ÚTIL E
INÚTIL.
Leyendo ‘La utilidad de lo inútil’, de N. Ordine, he
recordado estampas de mi pasado, como profesor en la universidad balear.
Escuché comentarios de sesudos colegas diciendo que nuestras enseñanzas
jurídicas debían ser más ‘utiles’, o sea, más prácticas. Intentemos aclarar los
términos.
No se trata de que enseñemos a los estudiantes de Derecho cosas
inútiles. De lo que se trata, en boca de algunos profesores, padres y madres,
es de que la licenciatura vaya acompañada de un buen empleo. Sin embargo, los licenciados saben que, al
terminar la licenciatura, es muy difícil encontrar un buen trabajo.
¿Se materializa en algún lugar, este deseo? Recuerdo que en la Facultad de Derecho de
Cornell, Ithaca (Nueva York), invitado por el profesor de Jurisprudence y
Commercial Law, Robert Summers, pude enterarme de que los alumnos de último
curso de Derecho, salían todos ‘muy bien colocados’.
Para empezar, no cualquiera podía acceder a esta Universidad
de Cornell, clasificada entre las diez u once mejores de USA. Hay que pasar
duros y difíciles filtros. Una vez pasados, puede suceder que la muy cara
matrícula no pueda ser pagada por el estudiante en cuestión y su familia. ¿Qué
sucede? Hay unos bancos especiales- si esto no ha cambiado desde que yo estuve-
que dan créditos a estos estudiantes brillantes que han accedido a la
Universidad y no pueden pagar la matrícula y otros gastos.
Creo recordar que, tales estudiantes, tenían veinte años
para devolver el préstamo, a contar desde la finalización de la carrera. Y sin
intereses. El nivel de exigencia, en los estudios, es muy alto. Y la estructura
general universitaria, es piramidal. O sea, los mejores van a las mejores
universidades. En España, esto no es posible. No tenemos, ni queremos tener una
estructura universitaria piramidal. Sería acusada de elitista.
La ventaja de sociedades como USA, Reino Unido y similares,
es que consiguen unas élites dirigentes muy preparadas. No en vano, USA tiene
quince de las veinte mejores universidades del mundo. En resumen, si queremos élites
preparadas y buenos empleos para los mejores, podemos confiar en una
organización universitaria similar a las mencionadas. O esperar un milagro.
Pero dejemos los buenos empleos y volvamos a lo útil e
inútil. Volvamos a la idea de que hay que enseñar ‘cosas prácticas’ a los
estudiantes y no ‘cosas inútiles’, como humanidades y similares.
William Cory, master de Eton, describía este problema a los
estudiantes hace más de 130 años:
‘…
venís a una gran escuela no sólo para adquirir conocimientos sino para adquirir
artes y hábitos: el hábito de la atención, el arte de la expresión, el arte de
daros cuenta en un simple momento de una nueva idea, el hábito de someteros a
la censura y refutación, el arte de indicar asentimiento y desacuerdo de manera
graduada y medida…’
Ya sé. Algún lector dirá que se trata de un colegio
elitista. Pero el problema que deberíamos afrontar- como una cuestión de
Estado- es si queremos mediocridad a la baja, o hacer un esfuerzo de
excelencia. Para lo primero estamos bien preparados. O sea, no queremos
reválidas porque son franquistas. No queremos deberes en casa. El profesor
tiene que motivarme. La enseñanza tiene que ser fácil y diver…
Hay
excepciones. El colegio privado ‘Agora’ de Portals Nous (Mallorca) dicen que supera
a Finlandia en nivel educativo. El maestro dejó de explicar la lección y se
centra en hacer preguntas. Los críos buscan respuestas y aprenden a trabajar en
grupo. El método ha sido un éxito. Los alumnos no se sientan en fila mirando al
profesor, sino en grupos de cuatro. Cada uno tiene un rol, hacen muchos
trabajos y proyectos en equipo y se trabaja mucho el aula invertida. O sea, en
vez de ser el profesor el que explica todo el tiempo la materia, el docente
prepara unos vídeos de corta duración (no superiores a cinco minutos) sobre el
tema que quiere explicar al día siguiente en clase para que el alumno lo vea en
su casa.
¿Por qué Finlandia es el número uno de Europa en educación?
No hay un único motivo. Para conocer, en extenso, las características que han
permitido el éxito educativo finlandés, puede leerse el libro de Xavier
Melgarejo, ‘Gracias, Finlandia’. Yo me limitaré a algunos rasgos importantes.
El profesor es una de las figuras más valoradas y
respetadas en Finlandia. Esto supone que no tiene que tratar de imponer
silencio en clase, como sucede en España. Tampoco que algunos padres y madres
insulten o menosprecien al profesor, como sucede en España. De ahí que el
rendimiento de los alumnos, en clase, sea tan alto. Y los que van a ser maestros
han de tener un promedio de notas de nueve. Como mínimo. Y examen de ingreso.
Otros dos detalles importantes. Los padres están muy
implicados en los estudios de sus hijos. Y los parados finlandeses tienen el
nivel de lectura más alto de Europa. O sea, no hay un único motivo. El ambiente
general de la sociedad finlandesa es de preocupación por la educación y el
saber.
La independencia de Finlandia se declaró el 6 de diciembre
de 1917. Mi maestro Aulis Aarnio, un filósofo del Derecho finlandés de
prestigio internacional, me contó que, después de la independencia, se produjo
un gran debate nacional para saber cuáles deberían ser las prioridades
nacionales. Todas las personas que tenían algo importante que decir
participaron, y la conclusión fue que la educación y el conocimiento debían ser
la primera prioridad finlandesa.
No cometamos el error de querer para nuestros hijos una
educación ‘práctica’, en el sentido de alejada de la ‘teoría’, humanidades,
etcétera. Porque toda práctica está basada en alguna teoría. Lo que suele
suceder es que el ‘hombre práctico’ ignore la teoría en que está fundamentada
su práctica. O sea, estará condenado al vuelo de gallina y a una m enor
capacidad de comprensión. Y sólo formaremos ‘técnicos bárbaros’, como decía Ortega.
Pero, además, necesitamos buenos ciudadanos, cultos y responsablemente críticos.
Sebastián
Urbina.
(Publicado en El Mundo/Baleares/15/Mayo/2017.)
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