(Usted se informa de lo que la libertad políticamente le permite.)
EL VELO MEDIÁTICO.
EL ATENTADO islamista de anteayer empezó siendo en TVE sólo «un incidente». En La Sexta, la niña del ojo izquierdo de Soraya, era obra de «un coche que presuntamente
había atropellado a varias personas», porque hay que respetar la
presunción de inocencia de los vehículos que atropellan solos.
John
Carlin, (el prisaico jefe de Prensa del acuerdo Santochenko-Timochenko
que montó la campaña contra el madridista James por no respaldar, como
más de media Colombia, la rendición al narcomunismo de las FARC) avisó
en El País, la niña del ojo derecho de Soraya, que «las autoridades
británicas, e incluso Trump podrían aprovechar los sucesos de Londres
para imponer más restricciones migratorias». Qué
gentuza, en vez de abrir los brazos a todos los que quieren enriquecer
con la religión de la paz y el amor la grisalla de la sociedad
occidental, mayormente británica.
Y son incontables los medios que durante más de un día,
cuando ya se contaban muertos y heridos, repetían lo del «presunto
terrorista con rasgos asiáticos», fórmula que la sharia mediática
impuesta en el Reino Unido ha encontrado para no decir «musulmán» junto a
«atentado», porque no se puede criminalizar a toda una comunidad,
ejemplarmente pacífica. Los hindúes y los sijs están en desacuerdo con
eso de los «rasgos asiáticos», porque dicen que ellos son asiáticos y no
matan a nadie. Fea manera de señalar a sus íntimos enemigos
paquistaníes, que, como en Cataluña, constituyen el núcleo duro del
islamismo radical británico.
La sharia de lo políticamente correcto es más severa en los países con más diversidad racial, cultural y religiosa, tan enriquecedora como poco conflictiva. En España, los medios sólo llevan hiyab, pero vamos camino del burka.
El diario de Cebrián, anfitrión en la conyugal Fundación Atman de Tarik
Ramadán, que algunos países impiden entrar por ideólogo del terrorismo,
confesaba: «La prioridad inmediata (del Gobierno May) es descartar que
el ataque formara parte de una trama más amplia». En Birmingham, bastión
del islamismo radical, o sea, terrorista, han detenido a varios, pero
no es, no puede ser esa «trama que es prioritario descartar».
Y ojito: si a algún periodista se le ocurre decir la palabra «Islam», será fulminantemente despedido. Forma parte de esa trama más amplia incapaz de comulgar con ruedas de molino.
F. JIménez Losantos/El Mundo.)
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