(Lean, aunque luego tendrán que ducharse, los vómitos de la izquierda y los indigenistas contra España.)
MENTIRAS CONTRA ESPAÑA.
Esos pueblos que luchaban entre ellos y practicaban los sacrificios humanos y la antropofagia en gran parte de Mesoamérica, prohibida por los españoles a los pocos años de su llegada al Continente, fueron reagrupados en cuatro grandes virreinatos y varias capitanías autónomas que dieron origen a un gigante hispánico a la vanguardia del desarrollo, respetado y temido, hasta que, tras las guerras de emancipación alentadas por las oligarquías locales mestizas, convirtieron ese cíclope en 19 repúblicas cada vez más débiles, fragmentadas y desmenuzadas dentro de ellas, aunque con un tesoro común: un único idioma con el que entenderse, relacionarse y comerciar, el español.
A lo mejor ahora también se lo cargan para volver a la torre de Babel que les caracterizaba.
Este resurgir de odio y desprecio a su historia tiene su raíz, como en tantas cosas, en los planes educativos que se imparten en la América española, en los que se presenta el Descubrimiento, la Conquista y el periodo virreinal como un trauma para el Continente. “Todos los libros de la escuela primaria tratan de inyectar el odio en base a la falacia de que España asesinó a 50 millones de indígenas a su llegada”, señala Marcelo Gullo, profesor argentino de relaciones internacionales, que acaba de publicar Madre Patria (Espasa).
En un documentado reportaje en ABC firmado por César Cervera, señala que “la etapa española se imparte en términos negativos por todo el Continente, de Lima a California, pero cada república es un micromundo político con sus propias preocupaciones”. Y para Maria Elvira Roca Barea, la valiente ensayista, escritora, filóloga y profesora española, “este adoctrinamiento provoca un trastorno bipolar que deja a la población perdida en una identidad que le resulta incomprensible. La manipulación mantiene a los pueblos en una situación muy vulnerable, sin cultura, sin raíces. Son más frágiles”. Es lo que quieren los revisionistas: todos con depresión maníaca entre el torbellino iconoclasta de monumentos derribados, estatuas decapitadas, provincias, ciudades, calles y plazas renombradas, y apellidos mimetizados en el nuevo paisanaje de desafecto y falsedad.
A partir del D aniversario del Descubrimiento de América, la Leyenda Negra contra España fue creciendo y la izquierda populista hegemónica en varios países abrazó falsas tesis indigenistas como en el Siglo XIX las oligarquías partidarias de las nuevas repúblicas recurrieron al discurso contra España para justificar la independencia. Ahora, los populismos, incluidos Podemos y los independentistas, cargan las culpas al imperio español de todo lo malo que ha sucedido al Continente, incluidas las políticas contra los indios de la etapa republicana.
“Es un indigenismo de salón –señala Roca Barea-, una falsificación ideológica por parte de grupos que no tienen la menor intención de mejorar la situación de marginalidad en la que viven los indígenas hoy, muchas de cuyas comunidades piden recuperar leyes anteriores a la república sin saber que su origen es español y que perdieron sus tierras tras la independencia y no antes”.
Del Imperio español no se sabe nada porque el sector audiovisual español, principalmente el cinematográfico, lo ha ignorado por completo (¿A qué esperan Movistar y la Fundación Civilización Hispánica para producir series que combatan la Leyenda Negra y ensalcen la magna obra del gran imperio español?) y los distintos planes de estudio lo han difuminado hasta borrarlo. Si nuestra historia imperial hubiera sido de los calvinistas, en lugar de la Leyenda Negra todo el orbe conocería al dedillo la magna obra de civilización llevada a cabo durante 333 años –de 1492 a 1824-, en que no hubo estructura política comparable a la española dentro de un imperio de 20 millones de kilómetros cuadrados en el que no se ponía el sol.
Por eso hay que tener arrestos para decir en Estados Unidos, como ha dicho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que “El indigenismo es el nuevo comunismo”, o como ha hecho el presidente de Aragón, Javier Lambán Montañés, celebrar el 13 de agosto el D aniversario de la conquista de Tecochtitlan por Hernán Cortés, señalar a España como “actor principal en el devenir y progreso de la Humanidad” y reclamar que no se secunden “leyendas falsas negras”. Faltan más Díaz Ayuso y Lambán y sobran desalmados socialcomunistas.
El Partido
Senior, que preside Alfredo Belzuzarri Álvarez, ha distribuido el
artículo de la politóloga peruana Mar Mounier, titulado «¿Hasta
cuándo?», en el que, con juiciosas palabras, dice a sus compatriotas y
al mamarracho de su presidente, José Pedro Castillo
Terrones: »¿Alguna vez se han preguntado por qué Méjico, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Cuba, Jamaica, Haití, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay, ¡carajo! somos hoy países subdesarrollados, del tercer mundo, cuando hasta hace casi 2 siglos formamos parte de uno de los imperios más poderosos del planeta en la historia de la humanidad? ¿Alguna vez se preguntaron por qué teníamos que defender durante el periodo del virreinato nuestras costas de «enviados», corsarios, piratas ingleses, holandeses, franceses, si se suponía que éramos parte de un imperio “tan pobre y malo” como el español? ¿Alguna vez se hicieron la lógica pregunta de “por qué tuvieron que llegar al Perú “libertadores” de otros territorios (Argentina, Venezuela) si “tan mal estábamos bajo el yugo español”?
