El relato de La Moncloa se cae.
Bruselas corrige a Sánchez: la carta de Von der Leyen es solo cortesía y no un apoyo
Madrid ElDebate
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El relato de La Moncloa se cae.
Madrid ElDebate
Los hijos del Reino Unido son gente muy suya. Orgullosos, independientes y apegados a sus tradiciones, protagonizan a veces reacciones desconcertantes, como fue la del Brexit, asunto complejo que revela también errores de una Unión Europea que nació para evitar nacionalismos violentos y está generando burocracia infinita y pérdidas de identidad. Pero, en ocasiones, cuando el brillo de Occidente se eclipsa bajo el populismo y el protagonismo creciente de potencias autoritarias, aparece en las islas un rayo de luz que sirve de bálsamo a los amantes de la libertad.
En mayo de 1940, un ex Ministro conservador británico, Leo Amery, se dirigía así a su jefe de filas, el Primer Ministro Neville Chamberlain, en el Parlamento de Westminster: “Se ha sentado demasiado tiempo aquí para las pocas cosas buenas que ha hecho. En el nombre de Dios, váyase”. En enero de 2022, otro ex Ministro conservador británico, David Davis, ha repetido irónicamente la misma frase, en el mismo Parlamento, frente al líder actual de su partido, el peculiar Prime Minister Boris Johnson. El discurso del primero hizo caer a Chamberlain y ser sustituido por Churchill, con los acontecimientos posteriores que ya conocemos. Del discurso del segundo ignoramos sus posibles consecuencias.
Boris Johnson es un producto típico de los tiempos que corren. Un cruce de neoconservador antieuropeísta con hooligan resacoso del Leeds United, peinado como quienes destrozan garitos en Benidorm tras soplarse quince pintas subidos sobre un bafle. Un tory populista del siglo XXI con aires de protagonista gamberro de The Full Monty. Y esa explosiva mezcla genética y cultural le hace actuar en consecuencia. Por ejemplo, montando fiestas alcohólicas en el 10 de Downing Street mientras sus compatriotas estaban confinados por la pandemia. Delicado tema que ya investiga incluso Scotland Yard.
Pero el Reino Unido guarda siempre oculto, bajo su dilatada historia, sus joyas reales, sus pliegues de armiño y sus vetustas tradiciones, algún elegante atisbo de dignidad. Cuando peor pinta (no va con segundas) adquieren los acontecimientos, el altivo y orgulloso carácter British suele poner las cosas en su sitio. Y eso está sucediendo tras las últimas patochadas de su desenfadado Premier. Porque bastantes miembros del partido conservador se han rebelado contra el escándalo del “partygate”, y han pedido a su jefe de filas que dimita, marchándose incluso uno de ellos a las filas de la oposición laborista. Cosa que en España resultaría absolutamente impensable. Aquí parecería de otro planeta que un grupo de diputados socialistas pidiera a Pedro Sánchez que dimitiera por mentir en el Parlamento, usar el Falcon para viajes particulares, o por su pésima gestión de la pandemia. O a Francina Armengol por hacer lo mismo que Johnson en las oscuridades del Hat Bar.
Pero conviene aclarar dos cosas. La primera, que en el Reino Unido los parlamentarios lo son de verdad, y no seres semovientes que acatan sin rechistar lo que les dicta la disciplina de su partido, bajo amenaza de expulsiones o sanciones disciplinarias. La segunda, que el partido conservador británico -infinítamente más que el laborista- tiene una acreditada tradición de cepillarse a sus propios líderes si meten suficientemente la pata. Antes que Johnson sabemos que Chamberlain, Thatcher, Cameron y May integraron el nutrido pabellón de líderes tory caídos ante el furor de sus propias huestes.
Un Parlamento como el británico, con ese speaker reclamando “order” a voz en grito, en el que no hay asientos para todos los diputados ni atriles para el orador (el que habla apoya sus papeles en una vieja caja de madera repujada sobre una mesa central), transmite al mundo una filosofía política muy especial. Hoy bastaría con que 54 parlamentarios conservadores enviaran cartas de censura al llamado “Comité Parlamentario 1922”, cosa que funciona en absoluto secreto, para que se active el mismo mecanismo de moción de censura que Theresa May superó en 2018, dimitiendo meses después. Pero, a diferencia de lo sucedido en España hace tres años con Mariano Rajoy, allí esa remoción del Primer Ministro no se está promoviendo por la oposición, sino por los propios diputados conservadores descontentos con la labor de su líder.
