los autores españoles y maxime en nuestros tiempos pueden hacer comentarios menos objetivos. gracias

Anónimo dijo...

Menuda mezcla de Churras y Merinas. En primer lugar, el concepto de nación no tiene nada que ver con la soberanía y, por tanto, nada tiene que ver con el hecho que un estado sea independiente o no. En segundo lugar, ¿Que es la independencia? Creo que Ud. se hace un pitote. Independéncia es, como su nombre indica, no depender de poder externo alguno, algo que innegablemente ocurría en Catalaunya desde el siglo IX y hasta 1714. Que Catalunya se uniera dinásticamente a Aragón, nada le quitaba a su soberanía: tras la unión dinástica Catalunya siguió manteniendo su idioma, sus leyes e incluso su propia moneda. El rey de Aragón jamás fue Rey de Catalunya, sino conde de Barcelona y, para poder gobernar en Catalunya, debía someterse a las leyes catalanas o, lo que es lo mismo, a las cortes catalanas. Lo mismo ocurriría siglos después con la unión dinástica con Castilla. Confundir soberanía con unión dinástica es un error de campeonato.

Un saludo

Anónimo dijo...

En este país tenemos fama de intentar borrar o eliminar la história que no gusta. Deberíamos aprender de los alemanes, que reconocen sus errores del pasado para evitar repetirlos.

Dicho esto, en los libros de história franceses se reconoce claramente que Cataluña dejó de pertenecer a Francia en el año 947.
La fusión de Cataluña y Aragón fué en el año 1162. Es decir fue indiscutiblemente independiente durante 215 años, reconicida en esa época hasta por el papa.

Además hay que añadir que a partir del 1162 se unen las dos tierras pasando a tener un sólo rey aunque leyes y monedas independientes... Y que el primer rey de esa unión fué Ramón Berenguer V, al que en Aragón llamaron Alfonso II y posteriormente sus siguientes descendientes.
Dicho rey era, para aquellos que quieran saberlo, el hijo de la unión del conde de Barcelona ( que actuaba cómo rey de Cataluña en esa fecha ) con la princesa de Aragón. Es decir que el matrimonio real se hizo para evitar conflictos entre tierras y tener un descendiente reconocido cómo rey en ambas tierras. No hubo ninguna conquista de una sobre otra...

Anónimo dijo...

Bla, bla, bla,...

Al final lo que importa es el sentimiento de independencia en Catalunya y evidentemente o mas claramente aún el que los catalanes no se sienten españoles. No se puede negar que la lengua, la cultura, la historia y las costumbres identifican a Catalunya como una nacion, estado o pais, llamenlo como quieran, distinto a España.

Ricardo J. Cutanda Pérez dijo...

por dios, que asco me da ore lo mismo...siempre la misma historia, yo se que catalunya...no pais vasco, jamas seran pais ni gaytas...la constitucion que firmaron incluso los nacionalistas catalanes y vascos, asi lo dictan, ya podemos marear mas la perdiz, pero es asi...los nacionalstas tienen el coco sorbido a las clases medias de estas dos comunidades, sabiendo que son "4 gatos", con todo esto se aseguran que las malas gestiones de estos se pierdan en el olvido...y vaya que lo han conseguido, pero oiga..."recogeran lo que siembren" de eso no hay duda...los catalanes no son tontos oiga...o no somos tontos, aun que sea manchego, llevo 12 años en catalunya, y oiga, catalan no se apenas pero lo entiendo, y jamas "la gente" me ha catalogado por ello, "pero si las administraciones", que rehuyen todo lo español...asi que dejen de hablar en nombre de todos los catalanes o vascos...y hagan examen de conciencia,q ue esto les estallara en las manos, bien cierto es...un saludo a CATALUNYA-ESPAÑOLA...

Anónimo dijo...

¿ Os habeis leido algun historiador que no sea mesetario-madrid ?
Pierre Vilar (francés), De Melo (portugués), Luis Ulloa (Perú),
Charles J. Merill (EEUU), ...
Hasta 1714 Cataluña tenia un ejército propio, hacienda, cortes, moneda, código civil, mercantil y penal diferente a Castilla.

Anónimo dijo...

Qué pena,con lo que ha costado la un idad de España, alo largo de los siglos,que ahora los políticos actuales ahonden en las diferencias más que en lo que nos une...qué pena por que ese odio es unilateral y artificioso...Cataluña y España es lo mismo,juntos aprenderemos y creceremos más que separéndonos.Deu.

Anónimo dijo...

Los catalanes en su mayoria son estremeños x lo tanto mas españoles k yo y si no estais contentos iros a conquistar alguna isla desabitada del pacifico y la llamais Cataluña.k eres tonto .idiotas bien k le llorais a el resto de España para pedir ayudas .VIVA ESPAÑA.

juan b d dijo...

Cataluña nunca a sido independiente siempre ha sido condados pertenecientes a los cortes de castilla y de aragon etc y sino que lean bien la historia no solo la catalana sino los historiadores de siglos pasados. lo que pasa es que cuentan la historia a favor de los que les interesa que les de el boto oh mas bien a los nacionalistas saludo a mis hermanos catalanes ah mi apellido es catalan

Anónimo dijo...

Pobre, qué pena, lo malo es que es así la incultura de vuestro país...dice que los catalanes ahora son extremeños. Estudia y deja de pertenecer a la inculta mayoría, date una vuelta por Catalunya y no hables de oídas, viaja y deja de ser un simple pueblerino...