En su primera entrevista de radio como candidato de Vox al Senado por Madrid, José María Marco ha explicado los motivos que le han llevado a dar el paso de entrar en política. En Es la Mañana de Federico ha dicho que la decisión de formar parte del partido de Santiago Abascal responde a su interés por "aportar ideas y denunciar la cobardía de las élites españolas que han mirado para otro lado" ante la cuestión nacional y que se han dedicado a "mentir y machacar a quienes decían la verdad".
"Yo quiero estar ahí cuando haya que decir eso", ha advertido.
Sus declaraciones han girado en todo momento en torno a la idea de España y el problema de la unidad nacional que, dice, es algo ya "imposible de negar". "Por fin España está encima de la mesa", ha asegurado, para defender que se sintió en la obligación de colaborar en el proyecto después de llevar tanto tiempo denunciando y alertando sobre este asunto.
Preguntado por las críticas de miembros del PSOE y Podemos al fichaje por parte de Vox de cuatro generales del Ejército retirados, Marco ha arremetido duramente contra "la izquierda que no deja utilizar los símbolos nacionales y al mismo tiempo dice que son sólo de ellos".
"Siempre plantean el mismo chantaje simbólico y político", se ha quejado. "Eso se acabó", ha dicho tajante mostrándose orgulloso de "la España de las banderas" que salió a denunciarlo después del 1-O y el discurso del Rey Felipe VI.
El papel del Senado y las confluencias políticas.
Marco, que ha definido a Vox más como un movimiento cultural que como un partido político, al igual que hizo recientemente Santiago Abascal, asegura que se ha demostrado que el Senado es una institución más importante de lo que se creía y que va a seguir siéndolo, en clara referencia a la aplicación del 155 en Cataluña.Además, ha defendido la necesidad de llegar a un consenso entre PP, Cs y Vox para su aplicación y se ha mostrado partidario de concurrir en una lista conjunta a la Cámara Alta, aunque ha aclarado que se trata de su opinión personal, no la del partido.
Preguntado por una posible confluencia de Vox con el PP a medio plazo, Marco ha asegurado que de momento es algo que "ve muy lejos" y que "Vox tiene que seguir siendo Vox". Critica que el PP siga inmerso en una "neurosis" que les lleva a "asumir un pasado que no es el suyo".
Las propuestas sociales de Vox.
Ante la posibilidad de plantear una reforma legislativa sobre el matrimonio homosexual, Marco ha asegurado que desconoce si el partido tiene pensado hacer una propuesta en ese sentido y ha defendido que no es una cuestión "prioritaria".En cuanto a la maternidad subrogada, se ha opuesto frontalmente a una práctica que ha calificado de "esclavista" con la mujer por la "utilización mercantil del cuerpo de una persona". "No me parece bien, es algo que me supera", ha dicho. En su opinión, "la adopción" es una alternativa "perfecta".
(LD/19/3/2019.)
JOSÉ MARÍA MARCO.
El partido conservador español, o
sea Vox, acaba de incurrir en la audacia inaudita en este tiempo nuestro, el
del culto ubicuo a los vendedores de humo – y a los gurús de los refrescos –,
de incorporar a un intelectual genuino, uno de los de verdad, para encabezar su
candidatura al Senado por Madrid.
Una audacia por partida doble en la medida en
que José María Marco, además de encarnar en su persona el paradigma del
pensador riguroso que tiende a huir de la banalidad narcisista a la que tan
proclive resulta el exhibicionismo mediático que a tantos otros de su gremio
obnubila, es acaso el principal
exponente vivo de la tan necesaria concepción no nacionalista de la idea de
España.
Así, el
partido conservador, hoy señalado desde
todas las trincheras de la modernez impostada y pueril como poco
menos que una rémora del más añejo casticismo identitaria hispano, resulta que
ha cooptado para liderar su lista a la Cámara Alta a un historiador y ensayista
que ha dedicado toda su vida a combatir, y con las solas armas de la razón y de
la inteligencia laica, la percepción distorsionada y falaz de la realidad
histórica de España que cabe achacar al nacionalismo español en sus distintas
cuadras y glaciaciones.
Porque José María Marco resulta ser
cualquier cosa, cualquiera, menos un nacionalista español. Bien al contrario, Marco es un patriota español. Y un patriota es alguien que quiere a su
país tal y como es, no como él desearía que hubiese sido y nunca fue. He
ahí, por lo demás, la gran diferencia entre un nacionalista y un patriota.
Marco, como buen patriota español, no sueña con una España ideal e idealizada
que nunca jamás existió en la realidad. Eso lo deja para los nacionalistas.
El
nacionalismo, cualquier nacionalismo, igual los pequeños que los grandes,
sostiene en muchos de sus escritos con lúcida clarividencia, esconde en su
común e intercambiable almendra ideológica una concepción perversa y nihilista
de las comunidades humanas. De ahí que
todos los nacionalistas siempre anden distinguiendo entre los buenos vascos y
los malos vascos, los buenos catalanes y los malos catalanes, los buenos
españoles y los malos españoles.
Los patriotas, y sigo en esto
apelando a él, se reconocen en el país real del que forman parte. No ansían purificarlo, empresa
absurda y quimérica donde las haya, sino subordinar las emociones, la estética
– el nacionalismo es un culto pagano a la estética – y los sentimientos a una
atmósfera moral que apele a la razón frente a la pulsión de la
"identidad" y de la "cultura", esos dos muy pudorosos
eufemismos arteros con los que hoy se designa a la sangre y a la raza.
A Marco, nadie lo dude, le llamarán fascista a partir
de ya mismo. Pues, de sobra es
sabido, aquí es tildado automáticamente de fascista cualquiera que ose atreverse
con la empresa de incorporar el hecho nacional español al discurso político.
Riesgo que el Partido Popular, el mismo Partido Popular que estando en el
Gobierno premió con todos los honores institucionales a alguien como José
Álvarez Junco, se ha apresurado, como siempre suele, a no correr en exceso.
De ahí que Marco esté ahora mismo donde
está: en el partido conservador español.
(José Garcia Dominguez/19/3/2019-)
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