jueves, 25 de enero de 2018

PROBLEMA: HIPERSEXUALIZACIÓN






SEXO Y FELICIDAD.

A medida que la libertad política y económica disminuye, la libertad sexual tiende, en compensación, a aumentar. Y el dictador hará bien en favorecer esta libertad.

 En colaboración con la libertad de soñar despiertos bajo la influencia de los narcóticos, del cine y de la radio, la libertad sexual ayudará a reconciliar a sus súbditos con la servidumbre que es su destino. 

Aldous Huxley, Prólogo de «Un Mundo Feliz».







LAS LOLITAS SEVILLANAS.

Tiene diez años y estudia Primaria en un colegio privado sevillano al que acude cada mañana sola. Por el camino se entretiene y, por ello, muchas veces llega tarde a clase. Nada más entrar en el centro escolar se mete en el baño y, con la puerta abierta, se mira al espejo. Se peina y se pinta los labios y los ojos. Aún no está desarrollada, pero se ciñe los pantalones y la camisa para parecer mayor. Estudia cada movimiento que hace, ladea la cabeza, es altanera y tiene una actitud seductora: habla con las manos y vocaliza en exceso. Se comporta como si estuviera actuando y busca a los monitores y al profesor de Educación Física. Cuando acaba la clase, otras compañeras se reúnen con ella para imitar su forma de vestir, compitiendo entre ellas por el chico que les gusta y hacerse fotos. Todas esas imágenes las cuelgan en las redes sociales.


Es un ejemplo real del fenómeno de las nuevas «Lolitas» que aparecen constantemente posando en las redes sociales donde tienen su propio perfil pese a que aún no han cumplido los 16 años, la edad recomendada para ello. Niñas que apenas han pasado la pubertad y que están sufriendo la «hipersexualización de la infancia», una actitud, de la que la propia Fiscalía General del Estado advirtió en su memoria.
  

El Ministerio Público alertaba del «importante adelanto de la edad en la que los jóvenes tienen sus primeras relaciones» y de que las redes sociales sean «el principal medio de comunicación». Un tema al que el juez de menores Emilio Calatayud hizo referencia recientemente sembrando la polémica.


Muchas de esas niñas cuelgan fotos en esas redes en bañador, con prendas ajustadas y en actitudes poco apropiadas para su edad. Las hay que, en la playa, usan tangas con ocho años. Copian a las influencers, jóvenes que en sus perfiles de Instagram o los vídeo de Youtube seguidos por miles de internautas posan en actitudes provocativas. Sólo que mientras que esas blogueras son casi siempre mayores de edad, su seguidoras e imitadoras están aún en la adolescencia y muy lejos de los 18 años. 

Algunas de esas pequeñas tienen hasta 1.500 seguidores antes de cumplir los 10 años, algo que cuestiona Mertxe Gordillo, pedagoga y experta en redes sociales. «No concibo que una niña tenga 1.000 seguidores en Instagram y sus padres no vean quiénes son los que la siguen.Es como si en el portal le esperan 1.000 personas para decirle que está muy guapa», explica la experta. 

Es el caso de esta pequeña sevillana, que cuelga fotos sugerentes en Instagram (la red preferida por las más jóvenes por encima de Facebook). Aunque no tenga permiso paterno, le busca las vueltas a sus progenitores, con una identidad falsa o quitándole el móvil. Es una de esas chicas que sigue los pasos de las blogueras que se centran en resaltar lo sexual y lo físico.

Rosa Burgos Belmonte, psicóloga que trabaja en el colegio San Francisco de Paula de Sevilla, advierte de que el fenómeno de la sexualización se ha adelantado y que empieza a verse cada vez a edades más tempranas en las niñas. Si en las clases de Infantil, antes incluso de llegar a Primaria, ya se encuentran con pequeñas que envían cartitas «de tono fuerte» a sus compañeros de aula, en torno a los 9 o 10 años, esas actitudes van a más. Tienen comportamientos «muy sexualizados» que no se corresponden con la edad real.

Empiezan a maquillarse y a querer vestirse como chicas mayores o incluso a competir por los niños. Algo que contrasta con sus compañeros de esas edades que todavía siguen jugando.
«Hay un adelanto brutal. Con 9 ó 10 años ya empiezan a comportarse como adolescentes, a quererse vestir de mayores y a buscar relaciones con los chicos», explica la psicóloga que incide en que no ocurre lo mismo con los niños. Y entre los 9 ó 10 años también las niñas empiezan a colgar fotos en las redes para saber si son aceptadas por los demás. «Quieren saber si están guapas o no», dice Mertxe Gordillo, pedagoga y experta en redes sociales.

Lo que ocurre es que estas pequeñas se escapan de la supervisión de los adultos mientras los padres «están en fuera de juego y la situación les sobrepasa». De hecho, también se encuentran casos de niñas que iban muy bien en los estudios y acaban acudiendo a orientación porque comienzan a tener problemas. «Pueden ser buenas estudiantes pero están demasiado tiempo pendientes de las publicaciones y fantasean con ese tipo de vida que ofrecen las influencer», sostiene Rosa Burgos. Eso empieza a ocurrir algo más tarde, a partir de los doce años. 

Imitan a esas jóvenes, algunas con miles de seguidores en las redes sociales, que consiguen muchos «me gusta» y tienen muchos retuiteos. Y eso provoca que cada vez haya más niñas que quieran copiarlas. «Con diez años están copiando a las modelos de Instagram, imitan los patrones de las influencer», dice la psicóloga que las califica como «pequeñas Lolitas que tienen muy estudiada la manera de moverse, de hablar y de hacerlo todo de forma superficial».

