jueves, 4 de enero de 2024

EUROPA BAJO LOS ESCOMBROS

 

 Ataúd especial muertos coronavirus

 

Por más que disimulemos, Europa se parece más a la agonía del imperio romano —corrompido por dentro antes de la llegada de los bárbaros— que a la imagen idílica del concierto de año nuevo en Viena, un espejismo que evoca tiempos mejores a los que las élites no pretenden llevarnos.

 La Europa real, la que habla de los problemas cotidianos con la claridad de quien lo hace en la barra del bar, es apartada de la agenda mediática y siente cada vez una mayor distancia con la clase política.

Ningún lugar como Francia para tomar la temperatura: Macron ha aprobado la nueva ley de inmigración que exige a los recién llegados cinco años de residencia —en lugar de seis meses— para recibir ayudas sociales, expulsa del país a quienes tengan doble nacionalidad y cometan un delito y dificulta que los hijos de inmigrantes se conviertan automáticamente en franceses.  

 

Marine Le Pen, que apoyó la medida, se pone la medalla: es una victoria ideológica incontestable. Sí, pero quién sabe si ya es tarde y anochece, como dice el cardenal Sarah, de los pocos que hablan claro en la Iglesia. 

Sarah, africano de Guinea, no sólo conoce el islam en su versión teórica, por eso califica el islamismo como «un fanatismo monstruoso que debe combatirse con fuerza y determinación».

 

(Javier >Torres/La Gaceta/3/1/2024.)

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