EL RAPTO DE EUROPA.
Esto es, como una de las principales amenazas para el ciudadano corriente, mientras las elites apenas le prestan atención. al vivir en la burbuja del poder y de la fama, mientras el ciudadano corriente convive con los inmigrantes en la calle, en su edificio, en el ambulatorio, en la escuela de sus hijos. Y siente miedo. Cada vez son más y más distintos. La inmigración es el cadáver en el armario europeo. Un cadáver que empieza a abrir la puerta.
La culpa, como digo, está en la imprevisión de unos políticos que creyeron que un buen contrato y unas buenas condiciones laborales, eran suficientes para esos trabajadores, desinteresándose de sus costumbres, cultura, valores. En parte, por comodidad, en parte, por arrogancia, al pensar que la superioridad de la civilización occidental se impondría a la de los procedentes de otras. Tremendo error. El Islam no es sólo una religión. Es también un Código Civil, un Código Penal y un código de vida. Que no debe ser tan malo lo demuestran las escasísimas conversiones del islamismo al cristianismo. ¿Por qué? Pues porque el islamismo es una religión muy simple, muy cómoda. Te indica qué tienes que comer, vestir, practicar para mantener tu salud física y psíquica, mientras las demás religiones dejan que el creyente se las arregle como pueda, para concentrarse en asuntos espirituales. De ahí el éxito del islamismo en las sociedades más elementales, donde no existe siquiera Estado, al que viene a sustituir.
Es más, Occidente ha permitido que los imanes, los más interesados en que se perpetúe un modo de vida que les da poderes no sólo religiosos sino también civiles, continúen su labor, que a veces viola las leyes locales, como ocurrió con aquel imán de la Costa del Sol, que enseñaba a los maridos dónde pegar a sus esposas sin dejar huella. Continuarán haciéndolo por puro interés personal. El Islam sabe que es incompatible con Occidente. En el momento que acepte sus valores, se desmorona. Toma de él sólo lo que le interesa -como los iraníes, la tecnología nuclear-, pero rechaza totalmente el resto. Es como la población musulmana que en Europa crece sin europeizarse, mientras la población europea disminuye.
El segundo frente de batalla es la escuela. Las aulas tienen que ser no sólo lugares de estudio, sino también centros para el aprendizaje de valores. A las niñas musulmanas tiene que inculcárseles su valor como personas, no como mero apéndice de un hombre. O de varios, pues crecen como inferiores a su padre, marido y hermanos.
Por último, tolerancia cero para quienes predican el odio a Occidente o sus principios. La religión no es una excusa para violar las normas de convivencia. Y no hablemos de las prácticas claramente delictivas, como la ablación, o de los mensajes subliminales de la «guerra santa» o el terrorismo.
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GRUPO RAMON LLULL
Por inmigración ilegal se entiende la migración de personas o grupos a través de las fronteras sin cumplir las exigencias legales del país de destino. Las fronteras, cabe recordar, no son solamente terrestres sino también aéreas y marítimas. Durante los gobiernos del Partido Popular (1996-2004) se tomaron medidas para regular la inmigración ilegal, fomentándose los acuerdos de repatriación y los convenios internacionales relativos a control de flujos migratorios.
Según la Ley Reguladora de Bases del Régimen Local, los ayuntamientos deben incorporar al padrón municipal a los extranjeros que tengan su domicilio habitual en el municipio. En principio, para empadronarse basta la tarjeta de residencia o el pasaporte. En la práctica, ha bastado, en muchos casos, un billete de autobús. Todo ello a pesar de que la Ley de Extranjería exige, en tales casos, la repatriación. Por si no fuera suficiente este galimatías, está legalmente prohibido contratar a los inmigrantes ilegales.
Habida cuenta de que todos los partidos se han acusado mutuamente de los efectos provocados por la inmigración ilegal conviene recurrir a la hemeroteca. En julio de 2003, Gaspar Llamazares (IU) ofrece "papeles para todos" para restituir el derecho y la justicia en materia de inmigración. Sin embargo, el diputado y responsable de inmigración de CiU, Carles Campuzano, aseguraba en julio de 2009 que "el PP es uno de los principales responsables del descontrol de la política de inmigración en España en estos últimos años". Debía referirse a los años 1994-2004. No obstante, desde 1996 hasta el 2000 el gobierno de José María Aznar contó con el apoyo parlamentario de los 16 diputados de CIU. Por su parte, en julio de 2008, el socialista Jesús Caldera aseguró que "si no hay empleo, los inmigrantes no pueden venir; creo que eso lo entiende todo el mundo y es una posición razonable y sensata". El responsable de Ideas, la fundación del PSOE que pretende ser referencia del pensamiento progresista en todo el mundo, aseguró que España cuenta hoy con una política que regula los flujos migratorios "desde la legalidad". El ex ministro socialista criticó a los gobiernos de José María Aznar al afirmar que cuando el Partido Popular estaba en el poder (1996-2004), los inmigrantes que entraron en España lo hicieron de forma ilegal. "Ahora hay contratos en origen, un régimen general y un acuerdo con los empresarios y los sindicatos para establecer los puestos de trabajo de difícil cobertura que se ofrecen al exterior", señalaba Caldera.
En todo caso ahora empezamos a tocar las consecuencias de esta política inmigratoria. Lo sucedido en la ciudad catalana de Vic es una pequeña muestra de lo que se está fraguando con el complejo problema de la inmigración. La situación no sería tan complicada si la derecha española tuviera más claros algunos principios. Mariano Rajoy ha afirmado recientemente que no es necesario empadronarse para recibir asistencia sanitaria o escolarizar a los menores. Al parecer Rajoy no quiere ser menos que la izquierda y ha añadido que se trata de "derechos garantizados por la condición de ser humano". Aceptemos que, como frase, es atractiva, pero falsa. Se requiere, para su efectividad real, que tales derechos estén recogidos en una legislación nacional.
