Liberales y conservadores (1º)
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Trataré de cuestionar las fronteras- mejor dicho, algunas fronteras- entre liberales y conservadores. No por el placer de cuestionarlas sino porque creo que- al menos en estos ámbitos- las fronteras fijas tienen poco sentido. Creo, por tanto, que son inevitables las ‘impurezas’ y las fronteras ‘difusas’. Esta palabra, ‘impurezas’, no la digo en sentido negativo sino en sentido positivo. Las impurezas pueden ser enriquecedoras, siempre que no se entre en el pantanoso terreno de la incoherencia.
Con otras palabras, llevar una idea hasta el final, sin ningún tipo de ‘contaminación’, no suele dar buenos resultados. Es como dar por sentado que una idea equis, es tan perfecta que no necesita nada más que ella misma para desarrollarse hasta el final. Estos suelen ser los planteamientos totalitarios. Son las ‘ventajas’ de tener toda la verdad y nada más que la verdad, que suelen terminar en tragedia cuando se tiene el poder. Todo el poder. La Historia así lo enseña. Al que quiera verlo.
Supondré, como punto de partida, que no soy ‘completamente’ liberal, ni ‘completamente’ conservador. O sea, soy un ‘impuro’ que, tal vez, sería apartado por los liberales de fronteras fijas y por los conservadores de fronteras fijas.
Por ejemplo. Se dice que los liberales (aunque hay varios tipos de liberales; citemos- entre otros- a Locke, Kant, Adam Smith, B. Constant, Tocqueville, y un largo etcétera) defienden, por encima de cualquier otra consideración, la libertad individual.
En cambio, los conservadores (también hay diversas tendencias; Edmund Burke, Montesquieu, Carl Schmitt, Michael Oakeshott, y un largo etcétera, defenderían, principalmente, el mantenimiento de las tradiciones de la sociedad. Digamos, de paso, que el liberalismo que me interesa es el liberalismo clásico, no sus desviaciones modernas libertarias. O sea, libertad individual, limitación al poder del Estado, respeto al libre mercado, propiedad privada, familia (tradicional)… Añadiría servicios sociales básicos, sea o no, liberal. Más o menos, esto me parece lo menos malo. Por cierto, no entraré- en este artículo periodístico- en las diferencias entre el conservadurismo europeo y el norteamericano.
Finalmente, aunque F. Hayek parece argumentar que liberalismo y conservadurismo son incompatibles, sin embargo ‘se reclama explícitamente de Burke, de Tocqueville, de Lord Acton y de otros pensadores que no tuvieron nada de libertarios, y sí mucho de liberal conservadores’, dice el profesor Francisco José Contreras. Ya que estamos, es recomendable ‘Diez razones para ser liberal’, de Santiago Navajas.
Uno de los mejores pensadores conservadores, sir Roger Scruton, (fallecido en 2020) defendía la comunidad, las tradiciones y, también, la libertad individual. Y los gobiernos limitados, como los liberales. Probablemente, entre conservadores y liberales, hay una diferencia de énfasis. Los conservadores enfatizarían más que los liberales, la importancia de la comunidad y las tradiciones.
Y si existen los liberal-conservadores, diría que defienden, además de lo ya dicho, un fuerte sentido de la responsabilidad individual y un comportamiento virtuoso. Al menos, no mentir. Ambas cosas tienen repercusiones positivas en la vida familiar, profesional, social y política. Aunque no se cumplan al cien por cien. Y tienen muy presente que es más fácil destruir que construir. Lo que tiene obvias e importantes implicaciones políticas y económicas. Si son así, me gustan los liberales- conservadores.
Defiendo- como los liberales- que la libertad es el principal valor, entre otros valores importantes, como la igualdad. Aunque no todas las igualdades son iguales. Porque no es lo mismo, por ejemplo, la igualdad de oportunidades que la igualdad de resultados. Soy partidario de lo primero, no de lo segundo. Porque lo segundo conduce a una intervención, cada vez más agobiante del Estado, para conseguir una sociedad igualitaria. Algo que nunca se consigue, y si se consiguiera sería horrible. Es oportuno recordar aquí, la cita de Milton Friedman: ‘Una sociedad que priorice la libertad sobre la igualdad, tendrá un alto grado de ambas. Una sociedad que priorice la igualdad sobre la libertad, no obtendrá ninguna de las dos cosas’.
Resumiendo, diría que la libertad es un ‘primus inter pares’. Parece que, hasta aquí, soy liberal. Ahora pasemos a las tradiciones. Creo que las tradiciones son importantes (y esto me situaría entre los conservadores), pero no defiendo- o sea, no sacralizo- las tradiciones sin más. Ni las rechazo, sin más. Creo que las tradiciones deben evaluarse por los individuos de una sociedad. ¿Evaluar, qué? Hay que evaluar si una tradición determinada, entra en colisión con los derechos humanos. Si entra en colisión, tal tradición debe ser rechazada. Si no entra en colisión, hay que mantenerla. Al menos, de momento.
Antes de seguir, conviene precisar que hay DH de varias generaciones. Sin duda, los DH de primera generación, los derechos de libertad no pueden ser ninguneados por ninguna tradición. Derecho a la vida, libertad de movimiento, de expresión, de reunión, o religiosa, derecho al voto, a ser elegido, a crear partidos políticos...
Ahí no puede haber colisión de una determinada tradición con estos DH.
En principio, tampoco puede haber colisión con los DH de segunda generación, o sea, los derechos económicos, sociales y culturales. He dicho, ‘en principio’ porque su aplicación no depende solamente de la voluntad política, sino que la sociedad tenga los recursos económicos suficientes para satisfacer las demandas de los DH de segunda generación. Que son caros y pueden provocar peligrosos endeudamientos, tan queridos por la mayoría de políticos. Que suelen terminar subiendo los impuestos. En todo caso, apoyo un Estado pequeño, pero fuerte y eficiente (en línea con el liberal F. Hayek), de modo que aspectos básicos, como educación y sanidad, estén garantizados.
Los DH de tercera generación son los derechos de los pueblos. Se aplican las mismas consideraciones que se han hecho para la segunda generación, dado que la cooperación y la solidaridad internacionales, exigen dispendios económicos. Los dispendios económicos suponen sacrificios de los ciudadanos, no de los políticos, por eso hay que ser muy cuidadoso con el gasto. Además, el ciudadano medio no es como Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer y similares. Hablando de sacrificios, en la España actual ya se trabaja seis meses al año para el Estado. Y muchos políticos-la mayoría- querrían más meses. No creo equivocarme si digo que este gobierno traidor/golpista y de progreso, subirá, otra vez, - en 2024- los impuestos.
Por cierto, el PP acomplejado (de Mariano/Alberto) sigue blanqueando al traidor/golpista/socialista Sánchez. No entiende- ni quiere entender- que el PSOE no es, ni quiere ser, un adversario político. Es, y quiere ser, un enemigo político. Como dijo Churchill: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.
La democracia es algo demasiado serio para dejarla en manos de acomplejados. Isabel, toma el mando, por favor.
Sebastián Urbina.
(MallorcaDiario.) |
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