DEBERÍA ENTERARSE.
CALIFICAR.
Presumo de haber escrito y dicho en muchas ocasiones que si
el problema catalán, que tantas energías nos ha hecho malgastar, fuese
estudiado con un mínimo de rigor por universitarios extranjeros, alejados de la
pasión que el asunto suscita, concluirían que estamos ante un movimiento
étnico, totalitario, antidemocrático y contrahistórico.
A nada que un
estudioso de la historia de las ideas políticas, como la danesa Marlene Wind,
se enfrentó en serio a la inmoderada propuesta de los separatistas catalanes, tras
escuchar el lunes a Puigdemont, concluye que su discurso recuerda al de la
Alemania de la preguerra.
Cataluña
era la zona más privilegiada de España, en gran medida por las concesiones
que desde más de ciento cincuenta años han hecho los distintos gobiernos
centrales. Su riqueza se levantó con las
manos de los españoles de otras tierras.
Plantear
ahora romper con ellos por razones étnicas, supremacistas o de insolidaridad
económica es sencillamente una propuesta antidemocrática que
en los manuales universitarios se etiqueta de manera muy clara. Dejo a la
inteligencia del lector el calificativo.
(Bieito
Rubido/ABC.)
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