miércoles, 6 de marzo de 2019

HAN ENLOQUECIDO






(Han enloquecido. Las feministas radicales (no las feministas de la igualdad, que toda persona decente apoya) de cada vez se parecen más a los catalanistas. Y, por supuesto, a los comunistas.

Sigue un párrafo del artículo de Arcadi Espada, ‘Cuando se mire a los catalanes, profecía’.

En 1918, y en el capítulo XVIII del Libro III de su célebre -y tan leído- Concepte general de la ciència catalana (tomo la cita de la web Rodamots), el filósofo Francesc Pujols describía con turbadora precisión este momento de la declaración de los acusados en el juicio. La cita es larga, pero imprescindible, y además tengo el mérito de que voy a verterla por vez primera al castellano: «Tal vez no lo veremos, porque estaremos muertos y enterrados, pero es seguro que los que vendrán después de nosotros verán a los reyes de la Tierra ponerse de rodillas ante Cataluña. Y será entonces cuando los lectores de mi libro, si todavía quedan algunos ejemplares, sabrán que tenía razón. Cuando se mire a los catalanes, será como si se mirara la sangre de la verdad; cuando se les dé la mano, será como si se tocara la mano de la verdad».

Sustituya ‘los catalanes’ por ‘las mujeres’, y ya está. Facha el que no bote.)

EL ECO DE LA RISA.

(Los hombres dirán lo que quieran (que no lo harán porque no se enteran) pero en este país la cultura se debe a las mujeres.)

Para situarles: en época de la Transición era tal el trasiego político/cultural que había donde elegir. En mi pandilla los gustos de todos eran parecidos, pero de pronto apareció una chica de Zaragoza llamada (por supuesto) Pili y alguien le preguntó a qué dedicaba el tiempo libre. Ella, que iba de sobrada, respondió: "Voy a manifestaciones". Desde aquel día la chica pasó a llamarse Pili manifestacions. Así, en catalán, pues estábamos al otro lado del Ebro y, aunque no habían florecido los indepes, ya se cantaba Llibertat, amnistia i estatut d'autonomia.
No hace falta que lo recuerde: a Mas se le fue la olla y Cataluña devino en un grito: Estatut caca culo. Han pasado los años y yo he seguido sin ir a espectáculos multitudinarios. Me pasa siempre: cuando toca manifestación en la calle prefiero quedarme en casa haciendo solitarios. Este año, la manifa de las mujeres será más numerosa que la del año pasado, pero menos que la del próximo. Ha de ser así. Es justo y necesario.
Los hombres dirán lo que quieran (que no lo harán porque no se enteran), pero en este país la cultura se debe a las mujeres. Si usted, hombre de poca fe, fuera al teatro (que no va: confiéselo) se daría cuenta de que el público está compuesto por mujeres y, todo lo más, por parejas de gais. Quizá los domingos haya más representación familiar, pero cualquier muestreo demoscópico le revelará que los padres de familia van al teatro haciendo un esfuerzo supremo.
No sólo de mujeres vive el teatro en España. Los clubs de lectura también son un invento más femenino que masculino. Los tíos leen un libro cuando les place, pero les interesan poco las novelas y apenas sienten curiosidad por los autores de culto.
Y no acaba aquí la cosa. Asómese, querido lector, a una exposición de fotografía, a una conferencia, a unas clases de arte con viaje cultural incorporado o a unos talleres de escritura. También a un premio de poesía, a un fin de semana con derecho a roce cultural, y así sucesivamente: mujeres a tope.
El cine es otra cosa. Al cine vamos solos o acompañados, pues lo principal no es la compañía sino la película. De todos los espectáculos urbanitas, el cine atrae bastante a hombres solos. A las mujeres, en cambio, nos gusta ir en tropel. No es que necesitemos ser lesbianas para disfrutar del buen hacer de Viggo Mortensen, pero nos encanta divertirnos en tropel. Lo mejor de la risa es su eco.

(Carmen Rigalt/ElMundo/6/3/2019.)


 (Me parece macromachismo. Deberían dejarles sin recreo.)

Un instituto quita 5 minutos de recreo a los niños para mostrar los privilegios del hombre el 8-M

El IES del Andévalo dejará salir a las niñas cinco minutos antes para que los chicos sean conscientes de los "privilegios" del hombre.

