miércoles, 7 de septiembre de 2022

¿QUÉ POPULISMO GANARÁ?

 

¿Qué populismo ganará?

Por Sebastián Urbina
¿Qué es el populismo? El investigador José Javier Olivas dice que hay cinco factores para analizar el populismo: antagonismo, moralidad, construcción idealizada de la sociedad, exaltación de la soberanía popular y liderazgo personalista. Aquí nos limitaremos a la idea de que la sociedad estaría separada y enfrentada, entre ‘el pueblo’, por una parte, y ‘las élites corruptas’, de otra parte. Y ‘los liberadores’ defenderían, realmente, los intereses del pueblo.

Pablo Iglesias, (un populista fuerte, además de comunista), utilizó repetidamente esta dicotomía. Dijo que él –y su movimiento indignado- representaban al pueblo oprimido frente a las élites corruptas, la ‘casta política’ y los ricos, en general.

El populismo está vinculado más a movimientos que a partidos políticos, aunque puedan terminar convirtiéndose en partidos. En todo caso, desprecian a los partidos tradicionales, como los que han dirigido la política española hasta ahora, (‘la casta política’).

Los límites del populismo no son precisos, porque todos los partidos tienen componentes populistas. ¿Qué partido no ha intentado el aplauso emocional de las masas? La diferencia sólo sería de grado, populismos fuertes y débiles. Serían ‘fuertes’ los que no respetan la democracia. Comunistas, Podemitas, Bilduetarras, golpistas catalanistas…

Añadamos otra diferencia, entre populismo de derechas y populismo de izquierdas. El primero se basa, fundamentalmente, en su dimensión nacional. Pongamos un ejemplo.

El populismo de Vox es un populismo débil (calificado de ‘fuerte’, además de fascista, por la mayoría mediática), porque defiende la democracia, además de la nación española. ¿Frente a qué? Frente a sus enemigos. ¿Y quiénes son sus enemigos? Los que no respetan nuestra democracia y la unidad de España. Y los que la ponen en peligro. Básicamente, los socios de Sánchez, aparte de la inmigración ilegal e incontrolada. Especialmente las culturas contrarias a nuestros valores democráticos. El salafismo, por ejemplo.

¿En qué se diferencian los podemitas del populismo de derechas?

No les preocupa la cuestión nacional. Lo hemos visto, por ejemplo, en declaraciones del que fuera su líder, Pablo Iglesias. Ha dicho que el himno nacional español es "una cutre pachanga fachosa". Por si no bastara este insulto, se ha posicionado a favor de las exigencias de los separatistas catalanes, apoyando referendos soberanistas.

Lo que más interesa y preocupa al populismo de izquierdas son las élites dominantes. Los ‘de arriba’. Los ‘ricos’.

Pongamos un ejemplo. El empresario millonario Amancio Ortega regaló diversos aparatos, muy avanzados y muy costosos, a la sanidad pública para curar el cáncer. Pablo Iglesias declaró, públicamente, que estas donaciones eran una vergüenza, e insinuó que Amancio Ortega no pagaba sus impuestos. Lo que era falso. O sea, odio a los ricos.

Enemigos del pueblo.

Ahora vayamos a los receptores del discurso populista. El ilustre médico español, Gregorio Marañón, académico de número de cinco de las ocho Reales Academias de España (Real Academia Española, de la Historia, de las Bellas Artes, Nacional de Medicina y de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales) dijo:

"Inútil discutir: no se convence a nadie por el razonamiento, sino por la emoción".

¡Por eso hay populismo! Aunque unos lo manejan mejor que otros. La izquierda manipula más y mejor que la derecha centrada.

Estoy dispuesto a rebajar lo que dice el insigne médico. Me conformo con decir que la mayoría no se deja convencer por el razonamiento. A esto tenemos que añadir la importancia del autoengaño, que a todos nos afecta, pero no en la misma medida. El autoengaño consiste en ver la realidad que nos gusta, no la que realmente es. ¿Por qué? Porque, a veces, la realidad real nos disgusta, y vemos lo que queremos ver.

Los españoles todavía tenemos más dificultades. La Logse, Loe, Lomce, etcétera, son bodrios educativos que han hecho, y siguen haciendo, daño a generaciones de españoles. ¿En qué sentido? Les facilitan el camino para ser progres, tragando entera la dictadura políticamente correcta y sus dogmas de progreso. Por eso es políticamente suicida que este PP centro centrado esquive la ‘batalla cultural’, necesaria para que la gente no se someta (casi sin darse cuenta) ni al populismo, ni a los dogmas, ni a los miedos, dominantes. ¡Piensa por ti mismo! ¡Frente al intenso proceso de infantilización!

Los medios de comunicación son abrumadoramente de izquierdas. Un ejemplo entre miles. Dani Mateo, periodista de La Sexta, se sonó los mocos con la bandera de España, en uno de sus programas. La izquierda se rió mucho. La derecha, generalmente cobarde y acomplejada, dijo nada o casi nada. ¿Se imaginan a un ‘periodista’ francés sonándose los mocos con la bandera francesa?

En resumen, ¿qué tendencia de populismo tendría más apoyo, el de izquierdas o el de derechas?

Es de fachas defender España, cantar el himno nacional, enarbolar la bandera española, o defender nuestro pasado.

En cambio, es progresista- así lo dicen las criadas mediáticas- reír las gracias de Dani Mateo, menospreciar el himno nacional y la bandera española. Tragarse la Leyenda Negra, ser más climático y más verde que nadie, simpatizar con los okupas, apoyar las leyes educativas actuales, feminismo radical, llevar pulseritas LGTBI, el machismo mata más que la covid, y un largo etcétera progresista.

Tendrá usted que elegir el menos malo. No existen los ‘buenos’. Los peores son los socios de Sánchez: comunistas, podemitas, filoetarras, golpistas catalanistas...

PD. No olvido que el autócrata y populista Sánchez restringió fuertemente las libertades con los estados de alarma, declarados ilegales por el Tribunal Constitucional. En cualquier otro país democrático, comportaría dimisión. Aquí se le vota. Típico de sociedades progres y políticamente inmaduras.

Tribunal de Cuentas: El Gobierno adjudicó verbalmente uno de cada cuatro contratos de emergencia en 2020.

El PSOE presume de su luna de miel con el terrorista Gustavo Petro (presidente de Colombia).

El mundo de la judicatura expresa preocupación por un anteproyecto de Ley (de información clasificada) que, a juicio de varios expertos, pretende implantar desde el Estado ‘un control total y absoluto de la información’.

¡Viva el Decreto-Ley!

‘Somos la izquierda’.

En estas graves circunstancias, Alberto prioriza al PNV sobre Vox, no le gusta que Griñán cumpla la sentencia del Tribunal Supremo, proclama el ‘catalanismo cordial’, y se felicita de ser más leal al gobierno que Podemos.

Esperemos que este centro centrado baste para tumbar a Sánchez. Pero no bastará gestionar, como Mariano. ¡Hay que revertir esta infame herencia social/comunista/filoetarra/separatista, Alberto!

No hacerlo sería una imperdonable traición, además de una grave estupidez.


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