Entrevista a J.F. Revel.
¿Podría explicar en qué consiste su concepto de «totalitarismo más favorecido», que usted desarrolla en su libro, para establecer un paralelismo de fondo entre comunismo y nazismo?
––Hace más de diez años que se hundió la URSS, víctima de su putrefacción interna, y no derrotada militarmente por sus adversarios, como ocurrió con el nazismo. Muchos pensaron, naturalmente, que el más espectacular fracaso político de la historia humana suscitaría una reflexión crítica en el seno de la izquierda socialista, sobre la validez misma del socialismo. Pues bien, ocurrió lo contrario. Tras un instante de confusión, la izquierda, comunista y no comunista, lanzó una impresionante flota de justificaciones retrospectivas, sacando una consecuencia cómica: lo que verdaderamente quedaría refutado, con la historia del siglo XX, no sería el comunismo, sino el liberalismo… A partir de ahí, el terrorismo intelectual de izquierdas sacó una consecuencia inmediata, prohibiendo comparar los dos grandes totalitarismos del siglo XX, el comunismo y el nazismo. Decretando que está totalmente prohibido constatar la identidad de sus métodos, el paralelismo de sus crímenes, la similitud de sus proyectos económicos totalitarios, su fijación anti-liberal.
––¿En qué medida ese concepto de «totalitarismo más favorecido», del que continúa beneficiándose la utopía comunista, puede ser una amenaza para nuestras libertades?
––De una manera muy simple. El terrorismo intelectual que se deriva de ese concepto y esa práctica intelectual continúa utilizándose de manera corriente en el mundo de la cultura. En la polémica cotidiana, los métodos totalitarios han impregnado los comportamientos de la izquierda intelectual, desde hace ochenta años que, incluso en ausencia del modelo soviético, continúan operando del mismo modo. Le cuento un ejemplo… Liberation ha dado noticia de mi libro con un artículo más bien favorable, pero el autor del artículo deseaba distanciarse de mi persona, y llega a decir que Revel escribe una tontería, afirmando que François Hollande, primer secretario del PS, tiene una «mentalidad, una cultura, de corte soviético»… Ahora bien, la verdad es que yo no he dicho ni escrito eso, ni mucho menos. Lo que yo digo, en mi libro, es que cuando salió el Libro negro del comunismo, en 1997, François Hollande dijo, textualmente, que «la salida de ese libro es una manera indirecta de ayudar a la extrema derecha de Le Pen»… Tengo que recordar, ante esa afirmación, que once historiadores colaboraron en la redacción de ese libro, que trabajaron durante cinco años para escribir una obra de setecientas páginas, un trabajo histórico, un inventario, muy preciso… decir que todo ese trabajo ha sido realizado para ayudar a la extrema derecha, a mi modo de ver, es un razonamiento típicamente stalinista, en ese punto preciso y concreto.
La izquierda francesa, y la izquierda de otros lugares, continúan utilizando cada día esos procedimientos manipuladores y falsificadores. Incluso en los países donde no hubo partidos comunistas fuertes, como los EE.UU., o Inglaterra.
(Tomado de Európolis).
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