La progresía está lanzada. Pasen y vean.
NOVEDAD.
No soy vidente, pero me arriesgo a pronosticar la principal novedad política para los meses próximos: la aparición de un partido de extrema-derecha con posibilidades significativas en las elecciones de 2015.
Desde la desaparición de Fuerza Nueva, la extrema-derecha social y política ha estado cobijada en Alianza Popular, primero, y en el PP hasta hoy mismo, dejando en los márgenes extraparlamentarios a grupúsculos falangistas y neonazis.
No va a ser exactamente el residual extremismo azul, pardo o negro el que va a fraguar en un nuevo partido. Va a ser una extrema derecha de «cuello blanco», que no se reconocerá como tal, que no cuestionará públicamente la democracia, pero que abogará por un autoritarismo reaccionario.
El caldo de cultivo se ha intensificado con la anulación de la doctrina Parot, las pulsiones independentistas en Cataluña y el País Vasco, el desquicie de la crisis económica, el desplome de la imagen de la Monarquía y la corrupción de los partidos y de los políticos, factor este último que resucita la crítica franquista a los males de la partitocracia y excita en esos sectores la añoranza de un fuerte partido-guía. El auge del nacionalismo español frente a los periféricos, la prevención xenófoba hacia los inmigrantes en tiempos de crisis y de reverdecimiento de ese nacionalismo español y la concurrencia de los católicos más integristas van a completar el precipitado que cristalizará en ese partido de extrema-derecha.
Ya hay políticos que están dando los pasos. Algunos proceden, estaban o están situados en la órbita del PP del País Vasco y Cataluña y han visto cómo sus tesis eran derrotadas y ellos mismos desplazados. Esos y otros se proponen confluir con personas que transitan por el terreno de algunas asociaciones de víctimas del terrorismo y atraer, con un populismo nacionalista, a quienes se mueven en el magma del integrismo católico. Hay medios y periodistas perfectamente alineados, sea o no su intención contribuir al fenómeno.
Dicen por ahí que la ley Gallardón sobre el aborto y otras leyes recientes en marcha son un guiño a esos sectores. Si lo son, no bastarán y llegan tarde. Estoy convencido de que Ana Botella se refería a la próxima aparición de ese partido de extrema-derecha cuando habló, en el Siglo XXI, de un riesgo de fractura en el suelo electoral del PP.
(El Mundo/Manuel Hidalgo.)
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IDIOTECES
POLÍTICAMENTE CORRECTAS.
El artículo ‘Novedad’ de Manuel Hidalgo/ElMundo, nos ilustra de la llegada
de una ‘extrema derecha de cuello blanco’, que no se reconocerá como tal.
Me interesa justificar mi afirmación. No pretendo calificar sin más, sino
mostrar que lo que dice M.H., es un ejemplo de las muchas idioteces políticamente correctas que nos invaden. El
lector decidirá.
Antes de analizar su artículo, aclaremos el significado de ‘extrema
derecha’, para saber, con precisión, a qué se refiere.
Dado que en el diccionario de la Real Academia Española no aparece la voz
‘extrema derecha’, acudo a Wikipedia:
‘Extrema
derecha o ultraderecha son términos utilizados en política en sentido
peyorativo para describir movimientos y partidos políticos con tendencia
populista que sostienen un discurso ultranacionalista, xenófobo y autoritario,
en defensa exacerbada de la identidad nacional que no aboga por el
mantenimiento de las instituciones y las libertades democráticas.’
Lo
diga Wikipedia, o no, la expresión ‘extrema derecha’, aquí y ahora, es
peyorativa. Aunque dice que sí lo es. Por tanto, M. H., habla, peyorativamente, de un posible
nuevo partido. ¿Por qué?
Porque sería autoritario, xenófobo y ultranacionalista españolista.
Veamos estas acusaciones más de cerca.
Autoritario.
Esta vez sí. El diccionario de la RAE dice en su cuarta acepción: ‘Dicho de un régimen o de una organización
política: Que ejerce el poder sin limitaciones’. Las tres acepciones
primeras son redundantes. La cuarta, que es la utilizada, es la más
explicativa. Por tanto, es propio de un poder político sin limitaciones que no
abogue por el mantenimiento de las instituciones y libertades democráticas. En
consecuencia, según M.H, el nuevo partido no sería democrático. Esto es lo que
significa de ‘extrema derecha’. Aunque sea de ‘cuello blanco’.
Para contextualizar la supuesta xenofobia de este nuevo partido, supuestamente de ‘extrema derecha’, veamos esta noticia:
‘... hemos conocido la noticia de que el primer ministro británico abanderó la introducción a última hora en el Parlamento de una nueva regulación que restringirá el acceso a las prestaciones sociales de los inmigrantes europeos, a fin de disuadir a aquellos que pretendan "vivir del Estado". El Gobierno conservador-liberal demócrata tramitó la normativa con urgencia para que pueda entrar en vigor el 1 de enero de 2014... (18/Diciembre 2013/ld).
O sea, en nuestro entorno europeo tendríamos ya partidos de ‘extrema derecha’, como sería el caso del gobierno conservador de Cameron. Como resulta que este señor ha sido elegido democráticamente, la mayoría de los británicos serían de ‘extrema derecha’. Con elecciones democráticas, eso sí. Aunque no es el único gobierno europeo que toma medidas parecidas en materia de inmigración. Pero no quiero extenderme en esta cuestión.
Ultranacionalista españolista.
Suena a broma pero me lo tomaré en serio, porque no es bueno dejar que la progresía diga cualquier tontería políticamente correcta sin recibir contestación. España es uno de los pocos países (tal vez el único) en el que mucha gente (mucha) se avergüenza de agitar la bandera nacional. Podría ser acusado de ‘facha’. Es uno de los pocos países (por no decir el único) en el que cantar el himno nacional es peligroso indicio de ser de ‘extrema derecha’.
No voy a extenderme. No hay peor sordo que el que no quiere oír. Prefiero aconsejar (al lector) la lectura del libro de César Alonso de los Ríos, ‘La izquierda y la nación. Una traición políticamente correcta’. Es más que suficiente para darse cuenta de la peligrosa e inexacta bobada de M.H.
Resumiendo. Si usted cree que la liberación del asesino Bolinaza es criticable, máxime cuando el gobierno no estaba obligado a liberarle, es de extrema derecha. Si usted se ha molestado (ya no digamos indignado) por la anulación de la doctrina Parot, es de extrema derecha. Si a usted le irritan las pulsiones independentistas en Cataluña y País Vasco, es de extrema derecha. Si usted se cabrea con la corrupción de los partidos y los políticos, es usted de extrema derecha. Si usted va a misa y a comulgar todos los domingos, es de extrema derecha. Si usted cree que el aborto no es un derecho y que debería ser regulado en forma de plazos o supuestos, es de extrema derecha. Etcétera.
O sea, usted merece el más profundo y sano desprecio de los auténticamente demócratas, como Manuel Hidalgo.
Sugerencia. No permita que la idiotez políticamente correcta le amargue el turrón.
Sebastián Urbina.
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Penúltimo ejemplo de idiotez políticamente correcta.
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