(La sociedad española- un tanto por ciento que desconozco pero que intuyo elevado- es hipócrita. ¿Por qué? Porque ante ciertos acontecimientos adopta un papel 'buenista'. ¿Y eso qué es?
Una persona decente, normal, no hipócrita, ante los dolorosos acontecimientos de Melilla, deja aparte la demagogia. ¿Y en qué consiste? En taparse los ojos ante la gravedad y complejidad del problema, o sea, la inmigración ilegal. Y decir que quiere 'jamón para todos'. Algo parecido a 'Papeles para todos', de los irresponsables y estúpidos políticos progresistas españoles. ¿Cómo se puede ser tan imbécil e irresponsable? O sea, 'buenista'.
¿Hay algún país del mundo que deje las puertas abiertas para que entre el que quiera? No.
Por otra parte, los protocolos de actuación de la Guarcia Civil son de 2006, de la etapa Zapatero. Siempre tendrá que haber protocolos de actuación a menos que queramos volver al 'salvaje Oeste'.
En este caso, la UE actúa de manera egoista y estúpida. Las fronteras de Melilla y Ceuta son fronteras europeas y a toda Europa conciernen. Que se redacten unos protocolos acordados mayoritariamente- o unánimemente- por la propia UE. Pero que no se culpe, hipócritamente, a la Guardia Civil.
Y si nuestros 'buenistas' siguen protestando, les enviaremos unos cuantos ilegales a sus casas.
RESPUESTA A LAS CRÍTICAS EN MELILLA
La Guardia Civil 'protesta' por el acoso recibido
Los agentes han emprendido acciones para hacer ver a la sociedad la necesidad de controlar la inmigración ilegal.
(La Gaceta)
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
UNA GUERRA SIN ESTRATEGIA.Día 26/08/2010.
EL
asesinato de dos guardias civiles y un traductor iraní nacionalizado
español demuestra que en Afganistán no es posible diferenciar la
intervención militar de la misión humanitaria, y que empeñarse en
hacerlo, tras el atentado ayer en la base de Qala-i-Naw, sólo es una
forma de engañar a la opinión pública.
El atentado
terrorista, ya asumido por los autores, fue perpetrado por un conductor
local al servicio de un oficial de la Policía afgana acreditado para
acceder a la base. Fue, en palabras del ministro del Interior, «un
atentado premeditado». En efecto, lo fue porque el asesino llevaba
varios meses infiltrado en la base sin levantar sospechas y porque,
después de ser abatido por miembros del propio Ejército de ese país,
decenas de civiles afganos se enfrentaron a ellos, como una segunda
parte de la jornada criminal que habían preparado los talibanes.
Estas
muertes testimonian que en la guerra —sí, guerra— de Afganistán no hay
frentes definidos y que todas las tropas de la fuerza aliada están en
misión de combate.
La
extrema gravedad de la situación queda reflejada en esta novedosa
hostilidad contra nuestras tropas, en una zona donde se decía
oficialmente que su trabajo de reconstrucción y aseguramiento contaba
con el respaldo de la población. Pese
a la evidencia de la situación crítica que se vive en Afganistán, el
Gobierno no asume su responsabilidad de informar a la opinión pública
con sinceridad y transparencia sobre la gravedad de todo lo ocurrido.
En
vez de este ejercicio de rigor democrático, que descarga en Rodríguez
Zapatero, y sólo en él, el compromiso de dar cuenta a la sociedad en
sede parlamentaria, el Gobierno se ha instalado además en una estrategia
de subversión de sus ministros, entregando al de Fomento mensajes más
propios de uno de Hacienda; y al Interior, credenciales que
correspondían al de Exteriores (Melilla) o Defensa. Es comprensible en
cualquier ciudadano la tendencia a huir de las malas noticias, pero no
en el presidente del Gobierno.
Además
de información, para Afganistán hace falta una estrategia, que es lo
que prometió el presidente Obama para ganar las elecciones, hace
ahora un año y nueve meses, y que tanto entusiasmó a Zapatero,
dispuesto a preguntarse en público qué podía hacer él por Obama y no al
revés.
