EL FEMINISMO ES MARÍA SEVILLA.
El indulto a María Sevilla es patrimonio del movimiento feminista de nuestro país. No lo digo yo. Lo ha dejado escrito la ministra de Igualdad, Irene Montero, en las redes sociales. Grabado en piedra, para que tanto nosotros como quienes vengan después sepan exactamente qué es el feminismo, fuera de la retórica mentirosa de que no es más que la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres.
No, el feminismo es acusar falsamente a tu ex de abusar de tu hijo hasta en seis ocasiones, a cuál más delirante, cuándo éste pide la custodia compartida. El feminismo es secuestrar a tus hijos y robarles a su padre. El feminismo es encerrarlos en un caserío perdido en medio del campo sin atención médica, vacunación ni escolarización, hasta el extremo de que uno de ellos sea incapaz de comunicarse más que con gruñidos.
El feminismo siempre se acoge a sagrado, a ese principio que supuestamente defiende de la igualdad, cuando se le enfrenta con todas las barbaridades que defienden las feministas reales, las que tienen micrófonos para hablar y el poder de legislar, ejecutar leyes, indultar y juzgar.
Porque no sólo a la ministra de Igualdad se le llenaba la boca calificando a la secuestradora y maltratadora presidenta de Infancia Libre de "madre protectora". Inmediatamente sus esbirros en los medios, de Ana Pardo de Vera a Marta Nebot, se han buscado mentiras con las que defender a María Sevilla y a sus indultadores frente a su ex, Rafael Marcos, y su hijo.
Porque eso es el feminismo, y quienes por mera decencia humana estamos en contra somos antifeministas. Por supuesto que lo somos. Y a mucha honra.
Con este indulto y su defensa han demostrado una vez más, como sucediera antes con el caso de Juana Rivas, que ni los niños ni el abuso infantil les importan lo más mínimo. Por eso se les llena la boca con la inventada "violencia vicaria" mientras denuncian que no existe el llamado "síndrome de alienación parental". Porque el primero sólo aplica cuando un hombre manipula a sus hijos para apartarlos de su madre, mientras que el segundo es independiente del sexo del progenitor que los maltrata.
María Sevilla le hizo creer a su hijo que su padre era el diablo, pero eso no es violencia vicaria ni es síndrome de alienación parental. Es protegerlo. Es, en suma, feminismo.
Si gritar "Yo soy Espartaco" era declararse un hombre libre, ahora no puedo sino gritar: "¡Yo soy Rafael Marcos!". Y si eres una persona decente, sea cual sea tu sexo, tú también.
(Daniel Rodriguez Herrera/27/5/2022/ld.)
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