Conectar los puntos
Por Gabriel Le Senne
Recordarán aquellos pasatiempos de toda la vida que consistían en una nube de puntos numerados que había que unir por orden, hasta que la nube aparentemente amorfa se transformaba en un sorprendente dibujo que estaba ahí, oculto. Había quien veía enseguida el dibujo, mientras que otros necesitaban unirlos casi todos pacientemente antes de adivinarlo.
Luego, por supuesto, están los que no es que no vean: es que no quieren ver. Esos me recuerdan a algo que dijo Jesús:
"Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane."
Conectar los puntos, pasar de lo particular a lo general, de los árboles al bosque, contemplar el conjunto, es siempre necesario, pero hoy me parece imprescindible en tres campos.
El primero, en política: existe una probable conexión entre los siniestros acontecimientos que se desarrollan ante nuestros ojos. Por supuesto, lo primero para poder ver el gran dibujo es tener los puntos marcados y numerados en el papel. O sea, disponer de la información relevante. Para ello hay que acudir a las fuentes apropiadas y fiables, y separar de la paja lo veraz y lo importante.
De las nefastas ideas políticas que se nos deslizan a través de la propaganda omnipresente dimos una visión de conjunto la semana pasada. El resumen geopolítico podría ser que regímenes antidemocráticos dominan casi todo el mundo (China y Rusia como grandes potencias, y vemos cómo el totalitarismo socialista avanza por Sudamérica conquistando un país tras otro -Perú, Chile-), mientras que en Occidente las libertades se erosionan lentamente mediante la conquista paulatina de la población a través de la propaganda y, cada vez más, de la sustitución de los occidentales, por su escasísima natalidad (a causa precisamente de esa propaganda de ideas nocivas).
El segundo campo en que no se suelen conectar los puntos es el económico: raras veces se comprende el funcionamiento de lo que llamamos “mercado”, que no es más que la interacción económica de los millones de personas y empresas de todo el mundo: el comercio. La oferta y la demanda de los diferentes bienes escasos dan lugar al sistema de precios, que de manera espontánea trasladan información y permiten coordinar la actividad económica de toda la sociedad de un modo casi milagroso. Como lo sería la organización de un hormiguero o de una colmena.
El tercer campo es el de la filosofía y la religión: algunos no quieren ver cómo todo lo que sabemos apunta y cobra sentido ante la existencia de Dios. Si no les bastan los argumentos racionales que resumimos aquí, basta contemplar los reflejos del sol en el mar o el movimiento de los árboles con la brisa. O contemplar a los hijos o nietos, quienes tengan la fortuna de poder hacerlo.
Lo que tienen en común los tres campos es que la verdad es ‘contraintuitiva’, o digamos que requiere no fiarse de las apariencias y mirar en profundidad: a bote pronto acudiríamos a la ‘conspiranoia’ para descartar la necesidad de estar alerta, porque no queremos contemplar la posibilidad de que exista tanta maldad en los gobernantes como para manipularnos intencionadamente; ante la necesidad económica, sentimos que el gobernante debe hacer algo, y tal vez no comprendamos que dejar trabajar a la gente en libertad a menudo es la mejor opción; y en cuanto a lo filosófico, quizás no veamos más allá de lo material inmediato, para advertir la mano de Dios al fondo de todo este mundo maravilloso, donde el bien y el mal se mezclan y batallan a consecuencia de nuestro libre albedrío. Spoiler: si conectan los puntos, verán que al final gana el Bien. Ustedes verán.
(MallorcaDiario/8/7/2021-)
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