¿Por qué rehusamos, incluso con las armas, a separarnos de España? ¿Alguna vez se han preguntado por qué en el colegio solo nos hablan de un pedacito ridículo de la historia virreinal, mientras que el resto del adoctrinamiento (porque eso es lo que recibimos), solo conocemos a partir del periodo de la “independencia” con guerras civiles, guerras entre países vecinos, golpes de Estado, rebeliones y dictaduras? Es muy sencillo: porque nuestra historia la falsearon y reescribieron quienes nos vencieron. Porque cuando uno investiga lo que eran los virreinatos de la corona española de las Indias: Nueva España, Nueva Granada, Río de la Plata, Perú, las mentiras salen a flote y uno se da cuenta del gran engaño.
Es muy simple: la Monarquía Universal Española fue un imperio creador y no depredador como nos han vendido hasta nuestros días. Para muestra un botón: En 1495 la reina Isabel la Católica prohibió la venta de nativos como esclavos. En 1504 (recuerden, los españoles llegaron al Perú en 1532), la reina Isabel firma su Codicilo o testamento donde se exige el trato justo a los indios, y el respeto a sus bienes. En 1514 su esposo, el rey Fernando el Católico, aprueba en una real cédula que validaba cualquier matrimonio entre varones castellanos y mujeres indígenas (y viceversa). Lima era una de las ciudades más bellas y ricas del continente. Los palacios, catedrales, iglesias, universidades, centros de enseñanza y aprendizaje de español/quechua y viceversa (los monjes franciscanos españoles le dieron un corpus literario al quechua, lo que permitió recabar la historia de los incas ¿Acaso sabemos algo de los Sioux, Apaches y demás que fueron arrasados por los británicos?). Los monasterios, colegios, hospitales, eran construidos con el mismo cuidado, belleza y esplendor como eran construidos en la península ibérica. Y eso podemos verlo hasta hoy.
Los ciudadanos españoles de ultramar o españoles americanos (como se nos consideraba) teníamos un estándar de vida muy por encima del promedio de cualquier inglés, francés, alemán u holandés en la misma Europa. Recordemos también que el Imperio Español se afianza en 1480. ¡12 años después llegan a América! Y ese imperio creció a la par en desarrollo, riqueza y bonanza a como crecían los territorios que administraban en las Américas. ¿O no les causa admiración ver las casas coloniales, pruebas fehacientes de esa riqueza y esplendor? Y eso causó una envidia y un complejo feroz en los imperios ingleses, holandeses, franceses y estados italianos, que veían a la potencia española como un rival al que tenían que destruir. ¿Cómo lo lograrían? Inseminando la Leyenda Negra en España y partiendo a sus territorios en América. ¿Cómo los partieron?
Adoctrinando en esa leyenda negra y en las ideas del iluminismo europeo (ateo y anticlerical) a descendientes de españoles americanos que fueron a “educarse” a Europa (Francisco de Miranda, Bolívar, San Martin), para luego enviarlos a América como caballos de Troya para que realizasen lo que ellos maquillaron como “independencias” pero fueron Guerras de Secesión. Nos enfrentamos a nosotros mismos: quienes luchaban en los batallones durante la independencia defendiendo a la monarquía española eran indios y criollos que sabían que el enemigo era Inglaterra, Francia y sus aliados.
¿Sabían Uds. que en 1821 José de San Martin, al ver que había metido las cuatro patas con la guerra de Secesión en el Perú, intentó instaurar otra monarquía en Hispanoamérica llamando a un descendiente de la dinastía Sachsen Coburg und Gottha?. Sí, casualmente la misma que complotó contra España y ha reinado en el Reino Unido de Gran Bretaña) ¡Así es! Y envió a fines del mismo año una misión diplomática encabezada por su ministro García del Río para convencer a Leopoldo I de Bélgica de que inaugurase la monarquía en Perú. Cuando éste rey supo de las matanzas y masacres se negó. El Imperio Británico fue el que principalmente conspiró para no solo partir y destruir los virreinatos de España. Lo peor es que desde la “independencia” nos tienen cogidos a todos en Hispanoamérica de los calzoncillos con la maldita deuda externa, las guerras, los movimientos terroristas y demás maldiciones que nos aquejan.
Es claro: nuestra debacle empezó con la «independencia». Esto no lo leerán en ningún medio, y menos lo escucharán en el colegio. Investiguen. Lean. Para poder empezar el camino del desarrollo necesitamos saber qué demonios nos pasó. Un pueblo que no conoce su historia es un pueblo sin identidad, lleno de resentimiento, odios y complejos, presa fácil de las potencias y siempre condenado al subdesarrollo. ¿Se imaginan lo que sería la América unida hoy, con una cultura tan similar y compartiendo un idioma con 550 millones de personas? Por eso siguen haciéndonos creer que siempre fuimos pobres. Por eso es tan fácil engañarnos para quienes nos separaron», finaliza Mounier su admirable y valiente escrito.
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