Libertad Digital










LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA MUJER.

La noble causa de la igualdad entre sexos se ha convertido en España en una campaña viciada por la ideologización excluyente y sectaria. La izquierda se ha adueñado de una concepción del feminismo completamente anacrónica, de modo que quien no se someta a una idea izquierdista de la figura de la mujer aparece ante los ojos de la opinión pública como la de un machista recalcitrante, fascista y misógino.

 Nada está más lejos de la realidad. La izquierda no tiene derecho a apropiarse de la mujer, ni de su papel en la sociedad del siglo XXI, ni a abanderar la batalla cívica contra la violencia de género. Dibujar a una derecha compuesta por PP, Ciudadanos y Vox como si fuesen partidos que fueran a legislar contra derechos elementales de la mujer, o contra la igualdad, es una bajeza moral, incluso en campaña electoral, porque las urnas no lo justifican todo.

 Convertir el día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, en un acto que no reivindique el papel del feminismo igualitario, sino que sea una suerte de condena de la derecha política en las calles es absurdo e injusto desde cualquier punto de vista

Cargados de simbología republicana y marxista, los colectivos feministas convocantes de actos a favor de la mujer deberían reflexionar sobre dos cuestiones: primero, en torno a las miles de mujeres que votan a la derecha sin complejo alguno de inferioridad y en la sana convicción de estar delegando su sufragio en opciones beneficiosas para España y para la causa de un feminismo real y apolítico; y segundo, en torno al cinismo con el que la izquierda maneja sus actuaciones, ya que en nueve meses de Gobierno, Pedro Sánchez no ha adoptado ni una sola medida en apoyo de la mujer.

Una cosa es la política virtual basada en la demagogia más absoluta, típico de la izquierda en España, y otra distinta, concertar con todos los grupos parlamentarios medidas idóneas a favor de la igualdad, cosa para la que ni Pedro Sánchez, ni sus socios de moción de censura, han dedicado un solo minuto. Basta recordar algunos comentarios públicos de Pablo Iglesias, por ejemplo, para comprender que todo en él respecto a la mujer es de una hipocresía lacerante.

España no está para juegos. Ni siquiera para las soflamas pronunciadas ayer por Adriana Lastra, número dos del PSOE, cuando apelaba a «vestir las calles de rojo» contra los partidos conservadores, como si el socialismo o el populismo de extrema izquierda fuesen un bálsamo para la mujer y la derecha fuese una amenaza. Ese discurso simplista ha dejado de ser convincente, porque de facto se basa en la premisa de tratar a la mujer como un simple objeto político. 

Es legítimo centrar la campaña en criterios de polarización, porque en eso se basará el voto del próximo 28 de abril. Sin embargo, ese discurso resulta infantil. La instrumentalización política de la mujer es hoy insultante.

(Edit/ABC/4/3/2019.) 





 FEMINISMO MUNCHAUSEN.

 O, dicho de otro modo, que todas las mujeres están alienadas por la sociedad capitalista, así que ni siquiera cuando dicen "sí" quieren decir que sí porque en realidad no saben lo que quieren y son meras marionetas de los hombres que, por definición, son unos violadores

Y, por tanto, el enemigo. Desde otra trinchera del feminismo socialista, Manuela Carmena sostiene que "la violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad (...) con un gen de la violencia que ha dominado el mundo." 

Por ello Calvo define feminismo como "la lucha conjunta de todas las mujeres para tener las mismas oportunidades y para parar las injusticias y los obstáculos que tenemos". De este modo, satanizan a todos los hombres incluyendo a la inmensa mayoría que está de acuerdo con el objetivo humanista de la igualdad entre hombres y mujeres.

(Santiago Navajas/ld/3/4/2019/Parte del artículo mencionado.) 



MUJERES ADMIRABLES

  (A pesar de la moda de hacerse la víctima, hay mujeres que no aceptan falsas ventajas. Enhorabuena a esta inteligente y valerosa mujer.)


 

Ciencia y Tecnología.


Andrea Martos, científica española: «Jamás me han discriminado por ser mujer ni tampoco me han regalado nada por el mismo hecho».

 

(La Razón/Gema Lendoiro.) 

 

 YO NO HARÉ HUELGA.

