martes, 12 de abril de 2011

IMBÉCILES DE IZQUIERDA

El PSOE insulta a Intereconomía: ¿quiénes son los fascistas?

"La escenificación fascista del mitin de Alcalá es una grave agresión a la libertad de expresión"

Enrique de Diego, 11 de abril de 2011 a las 17:20

Un grupo de exaltados socialistas -lo cual es una redundancia, siempre han sido exaltados- ha increpado, durante un mitin de Zapatero en Alcalá, a una periodista de Intereconomía al grito de ‘¡fascistas, fuera!'. Esos socialistas han mostrado de forma palmaria, en niveles abrumadores, tanto su sectarismo como su ignorancia, porque los socialistas son los fascistas. --Los fieles de Zapatero insultan a una periodista de Intereconomí--

La escenificación fascista del mitin de Alcalá es una grave agresión a la libertad de expresión y desde aquí quiero mostrar mi apoyo a la compañera de Intereconomía y el cámara, con tanta más intensidad cuanto que, de seguro, los silencios cómplices serán clamorosos.

El fascismo fue una escisión del socialismo, fue y será siempre socialista. El fascismo surgió del seno del Partido Socialista Italiano y lo lideró el jefe de su ala izquierda, Benito Mussolini. Éste era el más firme partidario de la ‘acción directa', de la violencia, dentro del PSI y en esa línea recibió encarecidos elogios de Lenin.

Cuando Mussolini impuso sus tesis en el Congreso del PSI, Lenin escribió en Pravda que el socialismo italiano estaba recorriendo la senda correcta. En el organigrama, Mussolini, a pesar de su juventud, era el número tres del partido socialista y pronto se le puso al frente del periódico del partido ‘Avanti', con lo cual era el guardián de la ortodoxia.

En tal calidad, Mussolini postuló la neutralidad de la ‘clase obrera', en coherencia con el dogma del internacionalismo proletario, cuando los clarines de guerra llamaron a las trincheras a las naciones en la primera guerra mundial. Fue una consigna fallida y nada seguida puesto que los proletarios se dividieron y lucharon a favor de sus respectivas naciones. Mussolini, que era un líder que deseaba ser querido y popular, olfateó los aires nacionalistas y los encontró embriagadores.

Intentó hacer oscilar al PSI hacia sus nuevas tesis y cuando no lo consiguió se salió con sus seguidores para fundar el Fascio. Sus seguidores fascistas, contra lo que luego difundió la propaganda de la izquierda, se nutrieron preferentemente de antiguos socialistas y entre el proletariado, especialmente de la región de Trieste, uno de los primeros focos donde prendió. El fascismo era sindicalista, corporativo y sus lemas totalitarios estaban sacados del socialismo: "Todo para el Estado, todo dentro del Estado". Era un estatismo con parafernalia de uniformes, en un tiempo en que los socialistas internacionalistas también desfilaban y vestían uniformes identificativos.

La idea mussoliniana de unir el socialismo y nacionalismo fue prendiendo y extendiéndose por Europa. Uno de los más fervientes admiradores de Mussolini fue otro socialista: Hitler, quien tenía un busto del italiano en su despacho. El partido de Hitler proclamaba su condición de socialista; nazi es simplemente una abreviatura; era nacionalsocialista, contradecía el internacionalismo proletario pero participaba de la misma concepción totalitaria.

El SNAP, Partido Nacional Socialista Alemán, fue el fruto de la fusión del partido socialista del Norte, de Hamburgo, capitaneado por Strasser y con Goebbels como figura, con el partido socialista de Hitler, afincado en Baviera. Lo que hizo Hitler fue traducir el concepto clase del socialismo con un contenido racial, de modo que el odio al capitalista se transfirió al judío, y la inquina genocida a la burguesía, a la burguesía judía, mientras la idealización abstracta del proletariado pasaba a ser la del ario.

Esa tendencia nacionalsocialista tuvo imitadores en toda Europa, en la misma línea de escisiones del partido socialista. Así sucedió en Noruega con Quisling, en Bélgica, con Leon Degrelle y en la misma Francia donde el primer ministro de Vichy, Pierre Laval era un socialista del tipo de Mussolini. En Inglaterra, el partido fascista fue también una escisión del laborismo.

En lo que se refiere a España, el PSOE fue desde sus orígenes un partido totalitario, que propugna la violencia irrestricta y el genocidio de las clases medias, de la burguesía, en la misma línea que el bolchevique ruso. Simplemente, el PSOE se consideraba el partido bolchevique español y no aceptaba seguir directrices de Moscú. Es notorio, empieza a conocerse, que una de las primeras intervenciones del diputado Pablo Iglesias fue para alentar el atentado contra Maura, que se produjo una semana después, con lo que puede ser considerado en justicia un terrorista, uno de los primeros de la historia de España.

Con esa voluntad genocida, el partido socialista promovió el golpe de Estado de 1934, que la historiografía conoce como la ‘revolución de Asturias', con la que se trataba de asesinar a todos los no socialistas y específicamente a todas las clases medias. El partido comunista de España fue una escisión del partido socialista, no ideológica, sino estratégica porque asumía la disciplina respecto a Moscú, a Stalin, y consideraba a la URSS como ‘la patria del proletariado'.

Cuando tras el golpe militar de 1936, se desbordan los radicalismos, lo que hizo el partido socialista fue sembrar Madrid y Barcelona de checas, produciendo algunos de los peores asesinos de nuestra historia como García Atadell o Santiago Carrillo, que había fusionado las juventudes socialistas y comunistas.

En los tiempos que corren, Zapatero está desarrollando esquemas políticos que recuerdan bastante el corporativismo mussoliniano y que, quizás en su ignorancia, desconoce que representan un embrión fascista. Su misma ‘cultura de la subvención' implica un proceso de ingeniería social de sumisión de la sociedad civil.

Aún más, su tendencia compulsiva a hacerse fotos con los sindicatos subvencionados y con empresarios de grupos que dependen del favor político para sus privilegios o porque sus productos tienen precios regulados indica una pulsión hacia un Gobierno de las corporaciones, que nada tiene que ver con el principio democrático de igualdad de todos ante la Ley y la búsqueda de una extraña legitimación a través de poderes fácticos exteriores a las urnas.

Ese fascismo larvado que se conjuga con algunos brotes preocupantes de Estado policial -he sido víctima de uno de ellos, en tono menor- que adquieren extraordinaria gravedad en el obstruccionismo a investigar el grave delito de colaboración con banda armada perpetrado en el bar Faisán con el entramado financiero de la banda terrorista. (PD)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esto es algo parecido a lo que hicieron las huestes del PP cuando, en un congreso del partido, a Joan Flaquer se le ocurrió hablar en catalán.