Con independencia del resultado de este procedimiento, del que está trascendiendo al exterior solo la parte no afectada por el sigilo de las cartas de censura (hay rumores de que podría haberse superado el límite de las 54 necesarias), el Parlamento y el país están transmitiendo una imagen clara de ejemplaridad democrática. Allí no tienen borregos balando la partitura que les recita a todos un líder despótico y caprichoso. La dignidad personal de todo parlamentario y, en especial, su estrecha vinculación con la circunscripción que le ha elegido, hacen que se sientan libres para actuar en conciencia sin quedar siempre sujetos a la disciplina de su partido.
Buena parte de los conservadores hoy sublevados contra Boris Johnson fueron elegidos en el llamado “muro rojo”, una zona industrial del norte de Inglaterra con predominio histórico del laborismo, donde los electores se muestran por costumbre menos fieles al partido tory y más críticos con sus representantes electos. La conciencia de tales parlamentarios de estar representando a una especie de “sector crítico” les ha hecho movilizarse en el sentido de reclamar la dimisión de su propio líder. Esa vinculación afectiva con los sentimientos de su circunscripción electoral, unida a un profundo compromiso personal de rendición de cuentas ante sus votantes, marcan también una abismal diferencia entre los parlamentarios británicos y lo que sucede habitualmente en España. Donde, ante cualquier conflicto de intereses entre los electores y el jefe de su partido, ya sabemos de antemano cómo nuestros diputados van a actuar.
Con independencia de lo que ocurra con Johnson, el ejemplo de parte de su grupo parlamentario nos congratula con la democracia liberal. Seguirán siendo especiales pero, ante gestos así, y recordando a la Reina Isabel II sentada sola en un banco en el funeral de su esposo -cumpliendo estrictamente las reglas del coronavirus- sólo cabe levantarse y proclamar, pinta en mano y en voz bien alta, “God save the Queen”.
(MallorcaDiario/31/1/2022.)
(La editorial de ABC comete algunos errores.
En primer lugar, estos políticos que nombra, han sido elegidos en elecciones democráticas.
En segundo lugar, habla como si solamente hubiera una sola forma de construir Europa. No es cierto.
Estos políticos no pretenden 'disgregar Europa', sino construirla por otros medios. Potenciando las naciones existentes, construidas a lo largo de siglos, y a partir de ahi, dar pasos que consensuadamente consideren convenientes para la construcción de Europa.)
EDITORIAL ABC/30/1/2022.
ARMENGOL YA TIENE SU TV3.
Primero, los números. La radiotelevisión pública autonómica IB3 cerró el 2021 con una cuota de pantalla del 4,7% de media, unos 60.000 espectadores de media en Baleares. Un índice de audiencia que, aun admitiendo las dificultades de hacerse un hueco ante la salvaje competencia del mundo audiovisual, se antoja como un fracaso sideral tras haberse pulido el juguete que fundara Jaume Matas la friolera de 1.000 millones desde su creación, hace ya 17 años.
Tiempo más que suficiente para haberse consolidado como la referencia informativa balear, cosa que ni remotamente ha ocurrido a menos que tomemos por referencial la retransmisión de fiestas populares como Sant Antoni o Sant Joan, la grimosa exhumación de fosas franquistas o las clases de cocina de cómo hacer llengua amb tàperes o uns fideus de vermar a modo de canal gastronómico. 1000 millones, para que nos hagamos una idea, una cifra equivalente al gasto anual que viene manejando el sistema educativo balear.
A la vista de estos guarismos y apremiada al parecer por las quejas de los periodistas de la radiotelevisión pública balear, Armengol, ni corta ni perezosa, se ha decidido por fin a funcionarizar a los trabajadores de IB3. Digo funcionarizar porque esta es la palabra que sí entienden los sufridos contribuyentes y no internalizar, como los gremios periodístico y político insisten en llamarlo en politiqués, el idioma del poder cuya normalización justifica al parecer la existencia del ente público.
Después de diez años con IB3 bajo control socialista -los cuatro últimos de Antich y los seis que de momento lleva Armengol-, la inquera finalmente se ha caído del caballo y ahora cree que es «absolutamente necesaria la internalización» porque, dice, es «garantía de la información veraz, objetiva e independiente, que aporta en el proceso de normalización lingüística y que es un apoyo a un sector fundamental como es el audiovisual». Una «absoluta necesidad» tan y tan imperiosa, al decir de la socialista, que su partido ha tardado diez años en satisfacer y que, al fin y al cabo, obedece sólo al lógico deseo de todo periodista del sector privado de huir de la precariedad laboral y la penuria salarial, convirtiéndose en empleado público. Y que curiosamente va a producirse en 2023, año electoral.
