LA RESURRECCIÓN DE JUNQUERAS
Los dos rasgos más sorprendentes de la Cataluña posterior a la derrota del procés, por lo menos los que más me sorprenden a mí, son, primero, la asombrosa caída en picado del uso del idioma catalán en la calle (en la nueva Barcelona, esa tomada por el turismo barato y la inmigración procedente del Tercer Mundo, ya resulta mucho menos frecuente escuchar la lengua autóctona que en tiempos de la dictadura) y, segundo, la pareja caída en picado del nivel de exigencia de la sociedad frente a su clase política.
En relación a este último aspecto, la diferencia con el resto de España resulta clamorosa.
Repárese en el acusado contraste entre ese clamor peninsular, a todas luces excesivo, en demanda de que rueden cabezas ante la gestión de las inundaciones, por un lado, y la plácida continuidad en el machito de Junqueras, que volverá a dirigir la Esquerra durante cuatro años más, por otro.
Yo no creo que exista ahora mismo otro rincón de Europa donde el grueso de la población y las élites en pleno hubiesen rehabilitado al unísono a un gobernante corrupto que incluso confesó en primera persona sus ilegalidades ante el Parlamento.
Porque Jordi Pujol, por si alguien al otro lado del Ebro todavía no lo sabe, ya ha sido amnistiado política, moral y sentimentalmente por la Cataluña que cuenta y que manda. Y con todos los honores, además.
Pero es que también a Puigdemont y Junqueras, los responsables del mayor desastre estratégico del nacionalismo catalán, el que llevó a que Caixabank y el Sabadell sean hoy empresas valencianas, igual les ha salido gratis su común incompetencia.
El nacionalismo, al menos el catalán, no es una ideología política, es un chantaje emocional en nombre de la tribu.
Por eso, sus líderes máximos pueden robar a manos llenas o provocar que absolutamente todas las sedes sociales de las empresas locales de un cierto nivel se hayan marchado para nunca más volver. Pueden hacer cuanto les plazca de modo invariablemente impune.
El chantaje los blinda. Nadie se extrañe, en fin, de que la gran renovación responda por Oriol.
(José García Domínguez/18/11/2024.LD.)
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