Censura woke, identidades y tribus
Escucha la noticia
‘La censura «woke» también ha llegado a los libros de uno de los autores infantiles más vendidos de la historia con más de 250 millones de libros vendidos: Roald Dahl. La editorial Puffin ha contratado a «lectores sensibles» para que reescriban fragmentos de sus libros que hoy puedan considerarse «ofensivos». (LGI/20/2/2023.)
Por supuesto, hay muchísimos más casos. Por ejemplo, Oliver Twist ya no es huérfano y tampoco es niño, ni blanco: ahora es niña, negra y tiene móvil. Se trata de la obra de teatro musical Unexpected Twist, basada en el libro homónimo del autor Michael Rosen.
Finalmente, otro ejemplo. La película ‘Lo que el viento se llevó’ de 1939, un drama histórico ambientado en una plantación del Sur de Estados Unidos durante la guerra civil, ha sido considerada como una de las mejores películas de la historia del cine. Pues bien, setenta y ocho años después de su estreno fue juzgada (en USA) como material ofensivo.
Son ejemplos de la censura woke. Es normal que la izquierda no se enfrente a ella. Los inquisidores son ellos mismos. Lo grave es que la derecha (simplificando) no haga nada frente a esta hegemonía cultural, agresiva e intolerante. ¿Verdad, Alberto y empresarios importantes?
Aunque muchos lectores sabrán qué es la ‘cultura woke’, digamos algo, para empezar. ¿Cómo definir la cultura woke? ¿Cuál es la importancia de la identidad para entender cómo surge?
La cultura woke hace un llamamiento a estar despierto: la palabra woke viene del inglés vernáculo afroamericano y se refiere a estar despierto y atento a las posibles injusticias sociales que suceden a nuestro alrededor. Estas injusticias no necesariamente son explícitas sino muchas veces son simbólicas, microagresiones, micromachismos, microracismos, etc.
‘La cultura woke pone en el centro de su paradigma la identidad. Es decir, la idea de que nos configuramos políticamente en base a una identidad, y que es nuestra identidad lo que nos da esa estancia política… identidad que ha desplazado a otras ideas de libertad o de compromiso político’. (The Objective/14/12/2021.)
Destacaré dos aspectos. Uno se refiere a la moda woke de juzgar ideas o comportamientos del pasado con los valores del presente. Concretamente, con los valores del presente que tienen las personas con ideología woke. Porque, afortunadamente, no todo el mundo es un inquisidor intolerante, como ellos. Son muy agresivos y violentos con los discrepantes. Esto es, probablemente, lo peor de la ideología woke. Se creen poseedores de la verdad absoluta. Típico de las mentalidades totalitarias.
El otro aspecto es la identidad. Sacralizar la identidad, como hace la ideología woke, minimiza al individuo y hace la identidad intocable. Fomenta el poder tribal y la sumisión a la tribu. La tribu identitaria se convierte en un fin en sí mismo que está por encima de los individuos que la componen. No se puede criticar y, mucho menos, por alguien que no forma parte de la tribu identitaria. Catalonia es un ejemplo de esta enfermedad identitaria. ¡Charnego el que no bote!
Como ha dicho, Mary Kaldor (Professor of Global Governance and director of the Civil Society and Human Security Research Unit at the London School of Economics), la ideología woke fomenta la fragmentación de la sociedad. Y, añado, con la fragmentación de la sociedad en diversas identidades sacralizadas, (tribus identitarias) una mayor confrontación social.
No olvidemos que los defensores de la ideología woke derribaron estatuas del mallorquín fray Junípero Serra, que ayudó a miles de nativos americanos. Sin embargo, le han acusado de ‘racista’ y ‘esclavista’. Este es un ejemplo, entre miles, del comportamiento salvaje de los defensores de la ideología woke. En Palma de Mallorca, una estatua de fray Junípero Serra fue embadurnada de rojo, con una pintada llamándole ‘racista’. Los autores eran de izquierdas. Y, como es habitual, odian al hombre blanco, a Occidente y al cristianismo.
Ejemplos de identidades tribales sacralizadas, o sea, que no pueden ser criticadas, ‘nosotras, las mujeres’; ‘nosotros, los homosexuales’; ‘nosotros, los negros’, ‘nosotros, los indígenas’, etcétera.
En la medida en que una mujer, un homosexual o un negro, un indígena, etc, renuncien a su individualidad y se integren en el grupo identitario, se sentirán más protegidos por la tribu. Es el conocido ‘calor del establo’. Pero serán menos libres. Claro que, cuando ya se rebuzna, esto importa poco.
Todos necesitamos sentirnos parte de un grupo, sea amigos, colegas del trabajo, seguidores de un equipo de futbol, etc. O sea, necesitamos cierto calor del establo, como dijo Nietzsche. Compaginamos la pasión de sentirnos diferentes con la de identificarnos con un grupo, o una tribu. Pero el problema no es de todo o nada. El problema aparece cuando sentirse parte de un grupo, implica sacralización de ese grupo. Además de fanatizarte, difumina seriamente tu individualidad. Entonces, te conviertes en ‘miembro’ (o ‘miembra’) de una tribu identitaria. Rebuznas sin darte cuenta. Estás ‘integrado’.
Lo que es muy diferente de ser un individuo que quiere caminar su propio camino, con esfuerzo y constancia. Como decía Ortega, un proyecto vital. Y si no tienes éxito, no dar la culpa a la sociedad. Y empezar de nuevo. Lo contrario de rebuznar con paguita del gobierno y piso okupado.
PD. Elecciones Mayo. Bildu (socio del gobierno socialista) lleva en sus listas a terroristas con delitos de sangre. No sólo son infames estos asesinos, y su socio, el socialista Sánchez, también los que les votan. Sólo una sociedad moralmente enferma puede votar a esta gentuza y sus cómplices, los socialistas gobernantes.
No tengo palabras para manifestar mi desprecio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario