EL VALLE DE LOS CAÍDOS
Valle de los caídos
Dediqué bastante esfuerzo a
contrarrestar el criminal empeño de Zapatero y sus bandas de
delincuentes en destruir o transformar a su sórdido gusto el Valle de
los Caídos. Insistí en crear un movimiento de opinión pública al
respecto. Con poco éxito, porque no se transformó en acción política,
que el PP sofocó desde el primer momento. También fracasó el recurso
emprendido por otros a los jueces, tantos de estos profundamente
corrompidos por las oligarquías PSOE-PP… Ahora la pandilla de matones y
matonas del Doctor va avanzando en la misma dirección, con oposición
mínima que revela hasta qué punto han logrado atemorizar y hacer
cómplices a quienes tendrían la obligación, no de oponerse, sino de impedir el desmán a toda costa.
Políticamente, el Valle de los Caídos
se erigió en conmemoración de la victoria sobre quienes querían
disgregar y sovietizar al país, y arrasar su cultura de muchos siglos,
destruyendo o robando, entre otras cosas, gran parte del invalorable
tesoro histórico-artístico español. Después, el Valle tomó el carácter
de monumento a la reconciliación, pronto lograda, salvo por un pequeño
número de irreconciliables. Los cuales, desde la transición han recibido mil facilidades de unos gobiernos indignos.
Pero el valor del Valle de los Caídos
sobrepasa con mucho el de su significación política, no digamos de las
ruines querellas de una actualidad miserable. Es un monumento ya
histórico, “una maravilla”, ha llegado a reconocer el mismo Preston
frente a los talibanes corruptos y a los cómplices delincuentes que
dominan hoy el cotarro político español. Armoniza con solemnidad grandiosa el sentimiento de lo religioso, lo militar y lo trágico, de lo pasado y lo perenne.
Es el mejor monumento en su estilo del siglo XX, sin duda una cumbre
del arte de su época en cualquier lugar del mundo, tan superior a otros
monumentalismos ideológicos.
Por eso debe frenarse, cueste lo que
cueste, la sucesión de crímenes contra la historia, el patrimonio
artístico, la cultura y la convivencia en libertad que vienen
perpetrando los herederos del frente popular. Y si llegaran a conseguir
su objetivo, deberían ser forzados a reedificarlo a sus expensas y con
su trabajo. Más allá de su significado político en su momento, el Valle
de los Caídos es un muy logrado símbolo de España, de su historia y su
pervivencia. No es de extrañar que tenga tantos enemigos. Debe tener aun más defensores.
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