lunes, 3 de septiembre de 2018

PADRES E HIJOS







PADRES E HIJOS.



He tenido la oportunidad de vivir dos tipos bastante diferenciados de relaciones entre padres e hijos. Estos tipos diferenciados se entienden mejor si se sitúan en sus contextos. Grosso modo, los contextos son, el franquismo y la democracia.



Aunque no creo en correlaciones mecánicas, no parece haber duda de la influencia de los contextos políticos, económicos y culturales en las relaciones humanas, entre ellas, las relaciones entre padres e hijos.


Por ejemplo, durante el franquismo la relación era más autoritaria. Es decir, los padres mandaban más y tenían más poder, que les daba la legislación y el contexto cultural. A veces, tenían, además, autoridad.



Es conveniente aclarar, aunque sea de pasada, que el franquismo no fue algo uniforme, de modo que la década de los cuarenta, por ejemplo, no es comparable con la década de los sesenta. No sólo económica y culturalmente, también políticamente. Cualquiera sabe que, por ejemplo, las universidades- al final del franquismo- estaban dominadas por la izquierda, de diversas tendencias. Al mismo tiempo, ni todos los padres, ni todos los hijos, se
comportaban siguiendo el estereotipo que nos muestran muchas películas españolas. Padres pegando cuando les venía en gana, e hijos asustados y serviles. Los había, pero no era el único modelo. Ni mucho menos.



Nunca tuve miedo a mis padres. Les tenía cariño y respeto. No recuerdo que me pegaran. Por otra parte, yo solía obedecer, porque el respeto que les tenía me obligaba a hacerlo. Tenía un desarrollado- seguramente derivado de las palabras y las obras de mis padres- sentido del deber.



Mi padre y mi madre fueron magníficos maestros y yo no quería ser menos. Las excelentes notas que sacaba les complacían. Y esto era un acicate más para seguir por este camino. Aunque nunca recibí grandes muestras de alegría por sacar matrículas. Pero creo que esto ayudó a reforzarme.



Una característica que, tal vez, fuese general, era la falta de ‘roce’ de los padres con los hijos. Si lo comparo con las relaciones entre padres e hijos de la actualidad, veo que ahora se besuquean mucho más. En mis tiempos, mis padres eran mucho más comedidos. Y no lo digo como una virtud, sino como un defecto. Y creo, pero es solamente una suposición derivada de mis ya lejanos recuerdos, que esta era una actitud habitual. Salvo cuando los hijos eran pequeños.



Como dije, no creo en las ‘correlaciones mecánicas’, pero si en las influencias- más o menos acusadas- que uno ha recibido. Padres, amigos, enemigos, maestros, éxitos y fracasos, tiempo y lugar en el que se vive, etcétera.



Aprendí a quejarme poco. No estaba bien visto. Hacíamos travesuras, pero éramos bastante ingenuos e inocentes. Robar almendrucos, perseguirnos los unos a los otros, apostar cromos jugando a la peonza, y un amplio abanico de juegos y travesuras. A veces, mirar algunas niñas de nuestro curso, o superior. Las veíamos en el recreo. Sabíamos muy poco del sexo femenino. Un maestro- al descubrir que un alumno tenía fotos, en un libro, de señoritas ligeras de ropa - nos hizo leer ‘palabrotas’, como ‘coño’, ‘culo’, ‘tetas’, etcétera, para sorpresa nuestra. Y mostró, al grupo, fotos de personas desnudas de algún libro de biología.



 No miro hacia atrás con ira. Desde luego hay cosas que no me gustan y deberían haber sido mejores porque no dependían del nivel económico. Pero también los padres estaban influidos por el ambiente. Unos más que otros.



A principios de mayo 2018- leí unas declaraciones del juez de menores, Emilio Calatayud. ‘Existe demasiado sexo y demasiado pronto en nuestra sociedad. Se ha banalizado por completo’’. No es por alarmar, pero cada vez nos llegan a los juzgados de Menores más padres desesperados porque sus hijos o sus hijas, con sólo trece años, o menos, mantienen relaciones sexuales completas con otros niños de su edad o algo mayores”.



Algunas personas- básicamente progresistas- creen que son miedos y prejuicios absurdos de curas, monjas, la Iglesia Católica y la derecha cavernícola. Yo creo que no. Creo que tiene importancia. ¿Tendrá esta banalización sexual alguna relación con la proliferación del botellón, las drogas, el fracaso educativo y el aumento de agresiones de hijos a padres?



La edad, la madurez, juegan un papel importante en lo que hacemos o deberíamos hacer. La fuerte sexualización de la vida temprana tiene que ver con la poca autoridad paterna, la influencia de los medios de difusión y los móviles. También la cultura progresista permisiva. Es relativamente habitual ver escenas de sexo explícito, por televisión, a cualquier hora. También el móvil, que les permite acceder a la pornografía. Y la extendida idea progresista de que ‘todo es relativo’. O con mi cuerpo hago lo que me place. Pero no es lo mismo que lo diga una persona adulta que un adolescente. En resumen, banalización del sexo.

