(Sobran las palabras. Dan asco.)
BORREL BUSCA LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA.
Nada queda de aquel Josep Borrell que arengaba a las masas
constitucionalistas en Barcelona, en los albores de los días en que Pedro
Sánchez llamaba a su hoy socio, Quim Torra, «el Le Pen español». Ahora Borrell
es un político entregado a la misión de ocupar el sillón ministerial a cambio
de lo que sea. Por ejemplo de satisfacer a sus socios de Podemos, sumisos a
Irán en tantos aspectos.
La teocracia iraní busca la
independencia del llamado «Estado palestino» y la mejor vía para lograrlo sería
conseguir la independencia de Cataluña, un «Estado» que tiene la misma raíz
histórica que Palestina: ninguna. Eso conseguiría, como explicó el pasado 13 de
septiembre en ABC Ángel Mas -«Palestina, la vía para la independencia de
Cataluña»- alejarnos todavía más de Estados Unidos, algo que Podemos desea
fervientemente y a lo que Borrell parece encantado de contribuir.
Un ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España no puede ser ajeno
a ninguna circunstancia de la política internacional, especialmente aquellas
que nos afectan directamente. Hace menos de un año, el 6 de noviembre de 2017,
en la cena de gala del Palacio Real de Madrid, durante su visita de Estado, el
presidente israelí, Reuven Rivlin, manifestó inequívocamente la defensa que
hace Israel de la unidad de España. Lo hizo en pleno desafío separatista, para
que no hubiese lugar a equívocos.
Pero el Gobierno de Israel, en defensa propia, ha establecido también la
aplicación de principios de reciprocidad y simetría en sus relaciones
exteriores. Es una forma pacífica y legítima de buscar el respeto. Y Borrell lo
sabe. Por lo tanto, Borrell sabe que el reconocimiento de la independencia de
Palestina llevaría a lo que Israel ya ha anunciado: una reacción simétrica. O
lo que es lo mismo, el reconocimiento de Cataluña. Y el ministro de Exteriores
del Reino de España está alentando esa opción de la que es perfectamente
consciente. Porque si no lo fuera, mejor sería que se dedicase a contar nubes.
Josep Borrell está metiendo a España en un callejón sin salida que él
sabe que va a llevar a la ruptura de nuestra unidad. Es el precio de tener el
apoyo de Podemos para mantenerse en el poder -a la fuerza ahorcan-.
Diga la verdad, ministro. Y no nos traicione.
(Ramón Pérez Maura/ABC/21/9/2018.)
5 comentarios:
Se atribuye el retraso de España para subirse al tranvía de la modernidad y la industrialización a la influencia ejercida por el catolicismo y nuestra Santa Madre Iglesia. Ciertamente, dedicamos mucho tiempo y mucho oro, en el pasado, repartiendo cristazos, amorosos, eso sí, tanto por Europa como por el ancho mundo. Es posible que esa función “evangelizadora” pudiera haber tenido algo que ver en el pretendido retraso. Ahora bien, me pregunto si la falta de patriotismo que puede uno sospechar en la toma de decisiones, de unos decenios a esta parte, si el culto al partido antes que al bien común, no puede ser mucho más deletéreo, si no puede ser más amenazador para nuestro inmediato futuro, si vamos bien como vamos, si no hemos equivocado el sistema (y no digo nada de las personas).
Tal vez. Pero no es excusa. Creo que la actitud traidora socialista a la nación española viene bien explicada en el libro de César Alonso de los Ríos, 'La izquierda y la nación. Una traición políticamente correcta'.
Buena parte de la izquierda no cree en España. Por eso hace lo que hace. Sánchez dijo, hace poco, que nuestra patria es Europa. Somos un caso único en la UE. Y, probablemente, en el mundo. Aunque no estoy tan seguro como en Europa
En Cataluña, donde los nuevos indígenas, los recién llegados, generalmente castellanohablantes, representamos algo así como las cuatro quintas partes de la ciudadanía, tenemos gobiernos catalanistas-separatistas, valga la redundancia, desde que en el 80 ganó CiU a la abstención por casi seis cientos mil contra más de un millón trescientos mil votos, respectivamente. Y donde, en los últimos tiempos, hemos tenido un President prófugo, previamente elegido a dedo por “el astuto”, y otro President, por la misma vía, desde Waterloo. (¿Será por eso que, en las manifestaciones, se insiste tanto con los eslóganes de ”¡Democracia!” y “¡Libertad!”? De otra parte, en la Moncloa, tenemos a un okupa y, presunto o no, plagiario, que se proclama nuestro Presidente porque, al parecer, legítimamente ha escalado a esas alturas aunque no le ha votado la gente, el blasillo, el pagafantas, vamos, ni Dios, por decirlo de una puñetera vez. Así que, claro, mi psicoanalista, incluso mi padre espiritual, el Hermano Rafael, ya pueden darme todas las razones del mundo pero a mí eso de la “joven democracia española” me parece que se compadece mal con lo que define la RAE al referirse al término.
Lo entiendo pero las construcciones humanas pueden ser así. La democracia no es un 'sí o no', como apagar o encender la luz. Tenemos una democracia/partitocracia de bajo nivel. Yo también estoy indignado.Sin embargo, estamos situados- como potencia económica- entre los catorce países más fuertes del mundo. Y Transparencia Internacional nos sitúa en el puesto 41. El 1(Dinamarca) es el mejor. Alemania creo que es el 12 0 el 14. Italia y Grecia están peor que nosotros.
Los países (como las personas) tiene momentos bajos. Ni Gredcia ni Egipto se parecen a lo que fueron. Ni nosotros. Pero nosotros somos los únicos, incluyendo políticos dignos, que pueden mejorarlo.
Por cierto, creo que los 'nuevos indígenas' votan a favor de sus 'verdugos' por falta de madurez política. Tal vez esté equivocado.
Yo creo que los indígenas actuales, los recién llegados, se abstienen en su mayoría porque en las elecciones, todos los partidos con posibles son catalanistas-separatistas, si no es redundancia; o eso o un partido de derechas o de centro para una población que les atribuía su miseria y su éxodo. (Muy bien pensado. Fina ingeniería democrática) (Hasta que el personal se cayó del guindo, el PSC sacó buenos beneficios electorales de la situación. ¡Gracias, PSOE!). Los hijos y nietos, esos sí, son “ceballuts”; lógico: les ha “educado” la escuela catalana y no conocen otro mundo ni otra realidad que la que les llega desde las fuentes de información y propaganda locales. Con el permiso y la bendición de Madrid, claro.
P. S.: ¿Es democrático que la abstención, que puede ser mayoritaria, no tenga voz ni voto? ¿Deben darse por válidos unos comicios en que la abstención sea más que significativa?
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