A finales de los 80, la Facultad de Geografía e Historia de las Islas Baleares puede que fuese de los últimos reductos del marxismo en Occidente. Probablemente exagero –seguro que sí–, pero en cualquier caso, a un año de que cayese el muro de Berlín, de primero a quinto curso, no había apenas asignatura que no se explicase desde la óptica de la lucha de clases


La había en la historia de todas las épocas –ni Pericles, ni Leónidas, ni Platón, sólo  esclavismo– , en todas las que trataban el Arte –la iconología y la iconografía, qué grandes herramientas de interpretación– y hasta puede que la carta de la cafetería se tuviera que entender también desde el punto de vista del materialismo histórico


Transcurridos los años, creí –ingenua de mí– que el marxismo era ya algo tan residual como los resultados de Izquierda Unida y que con suerte, no me lo volvería a encontrar. Me equivocaba. Con la ola de Podemos mediante, el nuevo feminismo lo ha vuelto a arrojar a la orilla como ese alquitrán del que una no se  puede desprender por más que quiera.


Y volvemos a la lucha de clases y a los binomios perversos, y donde antes peleaba la clase obrera contra el capital, ahora lo hace la mujer contra el patriarcado –contra el hombre por el hecho de serlo–, y de nuevo contra el capital y contra todo lo que quepa en el saco ideológico elaborado al efecto.    


Nos dicen que las mujeres en España somos una mayoría oprimida por el heteropatriarcado, agredidas por los hombres, explotadas en el trabajo y en nuestro hogar, e invisibles en la escena pública y no digamos ya en la escuela. Y de ello se nos deduce anticapitalistas, de izquierdas, animalistas, proaborto, veganas (o vergonzantemente flexivegetarianas), antimilitaristas, laicistas, contrarias a las grandes superficies, al cuidado personal  a los aparatos electrónicos y sobre todo diversas, muy diversas –salvo para opinar–


El viernes nos toca huelga, y no una huelga cualquiera en la que mujeres y hombres luchan codo con codo por sus derechos laborales. No. Una huelga que debería ser, en teoría contra o para llamar la atención de quienes tienen la responsabilidad de cambiar todo lo que está mal pero en la que, sin embargo, en un sorprendente ejercicio de onanismo, esos responsables políticos irán –los primeros– detrás de la pancarta


¿Contra quién entonces? Bajo el señuelo del argumento legítimo de las mujeres víctimas del maltrato y de las situaciones de injusticia que aún quedan por corregir, se nos convoca a no trabajar, a no cuidar, a no realizar  tareas doméstica, a no comprar salvo lo imprescindible  (y en comercios de proximidad) y a no asistir a clase. Todo para visibilizar que “sin la mujer, ni se produce ni se reproduce”. 


¿Quién hay enfrente? “El orden patriarcal, racista, colonizador, capitalista y depredador del medio ambiente”, pero sobre todo, la derecha, la extrema derecha, los Estados totalitarios como EEUU, Brasil e Italia (ni una tímida mención a las repúblicas o las monarquías islámicas y mucho menos a Estados tan depredadores del medioambiente y tan poco partidarios de las libertades individuales como China o Rusia), pero sobre todo, enfrente, pero que muy enfrente, quienes nos atrevemos a poner en duda –no la violencia, el maltrato o la injusticia– sino una visión del mundo en el que el hombre es malo y también culpable por el mero hecho de serlo y la mujer es buena e inocente por lo mismo. 

Un planteamiento que parte de la premisa de que es lícito acabar con la igualdad ante la Ley –uno de los pilares del Estado de Derecho– si el motivo lo merece (ellas ya decidieron que sí). 

Una visión de la mujer que, lejos de ser diversa, expulsa a quienes no nos identificamos con su modelo y pensamos que la igualdad real es la de oportunidades, no la uniformidad, y por eso se nos destierra al infierno de las malas mujeres, de las que reniegan de su sexo (perdón, de su género), de las negacionistas y de las abejas reinas. Pero  sobre todo –y eso es lo más infame– se nos hace cómplices de esa violencia, ese maltrato o esa injusticia con que empezó todo. 

Hace unos días, en un estudio aparecido en El País se decía que el actual feminismo era, con diferencia, de adolescentes y de mujeres mayores y que las que nacimos entre los 60 y los 70 habíamos perdido conciencia feminista. Coincido con lo primero, lo segundo no creo que sea cierto. 


