La siniestra industria de la 'ideología de género'.
La siniestra ideología de género ha propiciado el surgimiento de una miríada de entidades y asociaciones que, so pretexto de defender a la mujer, parasitan el erario y perpetran auténticas fechorías que se cobran numerosas víctimas.
El hegemónico feminismo liberticida no es flor de un día, sino un pilar fundamental en el programa de transformación radical de la sociedad de buena parte de la izquierda, que, con la aberrante colaboración de la derecha más pusilánime, ha convertido a la referida ideología de género en una industria escandalosamente boyante.
En la campaña de las elecciones autonómicas andaluzas, Vox puso sobre el tapete la necesidad de acabar con el parasitismo presupuestario de las organizaciones feministas más desquiciadas a cuenta de la muy mal llamada violencia de género. Una vez obtuvo representación en el Parlamento andaluz, la referida formación solicitó reiteradamente los datos sobre la filiación profesional de los expertos de la Junta de cuyos dictámenes depende, en muchos casos, la adopción de medidas de extraordinaria gravedad, que pueden destruir la vida de quienes, siendo inocentes, las padecen.
La petición de esos informes, precaución elemental en un asunto tan grave, provocó una formidable oleada de críticas y descalificaciones por parte del feminismo liberticida y de los demás partidos. Para tanto indeseable, pedir una comprobación sobre la habilitación de los técnicos en ideología de género de la Junta era poco menos que una declaración de guerra contra las mujeres.
Pues bien, los datos que por fin ha facilitado el Gobierno andaluz demuestran que la industria de la violencia de género es lo que se temía desde los ámbitos más zaheridos por la corrección política: un auténtico coladero donde gentuza sin la menor preparación ni el menor escrúpulo puede medrar a costa de personas que viven dramas estremecedores.
Los colegios de médicos y psicólogos han puesto el grito en el cielo y denunciado que se faculta a gente no cualificada para emitir informes de importancia extraordinaria.
Así las cosas, urge la apertura de investigaciones exhaustivas sobre cuál es la situación en las demás comunidades autónomas, porque es de temer que Andalucía no sea un caso excepcional. Y, por supuesto, ha de ponerse de una vez en el foco del debate público el papel del feminismo radical organizado, así como su penetración en las instituciones del Estado, porque representa una amenaza de primer orden para la seguridad jurídica y para las libertades del individuo, especialmente las del varón.
Pero no va a suceder. Lamentablemente, Vox clama en el desierto y partidos que tendrían tanto que decir, como Ciudadanos, optan por callar lo que decían no hace tanto, mientras el PP sigue en este asunto sometido a los dictados del tóxico PSOE, cuya responsabilidad en la fanatización del feminismo es tremenda, pues le ha permitido lanzar formidables cargas de profundidad contra el Estado de Derecho al llevar su agenda al ámbito legislativo, como queda ominosamente claro en la infame y orwelliana Ley contra la Violencia de Género.
(Edit.LD/7/5/2019.)
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