Y nos podemos preguntar si todo esto es mejor. Una de las respuestas de progreso, es que no hay ni mejor, ni peor. Todo depende de lo que yo quiero. Si lo quiero, está bien.  


Hay edades tempranas en las que es importantísimo prepararse para la vida, lo que implica disciplina y esfuerzo. Aunque habría que hacerlo siempre, para mejorar. En la vida hay momentos placenteros y felices, pero también zancadillas, traiciones, frustraciones, etcétera. Hay que estar preparado para esto, y más, y no caer en falsas soluciones y destructivas obsesiones. Las drogas, el sexo, el desaliento, el nihilismo, la violencia...



 PD. Aumenta un 23,4 por ciento el número de padres que denuncian a sus hijos por maltrato en Baleares.

PD. Tienen 15 y 16 años, cursan 4º de la ESO en un IES concertado de Alcorcón, que es religioso. Los cuatro chicos fueron detenidos por enviar de forma masiva y reiterada en el grupo de chat del colegio un video pornográfico protagonizado por menores.

PD. El juez de Menores de Córdoba, Ruiz Rabasa (magistrado y psicólogo), ha alertado del alarmante aumento de la violencia de hijos contra sus padres.  Algo está fallando cuando los padres llegan pidiendo socorro.


 Sebastián Urbina.

(Publicado en El Mundo/Baleares/31/agosto/2018.)

5 comentarios:

Arcoiris dijo...

Desde mi humilde punto de vista, desde el ojo de la cerradura desde donde contemplo la parte del mundo que él me permite, yo me atrevería a atribuir estos problemas (ya sé que no exclusivamente) a los cambios habidos en la composición de nuestras comunidades familiares. Otrora (sí, era tiempos de Franco, pero también ocurría antes de él), las familias acostumbraban a tener varios hijos y éstos, necesariamente, habían de aprender sentimientos y comportamientos útiles dentro del pequeño núcleo y, luego, en sociedad: asunción de la autoridad de los mayores, reconocimiento y agradecimiento más o menos implícitos por sus sacrificios, colaboración, empatía, capacidad de trabajo en grupo… y, quizás, también, iniciación al sexo (realmente, ¿pasa algo? ¿Quién quiere escandalizarse?) Hoy se ha optado por una sociedad con un reyezuelo en la familia, el hijo único o la mascota. Más importante que rejuvenecer la sociedad, más que reocupar la España vacía, más que dotar a sus ciudadanos de ciertos importantes valores humanos y sociales, más... parece preferible alimentar a la mayor tropa de charlatanes de Europa, pasear esqueletos, ofrecer a extraños casas ajenas y así. ¡País!

Sildavia Viajes dijo...

En mi opinión el desapego familiar esta como de moda... canciones, tendencia e influencer de rrss así lo proyectan. Adicionalmente se presenta el complicado agente tecnológico que cada vez separa más a las personas y nos une ciegamente a un proceso sesgado que solo busca que seamos mas y mas consumidores de tecnología. Axiologicamente como se recuperan costumbres en este contexto? muy difícil... a pesar de que en España hay menos desarraigo que en otras latitudes que ubican a nuestro país el destino más cercano como cobijo (ya vemos la creciente oleada de inmigrantes en la península) y colapsan nuestros servicios públicos y condiciones laborales. En este fenómeno vemos Padres que se separan de sus hijos, e hijos que viendo un mundo de dificultades prefieren abandonar el nido para separarse de lo que representa el impedimento a sus posibilidades de volar: sus padres... una cadena de incongruencia que propicia lo que muy bien describes.

Sebastián Urbina dijo...

Cuando se ha perdido el rumbo (lo que está bien, lo que está mal, etcétera) se dan bandazos. Es lo típico de las épocas de crisis.

Arcoiris dijo...

Pronto hará cuarenta años; la revista “Pediatrics” publicó un artículo que denunciaba que un niño medio americano, al cumplir setenta años, habría pasado diez años de esa vida delante de un televisor. Quizás, aquí, no alcancemos tal consumo televisivo; sin embargo, cabe imaginar la influencia que puedan ejercer sobre los sentimientos de sus audiencias cadenas como TV3, pongamos por caso, y el aislamiento a que someten a sus consumidores estas cadenas, los móviles y otras modernidades. Desmond Morris escribió “El zoo humano”; es etólogo, no profeta.

Sebastián Urbina dijo...

Cierto. También 'Homo videns: la sociedad teledirigida' de G. Sartori muestra un un trsite panorama.