LA IZQUIERDA
USA Y LA ESPAÑOLA.
Los
periódicos, televisiones y emisoras de radio anuncian (9/noviembre/2016) la
victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton en las elecciones
norteamericanas.
Una victoria
sorprendente porque Trump la ha conseguido teniendo en contra el establishment,
la banca, las finanzas, el mundo universitario, casi todos los medios de
comunicación y la gran mayoría del mundo del espectáculo.
Además de
ser blanco, heterosexual y millonario, Trump tendría gravísimos defectos. Machista,
racista y xenófobo. ¿Cómo ha podido ganar? ¿Están locos estos norteamericanos?
Tiempo habrá
para comprobar qué políticas, internas y externas, sigue Trump. Porque, sin
duda, no se hace nunca todo lo que se ha dicho en la batalla electoral. Ya sus
primeras declaraciones han sido conciliadoras. Desde felicitar a Hillary
Clinton, a decir que piensa gobernar para todos los norteamericanos.
Hay, aparentemente, razones profundas que explicarían este éxito electoral.
Entre ellas, hartazgo y
descontento con las ideologías dominantes: multiculturalistas, abortistas,
homosexistas, políticas “de género”, o el feminismo radical. También el
cansancio de las políticas socialdemócratas, que han arruinado a las clases
medias. O la globalización, que ha hecho perder muchos empleos que antes
parecían seguros. Todo esto, supuestamente, es lo que representaba Hillary
Clinton. Por cierto, se presenta a Trump como millonario, lo que es cierto. Sin
embargo, lo que se dice mucho menos es que el matrimonio Clinton ha ganado 154
millones de dólares entre 2001 y 2016. Y atesora una fortuna de
alrededor de 6.000 millones de dólares.
Con
independencia de estas razones profundas, que el tiempo confirmará, rechazará o
matizará, lo que quiero destacar ahora es el comportamiento de los derrotados
en estas elecciones.
Por
ejemplo, Hillary Clinton aparece en público- con retraso, eso sí- y dice que
reconoce la derrota, pero, y esto es muy importante, se ofrece a Trump para
trabajar juntos por los Estados Unidos. Y añade algo más, que le honra.
‘’Donald Trump va a ser nuestro presidente. Le debemos una mente abierta y una
oportunidad para liderar", dijo Clinton en un discurso ante miembros de su
campaña y simpatizantes.
Algo parecido sucede con
el Presidente Obama. Deseó
éxito a Trump y afirmó: "Todos estamos en el mismo equipo". Además,
prometió una transición pacífica, ‘como cuando yo tomé el relevo hace 8 años’.
Estas facilidades que menciona Obama fueron obra de Bush.
Ahora
podemos comparar estos ejemplares comportamientos norteamericanos con los
comportamientos de los políticos de izquierdas ante el gobierno de Rajoy, en el
mes de noviembre de 2016, después de un gobierno en funciones desde el 20-D de
2015.
Pues bien,
el comportamiento de la izquierda española es muy diferente. Prestemos
atención, en primer lugar, a las actuaciones del -hasta ahora- otro gran
partido nacional, el PSOE. El que ha compartido el gobierno de España, con el
PP, durante estos últimos cuarenta años.
Dejemos
aparte el ‘no es no’ y la negativa, en redondo, a dialogar con Rajoy, que había
ganado las elecciones, aunque no pudo formar gobierno. ¿Por qué no pudo formar
gobierno? Porque los socialistas no estaban dispuestos a colaborar en la
gobernabilidad de España, absteniéndose en la investidura. No se les pedía que
apoyaran a Rajoy con un ‘sí’. Se les pedía una abstención, por
responsabilidad. Por compromiso con el interés general.
Como es
sabido, el mediocre y sectario Pedro Sánchez, urdió a escondidas un acuerdo con
los comunistas de Podemos y separatistas varios. Ofreciendo, a estos últimos,
apoyo para celebrar referendos soberanistas. Algo que estaba prohibido por las
decisiones del Comité Federal del PSOE. Al fin se descubrió el pastel. El
escándalo fue mayúsculo y provocó un grave y bochornoso enfrentamiento ente los
propios socialistas. Cómo sería de grave que pidieron que estuviera presente la
policía nacional, cerca de la sede socialista de Ferraz, para evitar posibles
altercados.
Resumiendo,
la opción sensata- la de la ‘vieja guardia’ y los cercanos a ella- ganó frente
a una minoría- quince creo recordar- que se mantenían en el ‘no es no’ a Rajoy,
para impedir la formación de gobierno. Lo que hubiera forzado a unas terceras elecciones.
Al final, se
impuso la abstención, aunque los quince diputados ‘sanchistas’ desobedecieron
el acuerdo del Comité Federal y vocearon el ‘no’ en el Parlamento.
Se podría
decir que este lamentable espectáculo se produjo antes de la formación del
nuevo gobierno de España. Pero la diferencia con los norteamericanos es que,
allá, se portaron como nobles y generosos compatriotas. En cambio, aquí, una
parte de la izquierda- los ‘sanchistas’ del PSOE y Podemos- se comportaron como
enfermos de odio. Ya no tiene sentido hablar- al referirnos a esta gente- de
nobles compatriotas que, una vez perdida la batalla electoral- se comportan de
manera responsable. No, el odio ‘a la derecha’ les puede más.
La otra
izquierda, la de la abstención, se ha limitado- por ahora- a no caer en el pozo
del odio al Partido Popular. La derecha separatista, como siempre. Tratando de
chantajear a los gobiernos de España. Rajoy sigue escondiéndose tras el TC y
Sánchez ofrecía más ‘encaje’ a los separatistas catalanes.
¿A qué se
debe tanto odio, de buena parte de la izquierda, que le impide un comportamiento
parecido al de Clinton y de Obama con el ganador de las elecciones?
En los
políticos norteamericanos hay un reconocimiento público de que, por encima de
ellos y sus partidos, está la nación americana. De ahí que, terminada la
batalla electoral, haya que atender al bien superior de la nación.
En cambio,
para la izquierda española, la nación española se la trae floja. Este es el
problema que explica- no justifica- el odio cainita a la derecha. Zapatero
dijo: ‘El concepto de nación es discutido y discutible’. El de nación española,
no el de nación vasca, catalana o gallega. O la que haga falta. Para el
comunista Iglesias, el himno nacional español es una ‘cutre pachanga fachosa’.
Es
nuestra izquierda del cambio de progreso.
PD. Los progres
no entienden que, en democracia, se pueda votar a Trump. Incluso a Sánchez e Iglesias.
Sebastián
Urbina.
(Publicado en ElMundo/Baleares/17/Noviembre/2016.)
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