¿SERÁ VERDAD?
Ha dicho la briosa jueza sevillana que "el Ministerio Fiscal tiene dos problemas, la jerarquía y la unidad de actuación". Dado que el Gobierno elige al fiscal general del Estado, y éste a los de Anticorrupción, el Gobierno está presente en todos los casos de corrupción"; que "no mueven un dedo si no reciben órdenes de Madrid, porque lo he vivido", y que "no se puede usar a los fiscales como lacayos".
Querrá decir que no se debe, porque poder, lo que se dice poder, vaya si pueden. Y como sucede con los jueces, que no pueden hacen carrera sin la protección de un partido político y ya no se sabe quién corrompe a quién, también los fiscales en los últimos casos de corrupción, de Madrid o Barcelona, o sea, de Pujolandia, han quedado a la altura de los jueces de los altos tribunales y de ese tribunal especial -y especialmente prescindible- llamado Audiencia Nacional, donde los profesionales íntegros se pierden en la pasarela publicitaria de jueces sin escrúpulos, a lo Garzón.
Volver a leer algo sobre la juez Alaya me devuelve con melancolía a aquellos tiempos en que jueces como Barbero o Gómez de Liaño podían convertirse en enemigos de la casta del 'PRISOE', pero tenían la atención y el apoyo de la ciudadanía a través de muchos medios de comunicación.
El gran cambio a peor, desde entonces, está en los medios, enfeudados a los grandes multimedia, y a la costumbre del PP y el PSOE de dominar jueces y fiscales para ahorrarse problemas con la Justicia, sin apenas oposición mediática.
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