sábado, 7 de noviembre de 2009

PAYASOS PROGRESISTAS.






LOCALIZAR, PERSEGUIR Y DETENER, O ELIMINAR.


Como hemos repetido aquí en múltiples ocasiones, la última ayer mismo, el objetivo de España en Somalia debe ser localizar, perseguir y detener o eliminar a los piratas. Punto. Para eso están nuestros servicios de inteligencia, la diplomacia y los medios militares. Si por el camino hay que impedir a tiros que un pirata secuestre uno de nuestros barcos, se hace. Y si logra hacerse con un buque, habrá que expulsarle. Y si toma rehenes, habrá que hacérselo pagar de manera proporcional al delito.

El Gobierno nunca lo creyó así. Chacón minusvaloró las advertencias que a partir de 2007 llegaban de la zona. Tras el secuestro y la indecencia del pago del Playa de Bakio, el Gobierno hizo como si hacía algo, cuando la "Operación Atalanta" se mostraba incapaz de evitar que los piratas siguiesen con su extorsión. Presionó a los armadores para que faenaran junto a la fragata, aunque no hubiese caladeros. Se negó a embarcar soldados a bordo, que por cierto sí hubiesen impedido el secuestro del Alakrana. Para colmo, Chacón y Rubalcaba pusieron todo tipo de impedimentos para que la seguridad privada hiciera lo que ellos no querían hacer. En consecuencia, varios barcos han escapado, por poco, de las garras de los piratas.

Con el Alakrana secuestrado, Chacón se limitó a ser la testaferro del pago del dinero. Para disimular apresó al pirata Willy, y ahí se juntó con Garzón para montar el espectáculo mediático que mostrara que el Gobierno sí combatía a los piratas además de pagarles. Éstos se dieron cuenta y han subido la apuesta de manera brutal, conscientes de que un país tan débil no aceparía el órdago. A partir de aquí, el Gobierno se pone histérico, Chacón presiona a los familiares y la administración entra en estado de shock.

¿Qué hacer ahora? Desde luego, el comportamiento de Chacón nos ha metido en un lío considerable, en un punto sin retorno. Pero aún se está a tiempo de reconocer que la gestión del tema somalí ha sido un desastre, y se ha circulado por el camino contrario al que hay que seguir. Aunque pueda discutirse cuándo y cuál es la mejor manera, lo cierto es que en este caso es ya inexcusable el uso de la fuerza contra los piratas, lo que no es incompatible con el uso de otros instrumentos.

El objetivo de los familiares es lograr cuanto antes la liberación de sus seres queridos, que alguien pague el rescate y que Willy sea soltado. Está muy bien para ellos, pero no es ese el deber de un Estado democrático. El objetivo inmediato –no el único– es liberar a los secuestrados españoles. Sería preferible mediante el ataque y la eliminación de los piratas, pero no parece fácil. Primero, porque si por algo se caracteriza este Gobierno es por la renuncia a usar la fuerza, incluso legítimamente. Segundo, porque la cúpula militar sale con la credibilidad por los suelos tras escurrírseles la zodiac pirata de entre las manos, e imbuida del espíritu pacifista de Chacón, no parece proclive a aventuras.

Como se comentaba ayer en este diario, como mal menor es legítimo pagar a los terroristas incluso pagar más dinero para hacerles olvidar sus exigencias sobre el pirata detenido. Valga como distracción táctica, como forma de ganar tiempo y de sacar a los compatriotas de su cautiverio. Como medio, es perfectamente legítimo, a condición de que no olvidemos que una vez liberados los nuestros, España debe hacer justicia con los secuestradores, además de escarmiento y castigo ejemplar. Si se negocia con esta gente, es porque tenemos un garrote gordo en la otra mano. El caso del Le Ponant es lo suficientemente ilustrativo.

No nos vale con que hay cosas complicadas o difíciles. Una de las cosas más escandalosas es la iniciativa estratégica y política que llevan los piratas sobre todo un país. ¿Para qué tenemos en la zona inteligencia, diplomacia y medios militares? ¿Para escoltar el pago del dinero? Es exigible una estrategia punitiva contra los culpables, aunque concedemos que pueda incluir maniobras de diversión o de engaño. Si no usamos los medios militares desplazados, y no se nos ocurre una ocasión más evidente que ésta, mejor retirarlos. No cometamos otra vez el mismo error.

Desde luego, este asunto exige el uso de la fuerza, sí o sí. Más aún, sólo será satisfactoriamente resuelto si al final del proceso los secuestradores son detenidos o eliminados. Lo demás será un fracaso colectivo, una miseria nacional y una invitación a nuevos disgustos. (GEES)
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¡QUÉ BUENOS SON NUESTROS DIRIGENTES!

Tuvimos un Ministro de la Guerra, el sr. Bono, que dijo: 'Prefiero que me matan a tener que matar'. Un gran ejemplo para los soldados que iban a Afganistán a poner tiritas. Por supuesto, no me creo nada. Solamente es una pose 'buenista socialista'. Una forma de tomar el pelo a los que están dispuestos a que se lo tomen. Pero ya indica lo que se puede esperar de los Ministros de la Guerra progresistas.

Las mafias que se instalan en España lo hacen después de un sencillo cálculo. Esta gentuza es racional. No tonta. Saben hacer un cálculo. ¿Dónde es más barato delinquir? Allá vamos. Con los piratas sucede algo parecido. Si al topar con fragatas francesas o norteamericanas reciben fuego graneado y al topar con fragatas españolas, no reciben fuego graneado ¿a quién prefieren secuestrar?

En una de sus últimas hazañas, los piratas se escaparon con dinero francés, después de haber liberado a los rehenes. La armada francesa les persiguió. Mató a siete de los nueve. Dos consiguieron llegar a tierra. Los siguieron con helicóptero. Los detuvieron y les cogieron el dinero. Tengo el palpito de que los piratas prefieren a Moratinos antes que a los franceses.

Somos el hazmerreir del mundo civilizado y sin civilizar. Por supuesto, habrá una próxima vez. O los pescadores españoles tendrán que retirarse de la zona. Y dejar la pesca para los pescadores franceses.

Por cierto, no me extenderé con lo de la ikurriña en los atuneros vascos porque todavía no están liberados sus marineros. Hablaré cuando ya estén en sus casas. Que es lo que todos deseamos.

Sebastián Urbina.

1 comentario:

nika dijo...

Centrándome en lo anecdótico y no en el tema de la entrada, Bono (por poner un nombre) prefiere que le maten a matar, ni siquiera legítimamente (como hemos visto en el ataque a la fragata). Lo que no prefiere -y castiga con todo el peso de la 'ilegitimidad'- es que le abucheen a abuchear. Espero que nadie se tome a pie de letra lo que este tonto dice cuando vaya a su próxima manifestación... :P

saludos