Pues
bien, en Afganistán no se sabe cuál es la estrategia que se está
aplicando y esta incógnita es la primera que hay que despejar no sólo
para recabar apoyo político y social, sino para seguir allí. Porque lo
que hace falta es una planificación auténticamente militar, y
no más discursos ocurrentes sobre el carácter seráfico de nuestra
presencia en un tierra hostil, donde el enemigo es implacable y ataca
alevosamente. (ABC)
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
NO SON PACIFISTAS, SON COBARDES.
No
solamente el gobierno socialista, que también. La izquierda zapateril
(y la farándula del progreso sin regreso) está instalada en el
'buenismo', una ideología idiota y entreguista. Consiste en creer que
'todo el mundo es bueno', y que 'hablando se entiende la gente'.
Solamente
un idiota puede creer esto. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que
millones de personas sean idiotas? Máxime cuando la mayoría de ellos,
probablemente, son personas competentes en sus respectivas profesiones.
La respuesta me parece que es la siguiente. 'Los hombres creen gustosamente aquello que se acomoda a sus deseos' (Julio César)
Pues
bien, ¿quién quiere ir a la guerra? ¿quién desea ir a pegar tiros allá
por Afganistán? Hay que estar loco para disfrutar con estas cosas. Por
tanto, ante una situación como la de Afganistán (o Irak, o Darfur, u
otras) se puede reaccionar, básicamente, de dos maneras.
Por
una parte, activar el discurso 'buenista' antes mencionado. O sea, en
el fondo todo el mundo es bueno. Sólo hay que dar la oportunidad
adecuada. Salvando las distancias que haya que salvar, recordemos que
Chamberlain y Daladier fueron a visitar a Hitler, con el intento de
evitar las hostilidades. Europa estaba llena de manifestaciones pidiendo
la paz. ¿Quién no quiere la paz? Hay que estar loco para no quererla.
El problema no es éste.
Y
con esto, pasamos a la otra manera de afrontar el problema. Las
personas que se sitúan en esta segunda opción también desean la paz. No
disfrutan pegando tiros. Lo que sucede es que no creen que 'todo el
mundo es bueno' porque tratan de fijarse en los hechos. O sea, tratan de
no confundir deseos y realidad.
Además,
suelen tener sentido del deber. Para la cultureta progre actual esto es
muy fuerte. Poco flexible. Los 'buenistas' prefieren (al menos en
teoría) pactarlo todo. Desde la dignidad a los calcetines, desde el
sentido de la responsabilidad a la rendición. La ilusión es alejar el
mal de sus narices. Al menos de momento. Como pagar rescate a los
asesinos. De momento solucionamos el problema. Luego ya veremos.
Pero
la realidad es tozuda. a pesar de que el gobierno socialista se
aprovecha de la debilidad de una sociedad relativista y hedonista. Una
sociedad que quiere oir que no hay guerra, que no hay problemas, que
podemos solucionarlo todo con talante. El miedo y la cobardía hacen el
resto. O sea, autoengaño.
En
estas circunstancias, el que proponga una línea de firmeza frente al
terror, será acusado de defender el 'terrorismo de Estado', o de
'provocar más violencia con actitudes intransigentes'.
Tenemos
que reconocerlo. Hay momentos, en la vida de las personas, o en la vida
de las sociedades, que la altura moral está por los suelos. Que el
alimento espiritual es el botellón, la televisión basura y pasarlo bien
que son dos días. Los valores del mérito, el esfuerzo, o el trabajo bien
hecho no están de moda. Pero esto tiene un precio. Y no estar dispuesto
a defender la propia libertad, la libertad que está en la base de
nuestras sociedades, tiene otro precio. Y será muy caro. Ya lo está siendo aunque muchos no quieran verlo.
Y
la libertad se defiende, a veces, lejos de nuestras casas. A veces con
la palabra. Pero, a veces, no basta. Hay que pegar tiros. Claro que no
hay peor sordo que el que no quiere oir.
En fin, tenemos lo que nos merecemos. Es una lástima, pero la cosa apesta. ¡Cobardes de mierda!
Sebastián Urbina.