CARLES MANERA LA ÚNICA VOZ SERIA DEL GOVERN.
He discrepado- ideológicamente- en el pasado de un Carles Manera que me da la impresión, y con todas las salvedades que se quieran, que ha evolucionado hacia posicionamientos más moderados de los que asumía entonces. La discrepancia ideológica no empece, sin embargo, para que reconozca la entidad y calidad de su obra como historiador de la economía balear en un espacio historiográfico, a mayor abundamiento, prácticamente desierto hasta su irrupción publicística.
Esta seriedad y solvencia académicas se notan en sus comportamientos políticos: es una rara avis en el deprimente panorama que nos ofrece uno de los peores gobiernos autonómicos que hemos tenido. Su actitud, como responsable económico del Govern, no sólo es correcta, sino lúcida. Distanciándose de los habituales voluntarismos, brindis al sol y realidades virtuales a los que tan aficionados son sus compañeros de gabinete- comenzando por Antich- ha hecho y dicho lo que, en las presentes y difíciles circunstancias, se espera de un político inteligente y honesto: no ocultar la gravedad de la crisis, reconocer la inquietante tendencia de todos los indicadores económicos y sociales y advertir que nos dirigimos hacia un “crecimiento cero” que es, habitualmente, la puerta inevitable, no ya de la depresión, sino de la recesión de crecimientos negativos.
Diagnosticar correctamente la enfermedad es el primer paso para aplicar la terapia adecuada y este paso lo da Manera. Otra cosa son los inevitables voluntarismos propios de los políticos con responsabilidades de gobierno. En este sentido, la austeridad de las administraciones autonómicas que propone, correctamente, y anuncia Manera, no muestran siquiera indicios de que vaya a producirse. Basta repasar las políticas del Govern, del Consell de Mallorca, del ayuntamiento de Palma, el disparo de los gastos corrientes y el despilfarro generalizado de dineros públicos para sospechar que la única voz seria de este Govern incurre, en realidad, en esto que los anglosajones llaman whishful thinking, es decir, creencias que se desean pero que no se materializan en la realidad. (Antonio Alemany/LB)
1 comentario:
Querido Sebastián, te agradezco, aunque tarde, tu comentario. Estoy en la London School of Economics, como Investigaador Visitante, hasta fines de septiembre. Si necesites algo de aquí, puedes contactar con mi correo electrónico. Un fuerte abrazo. Carles
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