Vicente y la gente
'¿Dónde va Vicente? Donde va la gente' es una crítica a las personas que siguen a la mayoría, sin criterio propio. Sin embargo, en ocasiones, resulta positivo estar con la mayoría. No solamente desde un punto de vista prudencial sino, también, desde un punto de vista moral. O sea, sigo la corriente porque conviene (prudencial), o sigo la corriente porque- moralmente- es correcto hacerlo (moral).
Otro refrán dice: "Allá donde fueres, haz lo que vieres". Esto es una directa invitación a no ir por tu cuenta. Es una invitación a someterte al grupo. ¿Es correcto hacerlo así?
Depende. Si la mayoría de la gente tira los papeles en las papeleras, y si la mayoría de los conductores respeta a los ciclistas en las carreteras y a los peatones en los pasos cebra, está bien seguir a la mayoría. Y un largo etcétera. Pero las cosas no siempre son así.
Esto plantea el problema de que hay cosas que están bien y otras mal. O sea, es una crítica- aunque indirecta- al relativismo. Entonces, ¿qué debemos pensar de este otro refrán: "Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira"?
Supongamos que la mayoría está de acuerdo con este refrán. Vamos a parar un momento y preguntarnos si esta es la sociedad que nos gusta. ¿Usted cree que una sociedad relativista es la mejor sociedad? Supongamos que dice que sí.
Entonces, tan respetable sería Bildu- los herederos políticos de ETA, que nunca se han arrepentido, ni pedido perdón por sus crímenes- como un partido que rechaza la violencia como forma de política. Un mentiroso sería tan respetable como un no mentiroso. Un corrupto como un no corrupto…
Ahora supongamos que nos hemos dado cuenta de que el relativismo es un disparate. Y pensamos que lo correcto es seguir las costumbres establecidas, solamente si son buenas. Esto supone saber lo que está bien y mal. En este caso, al seguir las costumbres buenas, tendríamos sociedades conservadoras, en el sentido de conservar lo que hay. ¿Podría ser esto un problema? Sí, porque las circunstancias siempre cambian y, a veces, estos cambios deberían obligarnos a replantear algo de lo que hacemos.
Por tanto, ¿es malo seguir el orden establecido? Hay preguntas que no requieren un ‘si’ o un ‘no’ por respuesta, sino una justificación matizada. Un orden social se asienta, entre otras muchas cosas, en rutinas. Si tuviéramos que pensar detenidamente todo lo que hacemos perderíamos muchísimo tiempo. Por eso las rutinas son tan importantes. Suponen una gran economía de tiempo.
Pero, una vez más, hay rutinas que son malas. Imaginemos las rutinas que rodeaban la opresión de los nazis sobre los judíos. O de los comunistas sobre cualquiera que no se sometiera a ellos. Aunque las rutinas tienen la ventaja de ahorrarnos mucho tiempo, hay valores más importantes. Sin embargo, habitualmente, es difícil dejar las rutinas establecidas. Hace falta valor y voluntad para cambiar de rumbo. Somos acomodaticios. Somos rutinarios.
Si somos ‘conservadores’, en el sentido de seguidores de los establecido, iremos repitiendo nuestras conductas y el statu quo. Pero una persona que siempre ‘se repite’ a sí misma, se empobrece. Exceptuando necesidades naturales como comer y conductas claramente malas como matar, etcétera… Y lo mismo sucede con las sociedades. En cualquier caso, no es fácil cambiar, incluso cuando reflexivamente creemos que es bueno hacerlo. ¿Por qué? Porque no es fácil saber si -ahora- debemos cambiar, qué debemos cambiar y en qué sentido. Intereses espurios aparte. A veces, por pereza o miedo, se mete el polvo debajo de la alfombra.
Si aceptamos esto, desearemos sociedades en las que la repetición de lo establecido no sea obligatoria. Preferiremos una sociedad que respete a los buscadores. Según Karl Popper, buscadores de la verdad. Pero, como la verdad es provisional, la búsqueda ha de ser una búsqueda sin término, como dice el título de un libro suyo.
¿Significa esto que deberíamos estar buscando continuamente? Creo que no. En el ámbito de la vida práctica y de la racionalidad práctica, estar buscando continuamente, como una forma de duda permanente, no es propio de personas maduras. Pongamos un ejemplo.
Un niño va caminando, con su padre, por la ciudad. En un cierto momento, el padre le dice:
- Tienes que estar atento a lo que sucede a tu alrededor.
- ¿Por qué?
- Porque podrían suceder cosas desagradables.
- ¿Por qué?
- Porque podrías tropezar con algo y hacerte daño, o no darte cuenta de un coche que te puede atropellar.
- ¿Por qué?
- Porque podría matarte.
- ¿Por qué?
Etcétera.
Con independencia de la calidad de las interrogaciones, el juego de la duda (por utilizar el lenguaje de Wittgenstein) supone algunos elementos de certeza. No se puede dudar de todo.
Entonces, ¿qué sociedad deberíamos querer? Mi opinión es que Occidente ha inventado la solución menos mala. No hay que perseguir al discrepante. Es decir, al buscador que se aventura por caminos no trillados (y no sangrientos) por los otros humanos. Esto supone una sociedad tolerante, libre y pluralista.
Por eso, la opción menos mala es vivir en una relativa incertidumbre. Digo ‘relativa incertidumbre’ porque los mortales- en su gran mayoría- no resisten una gran incertidumbre. Decía J. W.Goethe: "… prefiero cometer una injusticia antes que soportar el desorden". Por supuesto, no todo el mundo está de acuerdo. Pero, aún sin conocer encuestas, creo que la mayoría estaría de acuerdo con Goethe.
Y yo. Con desorden, ¿qué justicia puede haber?
Orden y justicia. Libertad y seguridad. La solución menos mala es aceptar un equilibrio inevitablemente imperfecto (relativa incertidumbre) entre valores importantes que, de vez en cuando, entran en conflicto. Es mucho mejor tratar de solucionar, civilizadamente, estos conflictos que imponer un único valor absoluto, que convierte al discrepante en delincuente.
Es lo típico de los sistemas totalitarios. Aquí, en España, la ‘ley de memoria democrática’ del gobierno social comunista impone por ley la ‘verdad oficial’. Como hacían los bolcheviques. La guerra civil y la dictadura franquista serán lo que ellos digan. Discrepar será delictivo. Nada de batalla cultural, ¿verdad, Pablito? ¡Demuestra lo valiente que eres insultando a Abascal!
¡Y a esta bazofia la llaman ‘memoria democrática’!
No tienen vergüenza. ¡Y les votan!
(MallorcaDiario/28/7/2021.)
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