Se fijan en los consejos de belleza y que quieren ser princesas antes de tiempo. Por eso, a veces, cada paso que dan, lo fotografían para inmediatamente colgarlo en las redes sociales. «Sé lo que hace mi hija porque al día siguiente cuelga en las redes lo que hizo la noche antes», afirma la madre de una adolescente de Triana que encuentra el lado positivo de esa sobrexposición. 

En muchos casos buscan el reconocimiento de los chicos. Como el caso de otra pequeña de 10 años a la que nunca miraban los niños y que ha descubierto que si se pone «más sensual» se acercan a ella. Sin embargo, hay otro riesgo: cuando no consiguen suficientes «likes» baja la autoestima. O, como le pasó a otra de la misma edad: uno de sus seguidores hizo una crítica de orejas. Desde entonces, siempre se las tapa con el pelo para salir en las fotos. «Cualquier comentario negativo en las redes puede ser devastador para ellas», advierte Gordillo.

¿Por qué se exhiben? Según Mertxe Gordillo, para ellas el uso del móvil es algo parecido a mirarse en un espejo. «Utilizan el selfie como un espejo, miran cuál es su mejor lado con la ropa y luego eligen el que más le gusta para colgarlo», explica. Usan las redes continuamente porque, para ellas estar en Instagram es como ir al parque, «un sitio más donde socializarse».

Según la psicóloga Burgos, en algunos casos estas situaciones son consecuencia de la soledad, ya que las hay que, pese a tener una base familiar sólida, pasan mucho tiempo solas. O también suele producirse entre niñas que se han convertido en rivales de sus propias madres y chocan con ellas. En algunas ocasiones compiten hasta por el cariño del padre. El enfrentamiento con la madre empieza por la forma de vestirse. Y de ahí va a más.


La Fiscalía también alertaba del adelanto de la edad en la que las jóvenes tienen sus primeras relaciones sexuales. Algo que corrobora Raquel Calero, psicóloga general sanitaria especializada en sexología de adolescentes que trabaja en el hospital Nisa y que atiende a niñas cada vez más jóvenes. Se encuentra a veces con niñas que pierden la virginidad con doce años. «Lo hacen porque le quieren gustar a un niño e inician relaciones con niños bastante más mayores». A veces llegan a la consulta niñas embarazadas sin saber que lo están y otras que ya han interrumpido su embarazo.

La sexóloga Calero coincide en que una de las causas de estas conductas es la soledad ya que, cada vez hay más que se quedan solos mientras sus padres trabajan. Por eso, algunos inician relaciones de pareja antes de tiempo. Así se sienten importantes. Y también advierte de que no son conscientes de que se convierten en objeto de deseo siendo aún muy niñas. 

La cuestión puede convertirse en un problema mayor cuando se trata de fotos más subidas de tono. Según Daniel Valpuesta, fiscal coordinador de Familia y Protección de Menores de Sevilla, reciben numerosas denuncias relacionadas con el uso de las redes sociales y con los envíos de fotos por grupos de whatsapp. Suele ocurrir cuando en el transcurso de una relación sentimental entre adolescentes, la chica le envía al chico una foto en actitudes poco apropiadas o incluso desnuda, algo que ocurre con chicas más mayores, a partir de los 14 años.

Y cuando se produce la ruptura, el adolescente reenvía esa imagen a un chat. Los tribunales lo tramitan como delitos contra la integridad moral y es algo que preocupa al fiscal de menores ya que, además el delito también es cometido por otro menor que es quien reenvía la imagen. «El problema es que esa foto queda a disposición de todos los que la han recibido», advierte Valpuesta. Pero eso son palabras mayores. 

En cualquier caso, el fiscal de menores también admite que el fenómeno de las niñas que posan (sin llegar a esos extremos) es difícil de controlar. «Los padres tienen que tener más cuidado con lo que las niñas envían a las redes», alerta asegurando que, más que una cuestión jurídica, es algo social. 

Ángeles Carmona, presidenta del Observatorio de Violencia de Género del CGPJ y secretaria judicial en Sevilla, también está muy preocupada por el hecho de que las niñas empiecen a tener relaciones afectivas cada vez más jóvenes e imiten conductas de los adultos a través de las redes sociales cuando no tienen madurez. Y mucho menos para detectar los primeros signos de violencia machista ya que además la edad media de las mujeres asesinadas baja cada vez más. «Nos preocupa estar dando paso atrás», dice.
¿Qué opinan los padres? Gemma García, portavoz de la plataforma «Mis padres deciden», cree que el origen está en que los niños se saltan etapas de crecimiento y la infancia «cada vez dura menos». 

Es un salto que, a su juicio, viene motivado porque los padres «nos dejamos arrastrar por la sociedad y aceptamos el todo el mundo lo hace». Además, influye mucho estar rodeados de anuncios que «convierten a nuestros hijos en pequeños adultos» y que se valore que desde pequeños manejen las redes ya que la imagen se considera lo más importante. «Hace falta que los padres nos formemos para poder ayudar a nuestros hijos», dice. 

Otro padre, Jerónimo Vázquez, cree un nivel de sexualización elevado «puede ser perjudicial» para el desarrollo, pero el criterio de qué es correcto y qué responde a una descontextualización del desarrollo está en manos de los padres, un tema educativo dentro del seno familiar. Piensa que hace falta formación para identificar lo que es un comportamiento normal y qué es una influencia nociva y puede perjudicar al niño. «El resto queda dentro de la moral de cada familia». ¿Dónde poner el límite?

 (Mercedes Benítez/ABCSevilla.)

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