(Nos jugamos mucho. Sánchez e Iglesias pretenden romper con la Transición democrática. Son gente sin escrúpulos, capaces de cualquier cosa para estar, o permanecer, en el poder.
Sánchez es un enfermo de vanidad y sectarismo que se aferrará a la silla vendiendo a su madre, o lo que haga falta.
Iglesias es un neocomunista, admirador de Lenin, Fidel Castro y Chavez. No se deje engañar. La situación es grave.)
POR
LA LIBERTAD Y LA PALABRA.
El 9 de septiembre hay convocada en Barcelona una
manifestación para exigir a Pedro Sánchez que cumpla su palabra y convoque
elecciones porque una inmensa mayoría de los españoles, lo dicen las encuestas,
no lo considera legitimado para tomar las decisiones que está tomando sin ser
elegido. Esa manifestación debería ser el comienzo de una movilización general
en toda España para que plazas y calles se llenen de ciudadanos que demanden
elecciones inmediatas y exijan respeto para la voluntad popular a este
Gobierno, que tiene la osadía de decir que a los españoles no les convienen
ahora las elecciones o que sería un despreciable «contar votos malamente».
Los españoles se juegan mucho más que ese saqueo
fiscal planeado. Se juegan su libertad y la unidad de la patria, confirmados ya
los planes de Sánchez del choque de «las izquierdas» contra «las derechas» en
su siniestro intento de ganar ahora la guerra civil de hace 80 años.
Ese
despreciable proyecto lo asume y hereda de Zapatero, hoy muy significativamente
ya la mano derecha de Nicolás Maduro, un dictador narcocomunista que debe
acabar ante Tribunal Penal Internacional de La Haya por los crímenes contra su
pueblo.
Sánchez se ha negado a tachar de dictador a Maduro y comparte con él no
solo los consejos de Zapatero. También la alianza con los comunistas españoles
de Podemos, cuyos dirigentes fueron decisivos en la deriva del chavismo hacia
la dictadura. Como lo son ahora en convertir el programa del nuevo Frente
Popular español en una rápida operación para hundir al país en la dependencia,
en la desinformación y mentira histórica, el abuso y la servidumbre.
Una semana después de esa manifestación por la
libertad y la unidad de España frente a los intentos de destruir la nación y
someterla en pedazos a tiranías marxistas, hay otra gran convocatoria, también
en Barcelona, el día 16. Será la primera gran manifestación a favor de la
libertad de elección de lengua y del uso del español. Convocada por la
asociación Hablamos Español, una iniciativa joven de inmensa vitalidad que
crece sin cesar, recoge firmas y goza ya de numerosos apoyos.
Pretende hacer
lo que no hicimos en cuarenta años y hoy pagamos dramáticamente: defender el
derecho de todo español a estudiar, trabajar y vivir en lengua española en
todos los rincones de España. La traición a este derecho se inició muy pronto.
Ahí está ya en 1981 el Manifiesto de los 2.300 de un grupo de intelectuales
encabezados por Amando de Miguel y Federico Jiménez Losantos que lo denunciaron.
Sufrieron represalias, este último un atentado, y la mayoría acabó fuera de
Cataluña.
Ahí comenzó la «limpieza cultural», el pogromo contra
el español que ha alcanzado una brutalidad propia de odios balcánicos. La
terrible indiferencia general por este maltrato del nacionalismo gobernante
contra mayorías castellanohablantes ha sido fomentada por todos los gobiernos
de España, tanto del PSOE como del PP, para no irritar a sus socios. Pero la
expulsión del castellano de las regiones con nacionalismos es mucho más que una
disputa cultural.
Pretende
erradicar la presencia y las huellas de la lengua común para poner en duda la
propia existencia allí de ese pasado común. Desde la toponimia a las lápidas,
de los archivos a los carteles, se pretende que desaparezca todo testimonio de
la huella de España y la lengua española. Por eso hablar o escribir de «Girona»
o «Lleida» o «Araba» o «Iruña» cuando se habla o escribe en español es
colaborar con el pogromo hispanófobo. Fíjense hasta qué punto están implicados
nuestros políticos y periodistas en la fatal deriva. Fíjense hasta qué punto la lucha por la lengua común es la lucha en
defensa de la libertad.
(Hermann Tertsch/ABC/4/9/2018.)
5 comentarios:
De la "Constitution" : Título 1º, art. 2: “La langue de la République est le français.” Claro que nosotros somos mucho más demócratas y progres, ¡dónde va a parar!
No viene al caso pero acabo de leerlo y no sé dónde derramar mi ira, mi indignación, nada santa: “Torra se sube el sueldo y cobrará 400 euros brutos al día. Sigue siendo el sueldo público de presidente autonómico más alto de España. Quim Torra se ha subido el sueldo y cobra más que su antecesor en el cargo, Carles Puigdemont.” (De http://sueldospublicos.eleconomista.es/) Y pregunto: ¿no se trata de nuestra pasta? ¿Alguien nos ha pedido permiso o consultado? ¿Era malo, malísimo de la muerte el Calvillo por que no podían hacer semejantes travesuras estos malos charlatanes y buscalíos?
Esto es una muestra más del bajísimo nivel moral de la gran mayoría de políticos. Es indignante.
A propósito de la democracia y otros cuentos y utopías, ¿no sería más que justa la práctica de abonar a esos lactantes (por no llamar mamones a los profesionales de la política)según su número de votantes? Mejor aún, que les pague quien les vote; algo así como la crucecita en el IRPF, ¿no? Por que, bien mirado, ¿no parece injusto y hasta poco democrático que no me alcance para ayudar a los míos mientras regüeldan sus comilonas algunos sindicaleros, los Tardá, los Rufián, etc.? ¿No parece un contradiós que yo contribuya por narices a la jubilación vitalicia de unos presuntos ricachones, delincuentes y golpistas a los que no votaría ni bebiéndome toda la reciente añada del Priorato, mientras valgo más muerto que vivo para mis deudos? En definitiva; a mí me parece muy puesto en razón: ¡que les pague quien les vote!
Me conformaria con un tope. Por ejemplo, no pueden cobrar más de 2.500 euros al mes, después de impuestos. Y pensiones como el resto de los mortales. Aunque cotizaran los años de político como, si hubieran trabajado.
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