El problema del PP sigue siendo que en realidad querría ser socialista. Llamarse a sí mismo «progresista», refocilarse, chapotear en la misma superioridad moral que la izquierda.
Por eso se mueve con complejo y, en estas elecciones, como siempre (y recuerden a Casado poniendo a caer de un burro a Abascal en el Congreso), se ha entretenido más distanciándose y criticando a Vox que a Sánchez.
Por ejemplo. Sánchez decía que el pacto con Podemos era un «Gobierno progresista», en cambio, un eventual ejecutivo de PP y Vox era el «bloque de la ultraderecha». Y el PP es incapaz de darle la vuelta y superarlo.
(Teresa Giménez Barbat/=kDiario/26/7/2023.)
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