(La izquierda, con las excepciones de rigor, va de la mano con los separatistas antiespañoles. ¿Qué les une? Entre otras cosas, su desprecio a España.
No tienen nada que oponer cuando los cubanos defienden a su patria Cuba, o los nicaragüenses a su patria Nicaragua. No, lo asqueroso es que haya españoles que defienden a su patria España.
Por eso dan asco. Son gente tóxica. Han sido 'enseñados' en la Logse, Loe ,Lomce, y en las televisiones de progreso, en las que es de buen tono reirse de España.
No quiera ser tóxico, como ellos.)
LA BANDERA DE ‘ESTE PAÍS’.
El otro día
reapareció Iglesias Turrión en olor de multitud y en lo que se fijó
injustamente todo el mundo fue en los pañales. Porque Iglesias, no en el mitin,
pero sí en la entrevista adosada, dijo que estaba más preparado para ser
presidente del Gobierno desde que ha estado cambiando los pañales de sus hijos.
No es que presumir de cambiar pañales de bebé carezca de interés político,
aunque para coronar la empresa le faltó decir que la patria es cambiar pañales.
Y es que de patria habló. Como siempre.
De la manera habitual, es decir. Pues no
es fácil que Iglesias diga "España", pero ha encontrado el
sucedáneo en "patria".
"Patria" no compromete, en especial si
no queda claro cuál es. Pero por si comprometiera, se apresura a acotar lo que
no es: "Patria de banderas, no". Y lo que es: "patria
de hospitales, de servicios públicos, patria de derechos para los
trabajadores". Y "de mujeres reivindicando". Y "de
pensiones". O "de empleo digno". O "de derechos
sociales". Si fuéramos a la
literalidad, concluiríamos que la patria de Iglesias y de su partido es
cualquier país donde haya hospitales, servicios públicos, derechos sociales y
demás. No importa cuál. Tienen donde escoger. Pero es evidente de qué va el
juego.
Este juego va de distanciarse de una
idea nacional que gentes como Iglesias perciben como contaminada y tóxica, pero
sin renunciar del todo a ella, por si las moscas. El sucedáneo es una patria que
resulta de vaciar España, de quitarle todo contenido específico
–y específicamente patriótico– y de rellenar ese vacío, incluso de atiborrarlo,
con lemas de pancarta de manifestación sindical. Así tienen algo que oponer
a lo que llaman "la patria de banderas", aunque no rechazan las
banderas, sino una bandera: la nacional. Ninguno de los que llevaron la tricolor o la ikurriña
al acto de reaparición se sintió concernido cuando el orador cargó contra
aquella ignota "patria de banderas". Sabían perfectamente que no iba
por las suyas.
Las contorsiones de Podemos para
rechazar el hecho nacional español de manera que a algunos les parezca que lo
rechaza y a otros les parezca que lo acepta son algo más que ridículas. Son
representativas. En esto,
los líderes podemitas no hacen sino seguir la corriente de nuestras élites de
la izquierda. Siguen la corriente de las elites progresistas de este país.
Las contorsiones progresistas ante la nación española son el modelo del que
Iglesias ha sacado las suyas. Les pasa lo mismo a todos ellos: España
les da vergüenza. Su propio nombre les produce una especie de vértigo. Y la
bandera, náuseas.
Tienen
problemas con España las élites progresistas españolas, y eso es herencia de un pasado que queda más lejos que el franquismo,
que es a lo que suele achacarse tal problematización. Aunque no siempre lo
saben. Es un sentimiento. Y ese sentimiento les lleva a ser muy cuidadosos
cuando hay que definirse sobre España y la nación. Se cuidan de no aparecer
como la gente que, sin más, de forma natural, es española. Ponen cautelas y
avisos para que quede claro que no se identifican sin condiciones y que no
asumen todo su pasado y su historia. Como si tuvieran que hacer un ejercicio de
selección, que nadie les pide.
Pues lo
hacen. Quieren subrayar que si se identifican con España es porque somos un
país muy solidario o por todo lo que hemos avanzado en los últimos cuarenta años
o porque es país pionero en alguna ley que les parece maravillosa. Quieren que se sepa que no se
identifican con España por ser España. No
se les vaya a confundir. No se les vaya a confundir, en fin, con la derecha.
Iglesias
hace lo que ha hecho toda la vida la parroquia ilustrada de la izquierda
española. Nada esencialmente distinto. Hasta el sucedáneo se parece, aunque los
progresistas no le llamen patria, que esa palabra también les da
vértigo. Están convencidos de que con
España sólo se identifica el personal de derechas, y exactamente lo mismo o peor piensan de la bandera. Pero no porque
les molesten las banderas, en general.
Eso lo
cuentan para parapetarse detrás de alguna justificación. Sólo respecto a su nación son posnacionales. No es que rechacen las banderitas,
que así lo suelen decir, porque son internacionalistas o vaya usted a saber.
No lo pongan en plural, porque es singular. ¡Y tan singular! Si la bandera
nacional les incomoda es porque representa a España, nada más. España, para ellos, es un problema, y como
no le encuentran solución, siempre están en un tris de inclinarse por la
disolución.
(Cristina Losada/LD/26/3/2019.)
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