Entretanto, nos preguntamos qué ha ocurrido con la otra televisión de proximidad que teníamos hasta hace poco como era Canal 4-TV, una televisión con unos informativos excelentes, independientes del poder de turno, que también contribuía -supongo- a la normalización lingüística y que tenía la ventaja de no costar un duro al contribuyente.
Por si fuera poco, las productoras audiovisuales que producen el 80% de los contenidos no informativos de IB3 han puesto el grito en el cielo temiendo que el incremento presupuestario de la funcionarización se hará a costa de la partida de producción de programas. «Las productoras de contenidos en Baleares nos sentimos ninguneadas. No se nos ha escuchado nunca», han protestado. Las productoras quieren naturalmente su parte del botín y reclaman al Govern una subida del gasto para ellas que sea equiparable al sobrecoste que costará la «internalización», unos 6,6 millones de euros.
Ya vemos cómo el Govern «apoya» al sector audiovisual en Baleares, este otro «sector estratégico» en la lengua de madera de Armengol, otra coartada para engatusar a la opinión pública puesto que en realidad los únicos que se van a sentir apoyados de verdad con la “internalización” van a ser los más de trescientos empleados públicos que van a poder vivir el resto de sus vidas a cargo de nuestros impuestos. Al resto, migajas.
Más allá del sobrecoste de 6,6 millones que de momento (y reitero, de momento) supondrá esta funcionarización, no está claro todavía cómo se va a completar la plantilla de nuevos funcionarios. Si bien el Govern ha declarado que las oposiciones para los informativos -la clave del meollo- serán públicas, independientes y meritocráticas, como reza el estribillo oficial, el comité de informativos de IB3 ya ha apostillado que se “hará todo lo posible” para que los periodistas actuales se queden.
No me cabe ninguna duda de que al final las oposiciones abiertas y a calzón quitado que ahora prometen se terminarán travistiendo en un concurso a la carta para que los periodistas afines al tripartito se queden y los menos afines ni siquiera osen presentarse.
Tras debilitar a EL MUNDO/El Día de Baleares con la contratación de algunos de sus redactores como jefes de prensa del Govern, tras la misteriosa espantada de Canal 4-TV y tras la celebrada “internalización” de IB3, a Armengol sólo le faltará dar una vuelta de tuerca más para controlar casi totalmente -siempre quedará la resistencia, claro- toda la opinión publicada de estas islas: nacionalizar la prensa de papel que todavía nos queda en las Islas porque comprarla, lo que se dice comprarla a base de subvenciones y publicidad institucional, ya lo ha hecho desde hace tiempo.
(Joan Font Rosselló/OkDiarioBaleares/29/1/2022.)
(Con nuestra admiración y apoyo.)
Los dirigentes de la formación prometen que nunca se irán de Cataluña y que servirán para que el Gobierno de España no dependa de ERC y Bildu.
(Reconozco que no lo sabía. No sabía que las tetas de Irene Montero dieran miedo.
Tendré que leer más las crónicas de sociedad. ¿O el Mundo Obrero? En fin, no se asuste. Imagine lo que quiera.)
La ministra de Igualdad apela al mensaje de la canción "Ay mamá" para defender que cuando se hacen políticas feministas se vive mejor
(Para los cenizos y cenizas que hablan de 'los hombres' o de 'las mujeres'. Esto no existe.
Hay una gran variedad. Esta es la realidad. Desconfíe de los que hablan de que 'los hombres son tal' o de que 'las mujeres son cual'. Es falso. Le quieren engañar.
Esto viene al pelo para recordar el mantra feminista: 'Los hombres son verdugos y las mujeres son víctimas'.)
Por ello mismo, María (estudiante de estética) se declaraba bisexual y explicaba qué busca en una pareja: "Las chicas me gustan todas, me encantan todas las mujeres.
Y los chicos me gustan malotes, con chándal... que le miras y dices: 'tiene cara de arruinarme la vida', me gusta".
(Marca/29/1/2022.)
Actualizada 02:14
'' La clase trabajadora empieza a estar harta. En cuanto haya un gobierno de derechas nos van a oír''.
(Antonio Mingote)
(Estamos gobernados por chorizos, incluido el chorizo mayor, Sánchez, que es el que ha colocado al resto.
Que una parte del gobierno- Podemos- se atreva a decir estas barbaridades que pueden leer más abajo, muestra la chusma barriobajera que nos gobierna. Pero muestra, también, el nivel aborregado de la sociedad española. De una parte de la misma.
Por supuesto, no dimite nadie.)
(La estupidez, los complejos y la falta de patriotismo español, han hecho- y hacen- que se premie a los que insultan a España y a los españoles.
Pero lo peor no es esto. Lo peor es que hay gente (dicho en fino) que les vota.)
ElDebate.
(M.A.Font/OkDiario/27/1/2022.)