No basta invitar a cenar a todo el barrio: hay que tener dinero para pagar la cena. Nadie duda de que el problema migratorio sea complejo, pero es obvio que se ha manejado de forma irresponsable. Estos comportamientos irresponsables aparejan consecuencias no deseables. Una de ellas es la aparición de un inicial "lepenismo", representado por el partido "Plataforma per Catalunya". Liderado por Josep Anglada, obtuvo en las pasadas elecciones locales cuatro concejales en Vic, el 18% de los votos. Este partido "anti-inmigración" expresa, entre otras cosas, el miedo, la preocupación y el malestar de muchos ciudadanos ante los efectos negativos del demagógico "papeles para todos" y del "efecto llamada".
Ante esta realidad, una típica reacción de personas que se autocalifican de progresistas es la de acusar a los ciudadanos que quieren controlar la inmigración ilegal de "racistas" y "xenófobos". Este tipo de acusaciones, lejos de solucionar el problema, lo acentúan puesto que no lo reconocen. Recordemos el caso del Frente Nacional (extrema derecha) de Jean-Marie Le Pen. Fundado en octubre de 1972, esta fuerza política se ha consolidado como el primer partido obrero de Francia, con más intención de voto que el Partido Comunista o el Partido Socialista.
En efecto, los mismos que ayudaron a empeorar el problema en España, por su actitud demagógica (el famoso "papeles para todos") persisten en su autoengaño, no queriéndose percatar de que muchos franceses que votan al Frente Nacional lo hacen preocupados por la inmigración ilegal, el paro y la inseguridad ciudadana. No son nazis despiadados. Muchos de sus votantes viven en barrios conflictivos, bastante degradados, con fuerte presencia de inmigrantes ilegales. Son por tanto los que más directamente tienen que sufrir las consecuencias negativas de esta situación. Los que viven en barrios más elegantes disfrutan de un contexto económico y social que no les enfrenta diariamente con estos problemas. Ni ellos, ni sus hijos en edad escolar.
En España hay, aproximadamente, un millón de ilegales. O si se prefiere, un millón de "sin papeles". Dar a los inmigrantes ilegales el mismo trato que a los inmigrantes legales parece una invitación a violar la ley. ¿Para qué molestarse en cumplir la ley si tratan igual a unos y a otros? Por muchas obligaciones sociales que se impongan a los ayuntamientos, la mayoría de ellos no está en condiciones de hacer frente a tales gastos. Los ayuntamientos han arruinado a miles de empresas por no pagarles los servicios prestados. No tienen dinero. ¿Seguirán empadronando ilegales a costa de subir más impuestos o endeudarse más todavía?
Los políticos no pueden suponer que los ciudadanos son tan desprendidos y generosos como Teresa de Calcuta. Los políticos no están para crear problemas sino para solucionarlos. No es necesario copiar a Dinamarca, que quiere una inmigración limitada a los alemanes y algunas nacionalidades de Europa del Este. Pero tampoco parece conveniente persistir en el demagógico "papeles para todos". Además, es fundamental distinguir entre los inmigrantes (ilegales o no) que aceptan nuestros valores constitucionales, y los que no. Solamente estos últimos representan un serio problema.
4 comentarios:
Como siempre, el problema es el Islam.
No suele haber problemas con los emigrantes hispanos, salvo las bandas latinas que son un problema de orden público, más que de emigración.
Nunca ha habido problemas con los chinos, que trabajan y trabajan sin meterse con nadie (bueno, salvo con sus compatriotas a quienes a veces ellos mismos explotan y tiene que intervenir la policía)Pero nunca ha habido problemas de integración con los españoles.
En Canarias hay desde hace muchos años una gran colonia India, que se ha dedicado, y se dedica, fundamentalmente al comercio y está perfectamente integrada con la población local, aunque conserve sus costumbres y tradiciones, que mantiene sin ningún problema porque no ofenden a nadie ni van contra nuestros principios.
En cambio, con el Islam siempre hay problemas: no quieren nuestras comidas en los colegios, ni nuestras indumentarias, ni nuestras costumbres ni nuestras tradiciones, y además, pretenden que las cambiemos y nos hagamos como ellos.
Son gente invasiva, que nunca aceptará nuestra forma de ser, y a base de hacerse las víctimas nos están comiendo el pan de debajo del brazo.
¿Cuándo espabilaremos?
Me temo que cuando tengamos el agua al cuello. Con razón G. Sartori distingue entre la inmigración, en general, y la islámica. Esta última es la problemática. Ya lo repitió, hasta la saciedad, O. Fallaci. Pero hay mucha cobardía y estupidez.
Aun recuerdo al caradura demagogo de I. Gabilondo abriendo uno de sus telediarios-sermones con el rollo de que:"habia caido el muro, pero habian otros muros tan injustos y miserables, o mas, que aquel -las fronteras- y bla bla bla.." El gran demagogo ya podia dar ejemplo abriendo las puertas de su casa, que seguro no es pequeña, para que entren todos los que quieran habitar en ella,no?
Totalmente de acuerdo
He conocido pocos que deseen integrarse de forma real. El problema son los estados teocráticos de los que proceden: si hubiera una separación real entre gobierno y religión en muchos países musulmanes no existirían estos dilemas. Para mi, este es el problema central de las dificultades que de integración que tiene el colectivo musulmán (en general)
Un saludo.
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