(Cuesta entender que- en política- elegimos entre malos y peores, no entre buenos y malos.
Por lo visto, el catastrófico ejemplo de Zapatero no ha sido suficiente para enterarse de lo que, actualmente, hacen los socialistas. Con muy pocas y honrosas excepciones. Gastar sin medida y, en consecuencia, arruinar al país.
¡Que paguen lo ricos! Otra vez tomando el pelo a la gente, ayudado por el comunista Pablo Iglesias. Por si no bastara esta desgracia, también depende de los votos de los separatistas antiespañoles. Así gobierna. Es un decir. ¿Se atrevería a afirmar que es un socialista decente que defiende el interés general y a España?
¿Aprenderemos alguna vez?)
SÁNCHEZ Y SU ALERGIA A LA
DEMOCRACIA.
El presidente del Gobierno ha confundido lo que debería ser la agenda
razonable y realista de un Gobierno precario con una estrategia de
supervivencia personal. El coste de esta distorsión de la realidad está siendo un
deterioro del sistema democrático y parlamentario.
Por un lado, Sánchez elude
sistemáticamente el control de la opinión pública, evitando comparecer ante los
medios de comunicación para someterse a sus preguntas o amenazándolos con
querellas o leyes mordaza. Por otro lado, Sánchez y su Ejecutivo han decidido
no comportarse como el gobierno de una democracia parlamentaria, generando
riesgos autoritarios en la toma de decisiones que sólo persiguen esquivar la
ausencia de una mayoría estable en el Congreso.
El Ejecutivo socialista tiene previsto un plan alternativo en caso de que
su proyecto de ley de presupuestos sea derrotado en el Parlamento. Consiste en
acudir, de nuevo, al Real Decreto-Ley para aprobar impuestos que financien lo
que la izquierda llama «agenda social», que suele consistir en un incremento
del gasto público sin una paralela reforma de la gestión para aumentar la
eficiencia del sistema.
La retórica socialista envolverá estas iniciativas en
el mantra de «la reconstrucción del Estado de Bienestar», nunca tan destruido
como en el último mandato del Gobierno de Zapatero. Sánchez miente y no cumple
sus promesas. Evita rendir cuentas y se oculta de la opinión pública. Es débil
en el Parlamento y utiliza atajos para pasar por encima de las Cámaras.
España
se asoma a una nueva crisis y el PSOE reclama el derecho a llevar a España de
nuevo a la ruina, como si fuera legítimo que cada nuevo Gobierno experimentara
a su gusto con el país. Otra vez los socialistas niegan los avisos de la
desaceleración y engañan al ciudadano con el señuelo de más gasto público, más
deuda y más déficit. El bucle socialista del fracaso.
(Edit.ABC/9/10/2018.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario