El
Rey espera, y Sánchez amenaza. El que amenaza siempre está en peligro.
Su jugada golpista encuentra, cada día que pasa, mayor resistencia
social. El Rey no va a firmar nada que atente contra la unidad, la
libertad y la democracia en España. Y sin su firma, el golpe de Estado
encubierto de Sánchez, se desvanece
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