Nosotras –esa generación supuestamente perdida para el feminismo– dimos las gracias a nuestras madres por su legado pero nos lanzamos al mundo que a ellas les había sido vedado, sin pedir permiso, sin dudar –ni por un instante– que era nuestro derecho, y abrimos puertas, derribamos algún que otro muro, nos equivocamos, corregimos el rumbo, nos hicimos visibles en la esfera pública, consensuamos en nuestro hogar sin intromisiones del Estado, decidimos –también sin injerencias– el precio que queríamos pagar por nuestra maternidad, hicimos renuncias y no pedimos perdón por ellas, algunas conseguimos llegar a buenos acuerdos, otras no tanto, pero nadie se atrevió a decirnos cómo debíamos hacerlo. Hasta ahora. 


Yo –como otras– no voy a hacer huelga. Que nadie se atreva a echármelo en cara.

(Gary Durán/El Español/7/3/2019.) 

 (Dar gato por liebre.)


¿FEMINISTA O COMUNISTA?



Yo soy de los que piensan que a la puerta de la defensa de una causa justa haya que ir pidiendo carnets de pureza ideológica y viendo quién pasa y quién no, bienvenidos seamos todos a la trinchera del bien, vengamos de donde vengamos.

Sin embargo, no es lo mismo coincidir bajo una bandera que sea digna de enarbolar que sumarse a la bandera de otros sin saber en realidad donde estamos. Les pongo un ejemplo un tanto exagerado para que lo entiendan: si la semana que viene el Partido Nazi convoca una manifestación a favor de la ternera de Ávila pero que resulta que también en contra de los judíos, yo jamás me pasaría por allí, y les aseguro que no puede haber nadie en el mundo más a favor de la ternera de Ávila que un servidor, aún a pesar de que no tengo nada que ver con esa bella provincia.

Y esto es exactamente lo que va a ocurrir este viernes: organizaciones tan radicales y repugnantes como un partido nazisí, repitan conmigo: el comunismo es tan despreciable moralmente como el nazismo y merece el mismo rechazo– están convocando una huelga y unas manifestaciones en las que, bajo un difuso paraguas feminista, se defiende en realidad un programa político ya no antidemocrático, sino abiertamente totalitario.

Y no, no me lo estoy inventando: basta con leer los documentos de las organizaciones que dirigen la cuestión –aquí pueden encontrar el manifiesto y aquí el argumentario– para ver que la huelga es anticapitalistacuando sólo bajo el capitalismo la mujer ha logrado ver reconocidos sus derechos básicos–, contra las empresas, contra el Estado de derecho en el que todos somos iguales ante la Ley…

Sí, de acuerdo, en ningún punto de sus escritos se atreven a decir que hay que dar todo el poder a los soviets, pero cuando alguien dice que quiere "construir una economía sostenible, justa y solidaria que gestione los recursos naturales de forma pública y comunitaria, que esté en función de las necesidades humanas y no del beneficio capitalista" les aseguro que no está pensando en una socialdemocracia escandinava.

Esa es la realidad del 8-M: una causa que se aprovecha de cuestiones ante las que es imposible no solidarizarse –¿quién no está en contra de la violencia en general y de la violencia contra las mujeres en particular? –, para colarnos de rondón un programa de ultraizquierda que quieren que parezca transversal, pero que en realidad sólo puede ser defendido por una minúscula minoría.

Tan minúscula, de hecho, que les contaré una anécdota que lo ilustra: este martes estuve en la mayor cabalgata del carnaval de Tenerife, que contó con la participación de decenas de miles de personas y en la que la única pancarta feminista –que desfilaba ante el silencio sepulcral de un respetable que estaba allí para otra cosa– era sostenida por veintidós mujeres. Veintidós, sí, las conté una a una.

Así son, en resumen, los grupos patrocinadores del 8-M: radicales, comunistoides y mentirosos, con los que la mayoría de las mujeres en realidad ni comparte nada ni querría tener nada que ver… si no fuese por el engaño masivo que perpetran a sabiendas los medios de comunicación.

Pero por mucho que mientan las riquísimas y famosísimas estrellas televisivas que han decidido que es chic ser víctima por un día, la realidad es que si usted de verdad quiere defender los derechos de las mujeres la manifestación del 8-M no es su sitio: eso lo han montado para otra cosa.

