jueves, 15 de julio de 2021

ROMPAMOS LAS CADENAS

 

Rompamos las cadenas

La casualidad ¿o causalidad? de un coche averiado me condujo a la iglesia de la Merced justo el día en que los mercedarios celebraban la fiesta de Cristo Redentor. Como esta palabra ha caído algo en desuso entre los no creyentes, convendrá aclarar que significa “que redime”, o sea, que “rescata o saca de esclavitud al cautivo mediante precio” (RAE).

También precisa el diccionario que “en las órdenes religiosas de la Merced y la Trinidad, religioso nombrado para hacer el rescate de los cautivos cristianos que estaban en poder de los sarracenos.” Pues en efecto, los mercedarios, orden fundada en Barcelona en 1218, se cambiaban por los cautivos de los musulmanes para liberarlos. La libertad es para ellos el don más sagrado del hombre. Y precisamente por esto, a imitación de Cristo, entregan la suya por liberar a otros.

Ocurre sin embargo que, como con tantas cosas, se difunde hoy un concepto tergiversado de la libertad. La mentira es la gran enemiga de la libertad (y al contrario, “la verdad os hará libres”). Libertad no es hacer lo que me dé la gana en cada momento, estar libre de obligaciones, o seguir mis instintos o apetencias sin freno alguno. Ésa es una libertad aparente, superficial, inconsistente, que en realidad conduce a la esclavitud. Verán.

Siguiendo a los escolásticos, conviene distinguir entre libertad exterior e interior. La exterior es la ausencia de coacción: que la sociedad respete nuestro derecho a elegir y desarrollar nuestro proyecto vital. Es lo que facilita un ordenamiento jurídico liberal, hoy por desgracia seriamente comprometido, pues el socialismo no sólo avanza a marchas forzadas en países como Perú, Chile o que reprime brutalmente a la población en Cuba, sino también en Occidente, paso a paso.

Por ejemplo, en el último año, la presión fiscal sobre las familias españolas se ha incrementado en 3,84 puntos porcentuales, a pesar de que sus rentas han disminuido un 7,34% en el mismo período. En 2021, los españoles habrán dedicado, de media, un total de 193 jornadas de renta para cumplir con sus obligaciones con Hacienda. Ello significa que este martes, 13 de julio, fue nuestro Día de la Liberación Fiscal (Civismo). Y subiendo, porque acaba de entrar en vigor la Ley 11/2021, ‘Antifraude’, que a decir de expertos como Alejandro del Campo supone “una subida de impuestos brutal y encubierta”.

Pero más importantes aún son esas otras cadenas, interiores, que nos apartan de una libertad plena. Por ejemplo, enlazando con lo que decíamos antes, entre la juventud se ha propagado un miedo al compromiso, a asumir obligaciones, derivado de un egoísmo exacerbado y de una mala comprensión de la libertad, que conduce a muchos a malgastar su vida y a la sociedad en conjunto al desastre demográfico.

Porque ejercitar la libertad consiste precisamente en asumir compromisos y responsabilidades. Porque ser libre no consiste en hacer siempre lo que apetezca, es decir, en conservar siempre una ‘libertad de elección’. Bajo esa idea de libertad, en el momento en que la ejercitamos y nos comprometemos, paradójicamente, la perdemos. Y por eso algunos, buscando su vida, la perderán: la dejarán pasar sin mojarse, sin implicarse, sin arriesgar, sin amar. Porque amar implica entregar mi libertad al amado. Dejar de pensar en uno mismo para pensar en el otro.

El mal, cualquier mal, trata de engañarnos mostrándonos un bien aparente (en este caso, la ‘libertad de elección’) mientras nos roba el bien auténtico (la capacidad de amar, o sea, de entregarnos: entregar nuestro tiempo, asumir compromisos; ponerlo todo en manos del ser amado, porque su bien es como el propio). El mal siempre esclaviza; por eso la última petición del Padrenuestro es libera nos a malo: líbranos o libéranos del mal.

La libertad auténtica busca el bien, y cuando lo identifica, es capaz de entregarlo todo por él. Como el mercedario que se entrega para liberar a un cautivo. Entrega su libertad exterior, porque internamente será más libre que nunca, como Cristo es libre en la Cruz. Porque lo entregan todo por amor: piensan en el bien del amado, no en el sacrificio propio. Y cuando se ama así, con todo el corazón, con todas las fuerzas, es cuando todo cobra sentido. Se ejercita plenamente la libertad, mientras que del otro modo, por miedo a perderla, se deja pasar la vida sin usarla.

Por eso, por esta importancia de la libertad, exterior e interior, la Virgen de la Merced se representa rompiendo cadenas. Comprendamos bien qué es la libertad y defendámosla siempre, para que nuestros hermanos cubanos, con quienes estuvimos unidos políticamente por cuatro siglos, vuelvan a ser pronto libres, y para que seamos capaces de combatir eficazmente las amenazas que avanzan en todo el mundo contra la libertad, a menudo invocándola.

 

(MallorcaDiario.)

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