(Buena parte de España está ocupada por gente mierdosa de progreso. ¿Y eso?
Cuando la casi totalidad de la clase política y periodismo de progreso (mayoría), aplaude que excarcelen al asesino Bolinaga porque está enfermo (sobrevivió casi tres años), y calla cuando no se excarcela a Zaplana- estando acreditado que está seriamente enfermo, aconsejándose médicamente su excarcelación-, es que vivimos en una sociedad mierdosa de progreso.
Reconozco que no me siento compatriota de muchos españoles. Me dan asco. No puedo comprender tanta miseria moral. Que conste que diría lo mismo si se tratara de un político del pesoe. Incluso de Podemos.
La dictadura políticamente correcta es una peligrosa desgracia, que esta sociedad analfabeta y progre- parte de ella- ha tragado hasta el corvejón.)
(Justicia de progreso en la
España mierdosa políticamente correcta.)
SI ZAPLANA HUBIERA ASESINADO COMO
BOLINAGA…
El trato judicial que se está dispensando a Eduardo Zaplana,
en prisión preventiva a resultas de las diligencias de instrucción del llamado caso
Erial, que investiga posibles enriquecimientos ilícitos a
través de comisiones ilegales, llama poderosamente la atención cuando se compara
con el que se ha otorgado a otras personas igual de relevantes, pero por
razones muy distintas.
El exministro de Trabajo y
expresidente de la Comunidad Valenciana padece una grave enfermedad que le
obliga a recibir atención médica de forma permanente, al punto de que una falta
de cuidados adecuados podría incluso poner en riesgo su vida.
Así lo acreditan no sólo los
informes de los facultativos que le están tratando en el Instituto Médico de
Valencia sino el propio médico forense, que coincide en lo delicado de su
estado de salud. Pues bien, ajena a estos razonamientos
facultativos, la juez que instruye el caso ha decidido que Zaplana
seguirá encarcelado, con todas las
consecuencias.
Esta manera de proceder contrasta
groseramente con el guante de seda con que se trató al etarra Josu Urtibetxebarria Bolinaga,
culpable de tres asesinatos y de participar en dos secuestros, que fue puesto
en libertad en cuanto sus abogados formularon la solicitud.
A Bolinaga lo soltaron en
septiembre de 2012 alegando que le quedaban pocas semanas de vida, a pesar de
lo cual pasó casi tres años en la calle, recibiendo sentidos
homenajes, ante la indignada estupefacción de buena parte de la sociedad y el
clamoroso silencio del Gobierno.
En aquella ocasión fue digna de ver la reacción prácticamente
unánime de la clase política en defensa de los derechos de un sanguinario asesino,
ominosamente célebre por su papel en el secuestro de José Antonio Ortega Lara,
a incluso pensó dejó morir de hambre, según confesión propia.
Hoy, esa misma clase
política tan obsecuente con un terrorista de la peor especie que jamás se arrepintió de sus
crímenes no tiene nada que decir ante el trato recibido
por un exministro acusado de delitos mucho menos graves, de hecho
incomparables.
Al margen de lo que dictamine en
su día el tribunal que juzgue a Zaplana, su caso es un agravio infame que
incide en una nauseabunda hemiplejia moral y en la miserable hipocresía de tanto político sin valores
ni principios.
(Edit.ld.)
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