 (Carmelo Jordá/ld/7/3/2019.) 




Una huelga surrealista producto del marxismo cultural.

- Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/editorial/una-huelga-surrealista-producto-del-marxismo-cultural-87372/


La huelga feminista impulsada por la izquierda, y respaldada por no pocos tontos útiles del centro-derecha, se basa en una falsedad fundamental porque, al contrario de lo que sostienen las organizaciones convocantes, las sociedades capitalistas son las más favorables para que la mujer disfrute de los mismos derechos (y deberes) que el hombre. 


España es, además, uno de los mejores países del mundo para las mujeres y el tercer país europeo con más mujeres en puestos de responsabilidad. Organizar nada menos que una huelga para denunciar agravios inexistentes es un despropósito que solo puede entenderse por la propaganda distribuida profusamente a través de los principales medios de comunicación.


Buena prueba de que esta huelga obedece únicamente a los intereses políticos de la izquierda es que los manifiestos elaborados para darle soporte son un catálogo completo de la agenda izquierdista. Así, las organizaciones feministas impulsoras de estos actos afirman que las mujeres, por el mero hecho de serlo, han de combatir al capitalismo por tratarse del principal instrumento de dominación masculina. 

A continuación exigen apertura total de fronteras, legalización del aborto a cualquier edad o la implantación de un relato torticero de la II República y la Guerra Civil que, además de no tener la menor relación con el sexo biológico de los seres humanos, son un fiel reflejo de las obsesiones de la izquierda para convertir su programa político liberticida en un principio hegemónico sobre el que no quepa disentir.


La realidad, sin embargo, es justamente la contraria. Porque, por más que se empeñen los organizadores de la huelga pregonando la existencia de una insufrible brecha salarial, lo cierto es que ninguna mujer cobra en España menos por el hecho de serlo. La falsa brecha se refiere a salarios medios brutos, sin valorar factores esenciales como las horas trabajadas o los puestos de trabajo desempeñados mayoritariamente por hombres y mujeres, que es lo que explica esa diferencia meramente estadística tal y como acreditan los estudios realizados al efecto.


Otras tantas refutaciones se podrían hacer del resto de mitos que propagan los convocantes de esta huelga surrealista. Las organizaciones feministas y los partidos de izquierda que promueven los actos de este ocho de marzo saldrán hoy a las calles a denunciar un problema inexistente en España, pero muy real y de una extraordinaria gravedad en países como el Irán de los ayatolás, las naciones con regímenes islamistas o la Venezuela de Maduro. 

En todas esas dictaduras las mujeres sufren profundas desigualdades y reciben un trato humillante, pero los convocantes de estas manifestaciones se guardan mucho de ejercer la menor crítica hacia esos regímenes con los que mantienen excelentes relaciones y no pocos cauces de financiación.


El que el Partido Popular de Pablo Casado se planteara en un principio apoyar estas manifestaciones y en Ciudadanos sigan dispuestos a participar en ellas reflejan el desfonde intelectual de estos partidos y, en el caso del partido de Rivera, una extraña tendencia masoquista a actuar de comparsa en las algaradas de los adversarios políticos para ser insultados y humillados a placer.

(Edit.LD/8/3/2019.) 


ENTREVISTA A LA AUTORA DE 'FEMINISTA Y DE DERECHAS'

Edurne Uriarte: "El feminismo radical confunde feminismo con izquierda y excluye a la mitad de las mujeres".

"La izquierda debe superar su rechazo a la realidad de un feminismo de derechas tan fuerte e importante como el feminismo de izquierda".
Entrevista: Luis Balcarce, 08 de marzo de 2019 (Periodista Digital)




 (¿SABEN LO QUE ES EL FASCISMO?)
 

"Sevilla será la tumba del fascismo"
  
Concentraciones feministas en muchos

 puntos de España. En Sevilla, un grupo

 de jóvenes está gritando ese lema.
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  - Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/opinion/santiago-navajas/feminismo-munchausen-87341/



- Seguir leyendo: https://www.libertaddigital.com/espana/2019-03-06/un-instituto-quita-5-minutos-de-recreo-a-los-ninos-para-mostrar-los-privilegios-del-hombre-el-8-m-1276634262/

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