(LA INQUISICIÓN FEMINISTA.)
Las feministas de CCOO piden prohibir a Neruda, a
Pérez-Reverte y el fútbol en el recreo.
La Revista TE publica
un decálogo de 19 puntos donde piden eliminar nombres católicos, utilizar el
"todes" o "no separar los baños" por sexos.
2018-03-13 (LD.)
De Algeciras a Kabul: 8-M
La prensa del día 9 informó de que las
mayores manifestaciones feministas del 8 de marzo se han producido en Madrid,
Estambul, Kabul, Teherán... Antiguamente, cuando había mili, las cualidades del
recluta tras el servicio quedaban reflejadas en una cartilla en la que
aparecían una serie de conceptos que se valoraban, tales como conducta, amor al
servicio, aplicación... El valor, como no había habido ocasión de probarlo,
venía seguido de una frase optimista y poco comprometedora: «se le supone».
Supongamos entonces que las
manifestantes de Madrid hubieran hecho lo mismo en Kabul. Allí
la extraordinaria Sima Samar, que lleva décadas desafiando a los talibanes,
encabezó la manifestación. Sin burka pero con velo. O en Estambul, donde las
mujeres se han enfrentado al régimen de Erdogan con el pelo suelto y en
pantalón corto. En Teherán iba delante una señora condenada a dos años de
cárcel por quitarse el velo en la calle. Las estaba esperando la policía. Sin
comentarios.
Las causas de esas calles llenas de gente en Madrid quedan desdibujadas en
el mundo de lo pararracional. España es el quinto país mejor del mundo para
nacer mujer según el Instituto de Georgetown para las Mujeres, Paz y Seguridad
y el Instituto de Seguridad e Investigaciones de la Paz de Oslo.
Hubiera habido una cierta lógica si en
Suiza o en el Reino Unido que, según datos de Social Policy (OCDE), encabezan
las estadísticas europeas en lo que ahora se llama violencia de género y en
otro tiempo se llamó crimen pasional, hubiera habido grandes demostraciones
públicas, pero no ha sido así. Curiosamente
en los países desarrollados no ha habido huelga general ni multitudinarias
concentraciones. Desde luego nada que pueda ni remotamente compararse con lo de
Madrid. ¿Qué demonios significa esto?
Hay varias hipótesis y todas son
preocupantes. La
primera es que la ideología de género tiene en nuestro país una implantación
mayor que en otras naciones, lo cual es un
síntoma de desfondamiento moral y de indigencia intelectual bastante alarmante.
O sea, que está el personal con las velas desplegadas esperando con desesperada
necesidad el viento cálido de algún catecismo redentor que venga, por piedad, a
poner norte en sus vidas, a ofrecerles una causa noble por la que vivir y
luchar, a darles ocasión de trascender la triste y vulgar condición humana en
el monótono día a día.
La segunda hipótesis es que las mujeres españolas viven en una lamentable
situación de marginación y los de Oslo y Georgetown mienten como bellacos. Esto tiene cierta
lógica en el mundo de la posverdad. Como España ocupa un lugar de honor en el
universo de las fake news e incluso
podríamos decir que lo inaugura con su leyenda negra, por ahí han ido los tiros
en la prensa extranjera.
Fotos en portada de las manifestaciones
de Madrid y Estambul (es más o menos lo mismo) y aplicación de la lógica Spanish fake news for ever. Este es el país
de don Juan y el que le ha prestado a las lenguas de su entorno la palabra
«macho». Tiene por lo tanto todo el sentido que en el país de los «machos» las
mujeres estén de puro dolor.
Nadie se ha entretenido allende
los Pirineos en mirar los datos que ofrecen los de Oslo y Georgetown, y en constatar que en el país de los «machos» las hembras hace mucho
que obtienen más titulaciones universitarias que ellos (y también más que
ellas en la mayor parte de los países desarrollados) y que los dejaron atrás
hace décadas en campos tan cualificados como las leyes o la medicina. Habrá
sido un gusto extraordinario en las naciones del vecindario ver de nuevo a la
atrasada y siempre lamentable España dando el espectáculo después de haber
entretenido el cotarro europeo con el sainete independentista.
Porque está claro que si las francesas, las inglesas, las alemanas, las
estadounidenses, las danesas, etcétera, no
se han manifestado masivamente es porque no lo necesitan. A fin de cuentas
ellas no viven en el país de los «machos». El USA Today comenta por extenso que en España cinco millones de
mujeres han ido a la huelga para protestar por la violencia machista.
Como verá el lector, la segunda hipótesis no mejora la primera. Pero es que
hay una tercera (y no se agota el asunto), a saber, que las manifestaciones generistas
se hayan llenado de gente por el placer del ruido y el barullo, por no
quedarse fuera del canto coreado por la horda entera, por no significarse en la
diferencia y parecer contrario o tibio ante una ideología que hoy es, no ya
dominante, sino dogma de fe.
De manera que tenemos:
1. La ideología de género es
dominante en casi todos los ámbitos y dueña absoluta del
espacio público en España.
2. Los
españoles y sus vecinos tienden a creer que España
está mucho peor de lo que está, incluso cuando está mejor que
sus vecinos. Esto es un clásico.
3. Progresa,
y muy adecuadamente, el pensamiento (la palabra es inadecuada a todas luces)
tribal y excluyente. Es cada vez más peligroso no pensar como todo el
mundo.
En cierto sentido, el generismo es una forma de populismo y prospera como todas
las ideologías que ofrecen su mercancía a la opinión pública por el
procedimiento de vender cédulas de víctimas y verdugos. Se señala a un grupo
humano como causante de los males del resto y partir de ahí todo es ganancia.
Basta con apartarse de ese grupo para estar con los buenos y ser noble y
generoso.
No requiere de mucha reflexión y
ofrece confort emocional y moral casi gratis. En las ideologías vinculadas al
comunismo, el malo es el capitalista, el burgués, el que tiene dinero. En las
nacionalistas, el que oprime al pobre y heroico pueblo machacado y robado por
otro pueblo opresivo. Lo importante es
encontrar un enemigo, fabricarlo y señalarlo.
Es un mecanismo básico que genera una reacción
irracional e inmediata. Nosotros y los
otros. Los que están conmigo o contra mí. Los buenos y los malos. Lo genial
de esta versión del mundo dual es haber convertido a media humanidad en víctima
de la otra media provocando un negocio colosal al que es fácil apuntarse.
El coro orquestado por los medios
de comunicación ha sido
para un estudio antropológico. Quedan en el espacio público unas cuantas
voces discordantes pero nadie quiere dar la nota y ser acusado de no comulgar
con la santificada idea que el generismo ofrece. Y luego hay detalles de puro
virtuosismo, como ese lazo de color violeta. Precisamente. ¿Nadie ha reparado
en el detalle? Ahí lo dejo, como asunto sobre el cual conviene pensar. Porque
esta vida es muy difícil y ni pensando con empeño nos orientamos bien en ella. Pero cuidado, siempre cuidado con los
libertadores.
María Elvira Roca Barea es autora de
Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español
(Siruela, 2016)./El Mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario